La firme defensa de Dorsey sobre Bitcoin como único protocolo descentralizado del futuro merece un análisis detallado.
El ecosistema de los activos digitales es un universo vasto y a menudo ruidoso, donde las voces de las figuras influyentes captan la mayor atención. Entre ellas, la de Jack Dorsey, cofundador de plataformas tecnológicas de alcance global como Twitter, resuena con una particular intensidad debido a su firme y singular devoción por un solo activo: Bitcoin. Su postura, que muchos catalogan como «maximalista» aunque él la aborda con sus propios matices, se enfoca en una idea central: Bitcoin es más que una moneda digital; es el futuro protocolo de la internet, la única estructura verdaderamente descentralizada y, por ende, resistente a la censura.
El pensamiento de Dorsey no es un mero capricho, sino que se enraíza en una comprensión profunda de la arquitectura y la filosofía subyacente de este código. En un mundo donde las plataformas y los gobiernos controlan cada vez más la información y las transacciones, la promesa de una red de valor que opera sin una autoridad central es seductora y, para él, esencial. Dorsey ve la singularidad de Bitcoin no en sus funcionalidades de pago, que a menudo son superadas en velocidad por otras tecnologías, sino en su inmutable diseño fundacional.
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