A estas alturas podemos afirmar que las diferentes plataformas relacionadas con la inteligencia artificial, han llegado a nuestras vidas para quedarse. Personas de todo el mundo están utilizándolas para múltiples tareas, algo que por supuesto afecta de forma directa a los estudiantes.
Uno de los principales objetivos de esta tecnología es mejorar nuestra calidad de vida en múltiples apartados. Podemos echar mano de determinados chatbots como el popular ChatGPT que nos ofrece todo tipo de ayuda en tiempo real. Pero la IA no se limitará a proporcionarnos respuestas, textos, imágenes o vídeos. Se espera que poco a poco forme un papel importante en todo aquello relacionado con las energías renovables, la educación o la salud.
Pero tal y como suele ser habitual en la mayoría de las nuevas tecnologías, también los hay que hacen un uso menos lícito de todo ello. Hay usuarios que siempre intentarán sacar un beneficio de la inteligencia artificial de manera un tanto más cuestionable. Por ejemplo, esto es algo que alcanza el sector de la educación, por lo que los profesores deben andar atentos en este sentido. De hecho os vamos a contar un caso un tanto peculiar que se acaba de dar.
Y es que en multitud de centros formativos, de hecho, en la mayoría, no se permite el uso de esta tecnología para determinados proyectos de educación y enseñanza. En resumidas cuentas, no está permitida IA por ejemplo, a la hora de presentar trabajos. Pero como era de esperar, siempre habrá algunos alumnos que se saltarán estas normas, como sucede en el caso que nos ocupa.
La justicia da la razón a los profesores por el mal uso de la IA
Os contamos todo esto porque se ha dado la circunstancia de que dos alumnos, a la hora de presentar un trabajo, utilizaron la plataforma inteligente Grammarly a modo de ayuda. Aquí nos referimos a un derivado de ChatGPT muy útil a la hora de generar textos formales y de múltiples tipos. Sin embargo, estos alumnos no estuvieron demasiado avispados y entregaron el trabajo tal y como se lo ofreció la plataforma.
Es decir, copiaron y pegaron el resultado tal cual y así se lo entregaron a su profesor. Pero claro, el profesor, que de tonto tenía poco, enseguida se dio cuenta de los graves errores que la IA había cometido y teniendo en cuenta que los alumnos tenían prohibido el uso de esta tecnología, los suspendió. Esto desembocó en que los jóvenes no pudiesen lograr un mejor posicionamiento de acceso a la Universidad.
De ahí que los padres de los mismos tomaron la determinación de denunciar al maestro que les había suspendido. Pues bien, ahora se acaba de conocer que el juez ha dado la razón al profesor argumentando que el uso de la inteligencia artificial en estos casos viola la integridad de la educación.
En resumidas cuentas, por el momento la justicia está de acuerdo con el empleo comedido de estas plataformas inteligentes, por lo que en determinados sectores no se debe abusar de las mismas.