Soul Asylum: “Cuando empezamos se trataba de expresar sentimientos gracias al punk”

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Al filo de las 3:15 de la tarde del viernes 28 de marzo, mientras sobrellevo el tráfico del Circuito Interior en la CDMX, me regocijo de satisfacción por haber decidido ir en auto a un compromiso mayúsculo: mi encuentro con Soul Asylum para entrevistarles antes de su concierto ofrecido el pasado sábado 1 de marzo en el Foro Puebla. Mientras me dirijo a mi cita, tengo mucho tiempo para pensar. Preparé una baraja de preguntas sobre cosas que siempre he querido saber. Incluso, en mis notas mentales saltan por lo menos tres tópicos más personales, alejados de su obra musical, que como fan me encantaría conocer, pero que no sería completamente ético preguntar desde un enfoque periodístico objetivo. Descarto dicha posibilidad.

Llegar 30 minutos antes al compromiso alivia la tensión y los nervios. He hecho esto cientos de veces, no debería sentirme así, pero para mí, encontrarme con un artista que haya puesto en circulación una obra de gran impacto en mi vida siempre implica la confrontación con mi lado de fan. Aquel que escuchó discos hasta el hartazgo, memorizó letras y asumió comprender el mensaje de la forma adecuada (ahí el problema: se vuelve demasiado personal). Bajo ese contexto, tengo la enorme fortuna de encontrarme y charlar con Dave Pirner, cantante y guitarrista de Soul Asylum, banda insignia del movimiento alternativo de los años 90.

A la distancia noto que Dave es un tipo relajado, poseedor de una voz grave y profunda, con una mirada cálida y generosa. Se toma las cosas como vienen: una a la vez, esencialmente. Parece que lo que sucede a su alrededor es meramente circunstancial, no arruina sus planes ni su ánimo. Esto me apacigua aún más, como un té de pasiflora o una píldora de citalopram. Finalmente, el equipo encargado de gestionar su encuentro con la prensa me indica que es hora de “montar al toro”. Me siento como en casa, mucho más de lo que debería. Sus primeras palabras hacia mí son: “¡Hey, mano, qué chingona está tu totebag! (estampada con la imagen del Conde Orlok, de F.W. Murnau). No he querido ver la nueva versión de Nosferatu, ¿está buena?”. Sé que estoy dentro y, a partir de ahí, nada me detiene.

De algún modo, en nuestro país, el destino le jugó una mala pasada a Soul Asylum. Su popularidad se disparó de la noche a la mañana gracias al éxito de la canción “Runaway train” (corran a sintonizar Mix 106.5, les apuesto una caguama a que ahora mismo está sonando) y esto le condenó injustamente a ser considerado una especie de one hit wonder. Desde la edición de Grave dancers union (1992), disco seminal de alcance masivo y ventas multiplatino, la banda publicó álbumes sólidos, pero que no terminaron de conectar con el público, salvo el genial Let your dim light shine (1995), que incluyó el mega hit “Misery“. A pesar de ello, esto no opaca el genio y la sensibilidad autoral de Dave, quien se presenta por primera vez en nuestra capital con su banda para promocionar Slowly but Shirley (Blue Elan Records, 2024).

Este es su décimo tercer álbum de estudio y expone la curiosidad de la banda por adentrarse en otros géneros y estilos, sin olvidar que, al final, solo se trata de rock & roll (pero nos gusta). En él, transita entre influencias de country, hard rock y baladas desgarradoras. “Es un disco extraño, con un poder raro, y eso es lo que nos gusta. Al final, somos una especie de banda de punk rock, así que creo que captura eso”, afirma el cantante. Probablemente parte del resultado se deba a la inclusión de Steve Jordan como productor, un ingeniero y baterista que ha trabajado con Keith Richards y John Mayer. “Fue una reunión afortunada después de muchos años. Grabamos un álbum en 1992 y Steve lo produjo, ¡es el mejor! Me di cuenta de que era un aliado, una inspiración y un mentor; realmente nos ayudó a construir una unidad como grupo”.

Aunque la mano de Jordan fue vital para este trabajo, Pirner conserva un talento único para escribir canciones. Paradójicamente, “You don’t know me” y “Tryin’ man” fueron los temas que sirvieron como eje para la construcción de Slowly but Shirley. “Creo que esas dos canciones son el corazón del álbum: una nació sin esfuerzo, y la otra me tomó una eternidad. You don’t know me” fue probablemente la última canción que escribí, y “Tryin’ man” la primera”. Sobre la adaptación a la inmediatez y el uso de la tecnología en su proceso de escritura y grabación, el músico sentencia: “En realidad, no ha cambiado mucho. Incluso cuando la tecnología de grabación evoluciona, sigo pensando que debería hacerlo a la manera en que siempre lo he hecho. Al final, realmente se reduce a la guitarra y el bolígrafo”.

El cantante reflexiona sobre cómo, en los años 90, la música era la parte más importante, aliada esencial para expresar emociones. En contraste, hoy predomina el uso desmedido de redes sociales. “Cuando empezamos, se trataba de honestidad, transparencia y expresar sentimientos. Podías llegar a eso gracias al punk rock: los Sex Pistols, The Clash, los Ramones. Todas esas bandas tenían un enfoque diferente del rock y de lo que podías alcanzar”. Soul Asylum comenzó en 1981 bajo el nombre de Loud Fast Rules, con Pirner en batería y voz, Dan Murphy en la guitarra y Karl Mueller en el bajo (fallecido en 2005 a causa de un cáncer en la garganta), incorporando después al baterista Pat Morley. Hoy, la banda solo conserva a Dave como único miembro original. “Cuando la banda evolucionó, mucha gente no se mostró tan entusiasmada. Ha sido muy duro, Karl murió, pero hay ciertas situaciones en las que no puedes hacer nada. Al final, la banda ha progresado”.

Desde su perspectiva, la permanencia en la industria ha sido posible gracias a la originalidad y la unión: “Se trata simplemente de mantener a la banda junta y real”. Soul Asylum es parte de la camada de bandas de rock alternativo que cimentaron el movimiento college/indie rock en los años 80, con el mítico sello de Mineápolis Twin Tone Records. De hecho, el capítulo de su militancia por aquella discográfica local independiente es de suma importancia para el llamado indie rock que explotaría de forma masiva en los años 90. Ahí formaron parte de un roster de bandas que incluía a los Replacements, Babes in Toyland, Pere Ubu, Jonathan Richman, Ween, Information Society, The Magnolias o los magníficos Suburbs, por decir lo menos.

Al preguntarle sobre su regreso a la independencia discográfica, Dave responde: “La mejor parte es que, sorprendentemente, es lo mismo. Si no hubiera pasado por esa experiencia inicial, nunca hubiera sobrevivido. Estoy feliz con todo lo experimentado”. Uno de los discos más recordados de los años 90 es Grave dancers union, en parte gracias a los sencillos “Somebody to shove” y “Runaway train“; pero el éxito obtenido en aquellos años, ¿aún tiene efectos en Dave Pirner? “No, solo en la manera en que la gente se identifica con las canciones más conocidas. Yo era tímido y me preocupaba todo en aquellos años. Puede afectarte si empiezas a creerte todo eso de la fama”.

Después de 44 años de carrera, Pirner se siente pleno: “Básicamente hay que creer en los sueños. Los trayectos no serán fáciles, pero si no le temes al fracaso, es solo cuestión de mantenerse”.

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