Es grato encontrarse con cuentos del calibre narrativo del escritor Oswaldo Estrada, su libro Luces de emergencia está conformado por 11 historias que abordan temas de marginalidad, migración, desigualdad, comida regional, música y lesbianismo, por citar algunos temas, desde la perspectiva de un académico que se apasiona con el lenguaje como una salida de emergencia ante tanta repulsión cotidiana. A continuación una charla con el narrador peruano alrededor de su reciente trabajo, publicado en México por Textofilia.
TXT:: Juan N Becerra
¿Qué le ha aportado la migración a tu proyecto narrativo?
Muchísimo. Para todos los que hemos dejado nuestro país de origen en busca de mejores oportunidades laborales, académicas, siempre hay un antes y un después de ese viaje. Porque a partir de entonces adquieres una nueva conciencia de tu lugar en el mundo. Antes de dejar el Perú, a los catorce años, nunca cuestioné si era o no era peruano, si el español era mi lengua materna, si yo representaba una minoría o no. Al llegar a Estados Unidos me di cuenta que hay cosas muy propias de mi cultura que me hacen diferente a los otros: giros lingüísticos, modismos, comportamientos, formas de ser y estar en el mundo.
Sólo entonces, a la distancia, lejos de tu tierra, entiendes mejor quién eres porque analizas tu identidad con cierta objetividad, y más al estar en contacto con otros inmigrantes, otros latinoamericanos que son y no son como tú, o con otras lenguas y nuevas canciones y otras costumbres que te marcan para siempre. Mi escritura se ha enriquecido gracias a estas experiencias migratorias, sin las cuales no hubiera entendido lo mucho que se pierde en cada cruce fronterizo, ya sea físico o mental, metafórico, aunque la esperanza de estar mejor allá, en la tierra de adopción, parece pesar mucho más en la balanza. La migración me atrae como tema literario porque me define. Y en cada uno de mis personajes —centroamericanos, peruanos, mexicanos, o bolivianos— siempre hay algo de mí.
Platícanos de su personaje: Romántico Incorregible.
Creo que yo soy un romántico incorregible, pero no creo que mis personajes lo sean. O no siempre. Tal vez ese espíritu se note en las letras de alguna canción que recuerdo al momento de escribir, y que incluyo en el cuento porque la trama me lo pide. En la pasión de algún poeta que vive de verso en verso en alguno de mis cuentos. O en la nostalgia que a veces siente uno u otro personaje por su tierra, por el mundo que dejó atrás. A mí me gusta pensar que mis personajes son, más bien, guerreros, sobrevivientes. Me gustan las mujeres que luchan con uñas y dientes por alcanzar su libertad. O los niños que se aferran a la vida, aunque enfrenten una serie de obstáculos en el camino. O los viejos que en el último tramo de la vida, en una residencia para ancianos, hacen todo lo posible por vivir y morir con dignidad.
¿Qué es lo que extraña más de Lima?
Mi lugar en la mesa. Mi casa. Conversar con mi abuela mientras cocinamos juntos en la cocina de toda la vida. Ir a comprar el pan recién hecho con mi abuelo. Los cumpleaños con la familia. La conversación con los amigos. La garúa infinita. ¿Ves? Ahí está el romántico incorregible que percibes en mi escritura. Aunque también muero por la comida y ahora que me preguntas esto me encantaría probar un cebiche, un tiradito, un lomo saltado, un arroz con pato, un cabrito a la norteña. Tomar un pisco sour, un chilcano. Caminar por el malecón de Miraflores y sentir la brisa del mar. Sentarme en un bar bohemio de Barranco y ponerme a cantar.
¿Nos puede compartir música y lecturas que ha consumido en 2024 para las y los lectores de Marvin?
Uy. Con la música soy muy ecléctico. Paso de la música soul en inglés al pop latino, a las cumbias y rancheras, los corridos, o a las salsas y bachatas. Tengo debilidad por los boleros, por la música criolla y los ritmos afroperuanos. Tengo la suerte de estar con gente que adora la música y de vez en cuando me dejan un micrófono y me pongo a cantar como loco.
He leído varios libros que me han impactado este año. Las malas de Camila Sosa Villada, Ceniza en la boca de Brenda Navarro, Nuestras mujeres de Jennifer Thorndike, Herida fecunda de Sandra Lorenzano. Y también La lealtad de los caníbales, de Diego Trelles Paz, La vida papaya en Nueva York, de Ulises Gonzales, Libro de la tentación y del olvido de Carlos Villacorta, o Lengua madre de María Teresa Andruetto y El matrimonio de los peces rojos de Guadalupe Nettel.
¿Hay que tener listas siempre las luces de emergencia y la esperanza?
Siempre. Eso definitivamente. No importa qué tan difícil sea la situación por la que estás pasando, los muchos obstáculos que se presentan frente a ti, las trabas, los golpes de la vida, las decepciones, siempre, siempre hay una luz que te indica una salida, siempre es posible encontrar un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.
*También te puede interesar: Alejandro Zambra: “La música es la forma perfecta de conocimiento”
The post Oswaldo Estrada: “Me gustan las mujeres que luchan con uñas y dientes por alcanzar su libertad” appeared first on Revista Marvin.