Titans of Metal: Un viaje sonoro a través de la brutalidad y la nostalgia

Fotografías: Johanna Malcher

El Titans of Metal debutó el pasado sábado 1 de marzo en el Parque Bicentenario de la Ciudad de México con una alineación que prometía un recorrido por varias generaciones del metal. Desde la energía moderna de Infected Rain hasta la crudeza de Cavalera y el heavy metal atemporal de W.A.S.P., la jornada ofreció una mezcla de poder, nostalgia y controversia.

Infected Rain: El rugido de Moldavia bajo el sol del mediodía

A las 14:00 horas, la banda moldava Infected Rain tuvo el honor (y el reto) de inaugurar el festival. Aunque el público aún era escaso, Lena Scissorhands demostró por qué es una de las frontwomen más imponentes de la escena actual. Con sus característicos dreadlocks naranjas y tatuajes que resaltaban sobre su piel, la vocalista salió al escenario con un atuendo sencillo pero efectivo: top negro y falda a cuadros rojos y negros.

Un enérgico «¡México!» fue suficiente para despertar el ánimo de los asistentes, quienes respondieron con entusiasmo. Su set de 35 minutos fue un despliegue de agresividad y melodía, con Lena alternando entre guturales desgarradores y voces limpias melancólicas. «Buenas tardes, Ciudad de México, ¿cómo estás?», saludó antes de continuar en inglés, agradeciendo a los fans por su apoyo.

Bajo el sol inclemente, la cerveza se convirtió en un aliado indispensable para los asistentes. Con un costo de 180 pesos por un «latón» y 30 pesos adicionales por el vaso reembolsable, la hidratación alcohólica estaba asegurada. El sistema Tapnplay, mediante una pulsera recargable, facilitó las compras de comida y bebida, lo que evitó largas filas.

Lizzy Borden: El heavy metal convertido en espectáculo teatral

A las 15:15 horas, Lizzy Borden trajo el heavy metal clásico al escenario. Desde el primer riff, las guitarras influyeron en el público, despertando air guitars por doquier. Lizzy, fiel a su estilo teatral, apareció con un traje negro con hombreras de picos, irradiando la esencia del metal ochentero.

El show fue una fiesta visual y sonora: pelotas inflables surcando el área preferente, Lizzy envolviéndose en una bandera de Estados Unidos, y una serie de cambios de vestuario que incluyeron un científico loco manchado de sangre sosteniendo un cráneo. Durante su interpretación de «Pet Sematary» de The Ramones, las máscaras de luchadores hicieron su aparición en un guiño a la cultura mexicana.

El público respondió con un cántico que retumbó en el recinto:
«¡Olé, olé, olé, Lizzy, Borden!»

Lovebites: Virtuosismo japonés que conquistó el festival

A las 16:10 horas, la banda japonesa Lovebites tomó el escenario, generando gran expectación. Desde la prueba de sonido, la precisión de la guitarrista y la baterista dejaba claro que la técnica sería el eje de su presentación. Sin embargo, la banda sufrió problemas de audio iniciales, lo que hizo que la bajista y la guitarrista indicaran fallas al equipo de ingenieros.

Superado el bache técnico, la vocalista Asami irrumpió en el escenario con un potente «¡Ciudad de México!». Vestida de blanco con olanes, dominó el escenario con su presencia imponente. Las guitarras gemelas no tardaron en desplegar solos vertiginosos, mientras que la baterista imprimía una intensidad demoledora.

El calor pasó factura: una de las guitarristas necesitó asistencia, siendo hidratada y refrescada con una bolsa de hielo en la nuca. Desde el backstage, un espectador de lujo observaba con atención: Jack Owen, exguitarrista de Cannibal Corpse y actual miembro de Six Feet Under.

Six Feet Under: Brutalidad y nostalgia death metalera

Cuando sonaron los primeros acordes de «One» de Metallica, el público intuyó la llegada de Six Feet Under. Chris Barnes, con su característica voz rasposa, despertó el frenesí del mosh pit, que no cesó durante todo su set.

