Uso Linux, y no cambiaré a Windows 12 a no ser que cambie estas 5 cosas

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Los rumores de la llegada de Windows 12 a medio plazo están en el aire, y con ello, el posible boom futuro. Sin embargo, existen preguntas en la mente de los usuarios sobre las posibles mejoras que motiven una posible transición. El quid de la cuestión está en si el siguiente sistema operativo de Microsoft será lo suficientemente bueno como para convencer a los usuarios de Linux de que abandonen su distribución de código abierto.

Si Microsoft quiere realmente atraer a los más fieles de Linux para su siguiente lanzamiento, hemos recopilado cinco claves para abordar. Windows siempre ha mantenido la prioridad en la integración absoluta de su ecosistema con herramientas cada vez más homogéneas. La flexibilidad y el control que aporta Linux es algo que, en este momento, no alcanzan siquiera a vislumbrar.

Un sistema de actualizaciones menos intrusivo

Algo que resulta realmente molesto para los usuarios de Windows es su sistema de actualizaciones. Incluso puede apagar nuestro PC en los momentos más inoportunos. Nos impone descargas automáticas sin consentimiento y no podemos controlar el retraso de dichas actualizaciones.

En Linux, sus actualizaciones son opcionales. No te la imponen en un reinicio forzoso, y además se instalan sin que interrumpan tu trabajo. Microsoft debe hacer un enorme trabajo para mejorar en este apartado. Flexibilizar su política en cuanto a posponer actualizaciones, incluso indefinidamente, sería una decisión más que acertada.

Respeto a la privacidad del usuario

Uno de los puntos fuertes de Linux es su absoluto respeto al usuario en este apartado. Sin embargo, los de Redmond han sido objeto de críticas por políticas como recopilación de datos sin control de los usuarios. Pese a que existen herramientas para minimizar esta recopilación, para los usuarios estándar puede suponer un verdadero quebradero de cabeza si no sabes dónde mirar.

Para tender puentes hacia Windows, Microsoft debería ofrecer soluciones claras e intuitivas para desactivar al 100% este tipo de telemetría, si así lo requiere el usuario. Esta política a favor de la calidad de experiencia diría mucho de un conglomerado tecnológico como es Microsoft.

Mejorar la personalización de la interfaz

Linux es el paraíso de la personalización total de un sistema operativo. Por ejemplo, entornos como KDE Plasma o GNOME tienen herramientas para modificar hasta el último detalle de la interfaz de usuario. Sin embargo, Windows ha ido limitando esta personalización en pos de una mayor homogeneización de su interfaz. Sacrifica personalización por utilidad.

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No depender de software externo para que podamos personalizar nuestro Windows podría ser un punto clave para atraer a quienes valoran tanto esta faceta.

Un gestor de paquetes centralizado

En este campo, Linux cuenta con herramientas como APT, Pacman o DNF. Estos permiten instalar, actualizar, eliminar… cualquier tipo de software de manera eficiente. Sin truco ni trato. Sin embargo, en el sistema de Bill Gates, este proceso podría considerarse desorganizados. Dependemos de archivos «.exe» para instalar programas, si no queremos hacer uso de Microsoft Store.

Si bien Microsoft introdujo Winget como gestor de paquetes, sigue siendo una herramienta arcaica al compararlo con los gestores de Linux. Windows 12 contará con el favor de usuarios de Linux cuando este aspecto mejore.

Reducción de bloatware y optimización del SO

Cuanto más avanzan los SO de Windows, más cantidad excesiva de software preinstalado conlleva. Hasta el punto de que encontramos aplicaciones como Candy Crush preinstaladas (¡¿?!). Además, a ello se le suman ahora anuncios en el menú de inicio y servicios en segundo plano que reducen la eficiencia.

Linux nos permite elegir exactamente qué programas instalar, y nos ofrece una experiencia limpia y optimizada. Es difícil que Microsoft de marcha atrás en este aspecto, sobre todo por políticas comerciales, pero reduciría la sensación de que esté forzando su entorno ante nuestras expectativas.