A finales de 2023 se anunció una inversión equivalente a USD 275 millones para la construcción de una supercomputadora en la Universidad de Bristol. La Isambard-AI sería 10 veces más poderosa que el siguiente equipo más poderoso en Reino Unido. Hewlett Packard sería la proveedora.
Estamos a principios de 2025 y una parte de la instalación ha comenzado a funcionar. Y los primeros objetivos son el desarrollo de nuevas drogas y vacunas. Es posible que nuestros lectores recuerden que durante los años de la pandemia se habló mucho de la aceleración en la investigación de dichos productos.
La principal virtud de las supercomputadoras es que pueden considerar una enorme cantidad de posibilidades a una velocidad que es imposible para un ser humano. No reemplazan a los científicos porque hay atareas y consideraciones que deben hacer las personas.
El potencial de la IA
Según explican los científicos a cargo muchas drogas funcionan interactuando con ciertas proteínas, desactivándolas o cambiando su comportamiento. Los científicos a menudo han tenido que probar cada comportamiento en opciones sugeridas por su conocimiento e intuición.
Lo dicho supone un límite dado por el conocimiento personal y luego uno establecido por la necesidad de realizar el experimento.
Pero las supercomputadoras con inteligencia artificial trabajan con una base de datos de millones de drogas. Y en vez de seleccionar las que creen son la mejor opción, pueden probars cientos de miles al azar y ver cuáles son las que ofrecen mejores resultados. Todas las pruebas se realizan de forma virtual, de una forma más rápida y económica.
Considerando lo que una pandemia puede producir, o incluso epidemias de menor escala, la cantidad de vidas que pueden salvarse con esta tecnología es enorme.
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