The Cardigans: “En Suecia la música se toma muy en serio (y ABBA es un fenómeno ejemplar)”

Muy pocos pueden presumir que cuentan con éxitos de dimensiones auténticamente galácticas, con canciones capaces de retar las leyes del espacio y el tiempo. Aunque habría que decir que con el arribo de TikTok en el limbo han cambiado de leyes y, a diferencia del pasado, hoy día éste se halla habitado por personajes impredecibles. A cada segundo las tendencias se mueven de modo radical y todo parece viable allí, donde un puñado selecto de tracks flota en una dimensión virtual, un universo en formato vertical donde el corazón se entrega usando las yemas de los dedos y la viralidad es sinónimo de salud.

Mencionemos un ejemplo precisamente viral: “Lovefool”. Una composición firmada por The Cardigans en 1996 que, desobediente con las reglas del reloj y el ambiente, retoza en el presente sonorizando cualquier cantidad de acciones dentro de esa pantalla que apenas rebasa nuestra palma. Y digamos luego que hoy día sus autores, un combo sueco nacido a principios de los años noventa, rondan los cincuenta años de edad observando cómo, más allá del nicho comercial que le asignó la industria en su momento, las barreras se desbaratan y su popularidad se engrosa a punta de clics, todo con dicha tonada como pretexto.

¿Cómo se consigue esto? ¿Cuáles son los mecanismos que hacen que una canción se vuelva viral? ¿Es un asunto que viene del germen de la composición, gracias al espíritu intocable que ésta posee; o nace de las cualidades armónicas, rítmicas y melódicas que el tema desarrolla conforme se moldea; o es que quizá tenga qué ver más con la producción del mismo y su consecuente empaquetado como producto? ¿Será que se trata de algo planificado cuidadosamente en una mesa de juntas o de algo que sucede de la nada para que así, por azar, en unas cuantas horas millones pongan el oído en el mismo sitio? Considerando especialmente la última pregunta, ¿ciertamente estamos ante un fenómeno predecible? De ser así, ¿cuáles parámetros habría que considerar?

Nina Persson, voz de The Cardigans desde su primer momento, sello de hits del calibre del mencionado “Lovefool” y otros más como “Erase/rewind”, “Carnival” o “My favorite game”, aclara un poco el panorama en entrevista desde casa, en Suecia. Puntual, acciona la cámara para dejar ver que se encuentra flanqueada por un par de muros, uno repleto de cuadros y el otro de libros. Ahí se ajusta los audífonos y mueve las manos saludando, sus anillos brillan tanto como sus ojos intensamente azules. Y entonces recuerda que creció cantando, en reuniones familiares, en la escuela, con los amigos. No tenía otra opción, explica, pues en su tierra natal la música se toma muy en serio. Sin embargo fue hasta que la adolescencia le abrió sus puertas que comenzó a escuchar de otra manera, en especial las canciones que sonaban en la radio.

Una escena britpop inspiradora y divertida

“Pasé por muchas etapas”, comenta la cantante al pensar en su encantamiento por el pop. “Al comienzo para mí fue muy importante la radio comercial, eso debo aceptarlo. Pero con el paso de los años, cuando andaba por los 15, 16 años de edad, comencé a juntarme con otra clase de gente, personas con otros gustos. Al mismo tiempo, visitaba tiendas de discos y leía revistas especializadas en el tema, como la NME o la Melody Maker. Estaba muy pendiente de lo que sonaba en el mundo alternativo, así iba dejando atrás lo comercial. Me atraía especialmente lo que ocurría en Inglaterra, toda la escena britpop de los años noventa fue muy inspiradora y divertida”. Con tal panorama, dentro de muy poco tiempo aquella chica debutaría con The Cardigans a nivel discográfico con el álbum Emmerdale, en 1994, y un año después llegaría Life, del cual un tema reluciría en las listas de éxitos: “Carnival”.

Oh, you see me in a cardigan, and a dress, dress, dress that I’ve been sick on. Ahí el fragmento de la canción que le sirvió de inspiración a The Cardigans para denominarse de tal manera. La composición está firmada por el combo inglés The Sundays (los mismos de “Here´s where the story ends”), cuya cantante, Harriet Wheeler, terminaría erigiéndose como ejemplo para Nina. “The Sundays es una banda muy importante para mí en especial. Escuchándoles descubrí que podía hacer música. Fue un grupo único porque en los años noventa no era tan fácil encontrar mujeres con una voz así, tan sosegada, haciendo equipo con esas guitarras, lejanas de la aspereza que se estilaba en aquellos días”. Persson acá se refiere a la corriente musical que entonces predominaba; rabiosa, urgida, raída: el grunge.

Aviones, fama y un hit imbatible

Con velocidad beatle, editando un disco por año, Nina y los suyos pondrían en circulación su siguiente obra en 1996: First band on the moon. El single que abriría brecha para el plato sería “Lovefool”, en septiembre de ese mismo año. Así, al lado de Peter Svensson, Bengt Lagerberg, Magnus Sveningsson y Lars-Olof Johansson, Persson puso los pies en la Luna con un track que repasa la historia de alguien que lloriquea y ruega entre pataleos por un poco de amor. Una escena un tanto patética, traducida musicalmente de modo exquisito, que Nina imaginó mientras aguardaba el despegue de un avión en cierto aeropuerto. Con el mencionado álbum bajo el brazo, The Cardigans visitaría México por vez primera. Cosa extraña entonces: que una banda extranjera pisara territorio nacional en su apogeo.