Barnes, lejos de sus días de gloria con Cannibal Corpse, demostró que sigue siendo un referente del death metal. En un gesto inesperado, rindió homenaje a AC/DC con «T.N.T.», provocando una explosión de energía en los asistentes.

Fear Factory: Precisión industrial al caer la noche

A las 18:48 horas, con luces amarillas iluminando el escenario, Dino Cazares apareció con una pregunta directa: «¡México, están listos?». Fear Factory desató su brutalidad mecánica con una precisión quirúrgica.

Dino, con su español fluido, se encargó de mantener la energía al máximo: «¿Quieren más?». El metal industrial de los angelinos fue el preludio perfecto para la devastación que se avecinaba con Cavalera.

Cavalera: Una lección de death metal salvaje

A las 20:10 horas, el escenario se iluminó con un fondo rojo sangre. Enorme, imponente, se reveló la portada de un álbum seminal del metal extremo: «Bestial Devastation», pero en la parte superior, en lugar de Seputura, un apellido memoranle: Cavalera. En ese momento, el público ya sabe lo que está por venir: la devastación sonica que sólo una banda como Cavalera Conspiracy puede ofrece.

Max Cavalera, con su presencia imponente, se adueña del escenario y lanza un enérgico «¡Viva México!», desatando la locura entre los miles de asistentes que abarrotan el recinto. “¡Schizofrenia!” grita Max, evocando la memoria de uno de los discos más representativos del thrash metal brasileño, y la euforia se desata cuando la banda arranca el clásico de Sepultura. Con los primeros acordes de «From the Past Comes the Storms», el suelo del Parque Bicentenario parece temblar.

El sonido es brutal, crudo, violento, pero a la vez cargado de una energía única, algo que solo puede provenir de Latinoamérica, con su historia de desigualdad y lucha social que ha sido siempre una fuente de inspiración para los Cavalera. La conexión con el público es inmediata y palpable. “¡El verdadero Sepultura!”, grita Max, dejando claro que, para muchos, la esencia de la banda sigue viva en sus discos clásicos y en su actual formación.

“Gracias cabrones”, exclama Max entre sonrisas y saludos, agradeciendo el inquebrantable amor del público mexicano, que siempre ha sido uno de los más leales y apasionados. Los gritos y aplausos no cesan, y la banda continúa arrasando con su agresividad, hasta que la siguiente canción, «Morbid Visions», estremece a los presentes con su ritmo desbocado.

La atmósfera se carga de tensión cuando, en un acto de total entrega, Max pide que apaguen las luces. Solo las luces de los celulares del público iluminan el recinto mientras arranca «Inquisition Symphony», donde Max no solo demuestra su capacidad vocal, sino también su destreza como guitarrista. Es un momento sublime en el que el público se entrega por completo, dejando que la música los envuelva. Al final de la canción, Max, en un momento de reflexión, dice: “Bienvenidos a 1983, la Devastación Bestial”, transportando a todos a esa época en la que Sepultura dejó de ser solo una banda de culto para convertirse en una leyenda global.

El público rugió cuando Max lanzó una frase que se ha convertido en su estandarte: «¡No Cavalera, no Sepultura!»

Con el inicio de Chaos A.D., el ritmo carioca, enérgico y salvaje, se apodera del escenario. Max continúa agitando al público con su característico “¡Viva México!” mientras, en el público, ondea una bandera brasileña, un símbolo de la hermandad y la conexión entre Brasil y México. En ese momento, la intensidad llega a su pico más alto, y la marea humana se transforma en un verdadero caos, con los «mosh pits» desbordándose de energía.

El clímax de la presentación llega cuando Max presenta a su hermano, Igor Cavalera, el otro pilar fundamental de Cavalera. Igor, con su característica energía, ejecuta un solo de batería que deja a todos boquiabiertos. Después, Max y su hermano nos entregan uno de los momentos más esperados de la noche: «Territory», con su grito de guerra en el coro, “fight or dead”. La banda no da tregua, y la masacre auditiva continúa hasta el último minuto.

