Tokenizar lo real es convertir bienes físicos en activos digitales divisibles. Esto permite una serie de ventajas, pero también plantea desafíos como la regulación y la seguridad.
La tokenización nos invita a repensar los conceptos tradicionales de propiedad y transacción. En esencia, consiste en representar un activo del mundo real en forma digital, convirtiéndolo en un token digital. Este proceso, impulsado por la tecnología blockchain, está abriendo nuevas posibilidades en diversos sectores, especialmente en el financiero.
Imagina un activo físico, como una obra de arte o una propiedad inmobiliaria. A través de la tokenización, este activo se divide en partes más pequeñas, llamadas tokens. Cada token representa una fracción de la propiedad del activo original. Estos tokens se almacenan en una blockchain, o sea, una tecnología de registro distribuido que garantiza la seguridad y transparencia de las transacciones.
Ahora bien, la idea de un contrato y la noción de que quien lo posee tiene el poder, son conceptos ancestrales. Lo novedoso es que ahora, gracias a la tokenización, esos contratos pueden convertirse en activos digitales, totalmente transferibles y hasta fraccionables. Imagina tener un título de propiedad en tu teléfono, que puedes enviar a cualquier parte del mundo con un simple clic. Y lo mejor es que puedes dividir ese título en pequeñas partes y compartirlo con quien quieras. Es como tener un rompecabezas digital donde cada pieza representa una porción de la propiedad. Es un método muy práctico y conveniente.