De aquella incursión en territorio azteca, la cantante recuerda poco, pues “ocurrió en medio de una gira muy apretada, viajábamos mucho y tocábamos en todas partes. Estábamos tan cansados que no teníamos oportunidad de pasear en los sitios a los que llegábamos. De México, recuerdo haber estado en el centro de una plaza inmensa. Por fortuna regresamos, quizá tres veces más después, y entonces sí viví otras experiencias, me di una vuelta por ahí. Pero de la primera vez, bueno, sé que estuve allá, pero supongo que tenía que concentrar mi energía porque estaba en verdad muy ocupada”. En otro aterrizaje en suelo mexicano, la banda incluso interpretaría “Bésame mucho”, de Consuelo Velázquez, en directo; “un tema que prácticamente cualquiera puede reconocer”, resalta Persson.

Aquí la música es muy relevante

Subrayemos “Bésame mucho”, esa composición que “prácticamente cualquiera puede reconocer”. ¿Será que por ese simple hecho ésta cuenta con virtudes para viralizarse en redes sociales? Según las declaraciones de Nina, posiblemente no. Y aunque todo es factible, en estos momentos sería necesario contar con al apoyo de un engranaje lo suficientemente aceitado como para que tal cosa anduviera. No es casualidad que “Lovefool” lo haya conseguido a décadas de su estreno si se considera que se trata de inspiración y mano de obra sueca. Y acá no se pone en tela de juicio ninguna de las bondades estéticas del track; sólo se acentúa que al parecer no basta con crear una composición atractiva exclusivamente a nivel sonoro para que su virus se expanda en las redes hoy día. Por su parte, el pop sueco es garantía de éxito, se sabe. Pero, ¿por qué? Nina cuenta con un par de teorías al respecto que a continuación expone:

“He hablado mucho de ello, la gente se muestra curiosa con el tema. Tengo dos teorías y no tengo claro por cuál inclinarme. En la escuela pública sueca, es decir, gratuita, las clases de música tienen un papel prioritario, y esto tiene mucho tiempo sucediendo: aquí la música es muy relevante. Aprender a tocar un instrumento tiene un impacto definitivo en los chicos. Ahí una explicación. Por otro lado, la música vocal ha sido especialmente importante en Suecia, la música coral es un gran fenómeno acá. Cantamos mucho, en las fiestas, en las escuelas”. A esto habría que sumar que la TV jugó un papel fundamental hace años, la cantante ahonda: “crecí viendo programas en televisión donde la música era determinante, pues estaba hecha por los más destacados jazzistas de la época. En Suecia el tema musical se toma muy en serio, desde que eres niño estás expuesto a música de excelente calidad, que no opera de manera incidental”.

El poder de una maquinaria comercial

Bajo esta perspectiva, lo conseguido por ABBA, la gloria musical más brillante de Suecia, tiene repercusiones en la actualidad. Se trata de un basamento lo suficientemente sólido sobre el cual se han fincado carreras de variada estirpe a nivel comercial. Persson toma la palabra: “Hablando de cultura pop, en Suecia contamos con artistas que poseen un gran reconocimiento a nivel mundial. Hubo antes un par de casos importantes, pero ABBA es un fenómeno ejemplar, inmenso, que de alguna manera sentó las bases para que grupos como The Cardigans crecieran. Con ABBA se implementó una maquinaria comercial que ayudó a que la música se proyectara muy lejos, y esto lo digo porque nosotros compartimos disquera con ABBA y tuvimos de nuestro lado a tipos que conseguían ese tipo de cosas, y estaban ahí, en nuestra propia casa”.

Una de estas personas, en concreto el manager de The Cardigans, aconsejó a los músicos para que no fuesen tan rigurosos con su cancionero y le permitieran en su día a cierto adolescente tomar alguna frase de “Lovefool”. Un movimiento que a la banda le traería dividendos (al igual que la aparición del mismo tema en el filme Romeo + Juliet), pues el chico en cuestión era nada menos que Justin Bieber. “Nuestro manager en su momento nos comentó que le platicaron que existía un niño que iba a volverse realmente grande, que sería buena idea andar con el plan de que éste tomara una parte de nuestra canción. Y le dijimos… bueno, adelante. Solíamos ser muy celosos respecto a cómo se usaba esa en especial, “Lovefool”, en películas o cosas así, pero a partir de ese movimiento comenzamos a ser más generosos al respecto”.

Los años noventa fueron fantásticos

“¡No me gustaría volver, pero fue divertido estar allí!”, exclama la cantante al recapacitar si extraña algo de los años noventa, y al hacerlo sonríe brevemente. La charla va llegando a su fin de esta forma. “Hoy día los chicos parecen muy interesados en esos días, como que quieren saber qué pasó y quiénes estuvieron ahí, cómo funcionaban las cosas”, prosigue. Quizá sin esperarlo, a casi treinta años de abandonar las leyes de la gravedad con “Lovefool”, Nina y sus colegas despegan de nuevo para volverse virales, observando desde la Luna cómo se romantiza un época a la cual, ya lo dijo ella misma, sobrevivieron apenas teniendo tiempo para respirar.

“No extraño nada de ese tiempo, estuve allí. Es decir, la música fue fantástica, mis fundamentos están en los noventa y me gustó ser joven, fue divertido; pero prefiero mis cincuenta”, revela Nina mirando el techo sin mover la cabeza, a punto de despedirse. Al final, se muestra cómplice, bajando un poco el volumen de su voz: “De hecho, hace poco salí con algunos amigos que formaron parte de bandas gigantescas en aquellos años, y sí, compartimos historias fabulosas, nos encanta hablar de ello, pero, ¿sabes? Todos coincidimos en que es mejor vernos ahora, porque somos mejores personas y tenemos otra vibra; antes no éramos tan amables”.   

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