Cuando llega el momento de la despedida, Max, en su rol de líder indiscutido, pide que se forme una “pared de la muerte”. No hace falta más; el público, enloquecido, responde con total obediencia, y al llegar el clásico «Troops of Doom», la energía que emana del Parque Bicentenario se convierte en una explosión de adrenalina. Cavalera cierra su set con una fuerza arrolladora, dejando en claro por qué siguen siendo un pilar fundamental del metal extremo.

W.A.S.P.: El heavy metal en su último tour

A las 10:30 de la noche, el titánico W.A.S.P. hace su entrada al escenario. La tensión en el aire es palpable, y el público se prepara para un espectáculo como pocos. Las luces se apagan y, en su lugar, las letras del nombre W.A.S.P. brillan en la pantalla mientras una cruz roja iluminada envuelve el escenario, creando un ambiente misterioso y oscuro. Con un rugido ensordecedor, Blackie Lawless y su banda se presentan en el escenario, marcando el inicio con uno de los himnos más emblemáticos del heavy metal de los 80: “I Wanna Be Somebody”.

La potencia de su sonido golpea en el pecho como un martillo, haciendo que cada acorde retumbe en el cuerpo de los asistentes. La banda está en su mejor forma, y Lawless, como siempre, demuestra ser un showman nato. Su traje negro y las botas blancas con tiras lo mantienen como una figura dominante, mientras su presencia imponente se hace sentir en todo el recinto.“Pasó mucho tiempo antes de que volviéramos aquí”, dice Blackie con voz rasposa, dirigiéndose al público mexicano, que lo recibe con fervor. El clásico heavy metal de W.A.S.P. empieza a llenar el aire mientras los asistentes cantan al unísono sus más grandes éxitos.

La banda se toma su tiempo, ofreciendo un espectáculo que es tanto visual como musical, con una puesta en escena cuidadosamente elaborada. Durante el show, Blackie toma una pausa para hablar sobre la importancia de su presencia en México y América Latina, reconociendo la lealtad del público en esta parte del mundo. La banda se siente en casa y eso se nota en cada acorde. Los momentos de puro heavy metal se alternan con baladas que estremecen, momentos en los que las luces suaves y las imágenes nostálgicas proyectadas en las pantallas nos transportan a los 80.

Pero, a medida que avanza el espectáculo, se empiezan a notar ciertos detalles: la proyección en las pantallas se desvía hacia videos antiguos de la banda. Los fans empiezan a preguntarse si W.A.S.P. está utilizando pistas pregrabadas, algo que ha sido señalado por muchos en ocasiones anteriores. Sin embargo, Lawless no se inmuta ante las críticas, ya que ha defendido en varias entrevistas el uso de este recurso para garantizar un mejor espectáculo, dada la complejidad de sus shows.

El clímax de la actuación de W.A.S.P. llega cuando la banda se lanza en una nueva interpretación de su clásico “On Your Knees”. El sonido fue el más potente de la jornada, gracias a una docena de bocinas extra. Entre clásicos y power ballads, el set fue un viaje a los 80. Su show dejó claro que W.A.S.P. sigue siendo un titán del heavy metal, aunque su regreso a México sea incierto.

Un final abrupto: Coven y el ocaso del festival

La organización prometió que la fiesta duraría hasta el amanecer, pero a la medianoche, en pleno show de Coven, el escenario se apagó abruptamente tras solo tres canciones.

No obstante, el Titans of Metal cumplió en términos de producción y logística. La afluencia, si bien fue fue baja tomando en cuenta que estaba por debajo de la mitad de la capacidad, situación que probablemente obedece a la desconfianza generada por la cancelación de último minuto del Life After Death en 2023, disr¿furto de cada minuto.

Sin duda, este evento sembró una base sólida. Si Medusa Entertainment sigue este camino, quizás el Titans of Metal se convierta en un referente del metal en México.