Francisco Alanís es su nombre, aunque todos lo conocen como Sopitas, un mote que Edgar David Aguilera le puso en los días en que ambos laboraban en la estación radial Radioactivo, debido a que el primero seseaba. A casi treinta años de distancia de ese momento, Alanís está al frente de sopitas.com, y así, sustituyendo su nombre de pila por dicho apodo y cambiando su apellido por un .com, firma La música que nos define (Grijalbo, 2024), un libro cuyo propósito es “entender cómo la música trastoca nuestras vidas, aunque no estemos conscientes de ello”, como el mismo autor aclara en entrevista.
¿Cómo definiste cuáles serían los temas que abarcarías en este trabajo?
Con un power point, te lo juro. Y en realidad fue lo que más tiempo me llevó hacer. Hace años la editorial me había buscado para hacer un libro, pero me parecía que yo no tenía nada interesante por decir, no me consideraba una pluma privilegiada y eso me limitaba, pero el año pasado un amigo me dijo: escribe de lo que te gusta como te gusta, tal y como me lo estás diciendo a mí. Me desbloqueé, busqué a la editorial y le dije que ya creía saber cuál sería el tema: la música. El propósito: entender cómo trastoca nuestras vidas, aunque no estemos conscientes de ello. Porque todos tenemos historias y momentos relacionados con la música, algo que nos hace humanos. La idea era hacer un libro accesible y didáctico de ello, de la relación que sostenemos los seres humanos con la música.
Abres esta obra con una carta astral, ¿por qué?
El libro abre con esta carta astral con la idea de que desde el inicio no se tenga la idea de que es un libro muy serio, que requiera de un conocimiento previo. Es un jugueteo, pero también es cierto que los astros han servido como fuente inspiración para artistas. Luego de ello fuimos construyendo cómo ha ido evolucionando la música respondiendo preguntas básicas y honestas, porque yo también me pregunté todo eso: bueno, pero, ¿quién inventó la música?, por ejemplo. Y de ahí llegamos hasta preguntarnos cómo es que los protagonistas que hacen la música se imaginan el futuro, que ya es casi nuestro presente.
Existe la idea de que la gente no lee, ¿qué opinas al respecto?
Creo que leemos un chorro. Leí un estudio sobre los hábitos de consumo en internet y me resonó un dato: al hacer scroll a lo largo de un año, recorremos la distancia de tres maratones, unos 120 km. Me pareció un locura. Quizá no estemos leyendo libros, pero si X, Facebook, WhatsApp. Suena raro, pero se ha vuelto una especie de privilegio tener quince o veinte minutos al día para leer un libro, por todos los distractores que hay a nuestro alrededor. Este factor se consideró a la hora de hacer éste, un libro ligero. Si lees tres páginas al azar te llevas algo chido, no necesariamente necesitas leerlo cronológicamente; luego, si en tres años lo retomas, seguro encuentras algo curioso, relevante.
Ya no eres Francisco, sino Sopitas. Y te apellidas .com, no Alanís. Así lo dice la portada de este libro. ¿Eres un personaje?
Es un caso particular. Mi apodo se terminó convirtiendo en una marca que va ligada a mi persona y que al final del día… bueno, el .com… Si bien éste es un libro que escribí yo, esto es para decir que las cosas no las hago necesariamente solo, que hay un equipo detrás, y esto es reconocerlo: hemos llegado hasta aquí por el trabajo que hacemos juntos, yo solo no lo hubiera logrado. ¿Si Rolling Stone edita sus libros, por qué sopitas.com no? Esto es abrir la puerta para que en el futuro podamos desdoblar más libros como equipo, más que yo como autor, siendo Carlos Cuauhtémoc Sánchez. A mí me encantaría hacer más. La idea a largo plazo o mediano sería esa, publicar más títulos de cosas que me gustan, cine, series, deportes, redes y plataformas.
Respecto a tu sitio, ¿te sientes responsable de definir las preferencias de tus lectores al momento de generar contenido?
A lo mejor estoy mal, pero yo no lo veo como que estoy aleccionando a nadie, no estoy diciendo esto está chido y les tiene que gustar. Yo lo veo como compartir. Y te puede gustar o no nuestro contenido, yo no te voy a obligar. Con el libro pasa igual, es importante abarcar casi todo tipo de música, de Yuri a Bad Bunny, porque la música es así. Si yo me pusiera decir qué te debe gustar o no sería pretencioso porque la música es universal y los gustos son personales. Esa parte la perdemos de vista, los contextos que puede haber para que cierta música toque a unas personas y no a otras.
En el libro hablas del futuro de la música, ¿qué consideras qué podría ocurrir en el contexto mexicano?
Me preocupa el futuro, es muy árido. Por el contexto de violencia. Si tienes una banda nueva y te quieres ir de gira por la carretera, pues está difícil. Quienes tengan una banda en Sinaloa o Coahuila, ¿dónde tocan? Luego se dice que no hay espacios, pero más allá de esto habría que pensar cuál es el marco que existe para que estos se abran. Hoy en día es fácil subir tu rola a las plataformas de escuchas, hay millones de personas a las que les puedes llegar, pero para que esta gente conecte contigo como artista es complicado, porque tus rolas aparecen en un playlist aleatoria donde se escucha lo que el algoritmo pone; ya no existe el trabajo de escuchar una banda, aprenderse el nombre y buscarla para saber más. La música con la tecnología se ha vuelto individualista: tus audífonos, tu algoritmo, tu playlist. Incluso en la oficina cuando pones música para todos en las bocinas, pues te voltean a ver, como diciendo, ¿éste por qué nos viene imponer?, que escuche en sus audífonos.
¿Y qué opinas de los festivales que tienen lugar en México hoy en día? Hay para casi todos los gustos.
Por un lado me llena de gusto ver que haya tantos porque eso que vives a solas con tus audífonos de pronto se expande y dices, no manches, somos cien mil personas, y nos gusta lo mismo. Eso me parece brutal. El Vive Latino tiene un papel innegable en la historia de la música. Al final del día, no sé, siento que ha envejecido con nosotros y de alguna manera se ha vuelto un fest para ir en familia; hay padres que siguen queriendo ir a ver a Caifanes, pero van con sus hijos que quieren ir a ver a Little Jesus. Encontrar el balance entre propuestas y generaciones es delicado. El Vive Latino, como ejemplo, tiene su target, y quizá no se vea tan cool o fresco como Ceremonia, pero es porque aquel tiene eso, otro target. Es sano que haya diversidad, que cada fest respete sus valores, porque hay para todos; hace 28 años sólo existía el Vive Latino. Por otro lado, los boletos cada vez son más caros y se venden más rápido, y no sé que tan sostenible pueda ser esto.
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