Oksana Linde: “Mi cerebro siempre está con alguna música que no me deja en paz”

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Oksana Linde es una música venezolana, pionera de la electrónica en América Latina cuyo trabajo, como el de otras mujeres, se desconocía. Fue apenas en 2022 cuando el sello peruano Buh Records lanzó al mundo Aquatic and other worlds, un primer disco que, escribimos en Marvin, “probablemente se escuche primitivo, pero al mismo tiempo es futurista, fresco, espontáneo y dotado de una vitalidad en cada uno de los cortes que lo conforman”.

Travesías, el segundo trabajo de Oksana Linde, es misterioso, amable, perlado de sonidos agradables en donde cada uno de ellos es como una puerta que se abre a diferentes fragmentos de un mismo paisaje y al final del mismo tenemos el cuadro completo. Pero también, dentro de esa amigabilidad, de pronto se cuela un sonido disrruptor (“Mundos flotantes”) que rompe el embeleso. Hay momentos inquietantes, como el sonido que se escucha en los comienzos de “Horizontes lejanos”, pisadas firmes, retumbantes, pero en donde no deja de advertirse la pregunta de qué se encontrará al final del camino.

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La vida de esta mujer es un ejemplo de lucha. Su verdadero amor está en la Ciencia, pero tuvo que separarse de ella por el ambiente altamente tóxico existente en el área de investigación en la cual trabajaba. Expuesta a vapores dañinos, sin la protección adecuada, sufrió una desmielenización de partes de su cerebro que le afectaron la memoria e incluso a sus dos hijas. Hoy, Oksana Linde hace música y vive no sin dificultades, porque en su cabeza hay periodos de tiempo completos que han sido borrados; pese a ello, ya hay un tercer disco en proceso curado por Luis Alvarado, alma de Buh Records y responsable de haber dado a conocer al mundo el trtrabajo de esta mujer que combina melodías de reminiscencias clásicas con sonidos futuristas.

He aquí, una charla con esta fémina donde nos cuenta no sólo de cómo llegó a la música electrónica; también habla de la mujer latinoamericana en los ochenta y los problemas enfrentados no solamente para crear, sino también para trabajar.

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¿De todos los instrumentos posibles qué le hizo escoger el sintetizador para expresarse?

Desde niña tocaba piano de oído. Los sintetizadores con teclado permitían obtener infinidad de sonidos con aquello que me era familiar, tocar piano. Con el empleo de la grabadora y trabajar con varias pistas, estaría manejando algo con lo que estaba familiarizada = teclado. Y poder “componer” con diferentes sonidos (instrumentos musicales que no podría tocar), música que pudiese tener sonidos de diferentes instrumentos, texturas, timbres, etc. Es decir, una especie de pequeña orquesta o conjunto de música. Como el polymooog que empleé, tiene teclado, era para mí conveniente. Al ser polifónico, era una ventaja. Junto con el moog source (monofónico), y además el casio CZ-11, la cámara de eco y el grabador de cuatro canales TEAC 3440, equipos que tuve por un tiempo, sumergirme en ese mundo fue fascinante y de alguna forma terapéutico.  

Venezuela en la década de los ochenta. ¿Cómo era la vida para una mujer que deseaba incursionar en  la música? 

Desde hace mucho tiempo, no sabría decir cuánto, en Venezuela han existido escuelas y conservatorios de música. Hubo una época cuando nuestro país estaba en desarrollo en muchos campos. La música fue muy importante siempre. Creo que es importante en todo el mundo.  Venezuela tuvo a una gran pianista, Teresa Carreño, quien es para todos nosotros una figura excepcional. Por cierto, recuerdo haber conocido cuando tenía como 10-12 años, a la gran Eva María Zuk, quien nació en Polonia (era polaco-ucraniana). Era una joven dos años mayor que yo, sumamente agradable y discreta. Ya entonces una pianista excelente. Emigró a México y adquirió la ciudadanía mexicana. 

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No sé exactamente como era la vida para quienes estudiaban música en los años 1980.

Esa década fué bastante compleja para mí. Una mujer casada, con dos hijas (me casé en 1969, mis hijas nacieron en 1973 y 1974), enamorada eterna de la Ciencia y deprimida por haber tenido que dejar los laboratorios por intoxicación, que no fue una simple enfermedad, sino que luego de varios años se demostró que tuve desmielinización de partes del cerebro. Había sido mal medicada  e inclusive me llamaron algunos “loca”. Había perdido la memoria de absolutamente toda la carrera, del postgrado (nunca más logré recuperar todos esos conocimientos, he intentado estudiar de nuevo. Pero ya no es igual).  

Estaba de reposo médico por depresión severa (luego supe que la gran cantidad de tóxicos con los que trabajé me habían dañado ciertas regiones, que tuve edema cerebral, eso se vio ya a finales de los ochenta). Ello explica por qué perdí memoria de años completos y de toda la carrera, de trozos de mi vida. Casi no recordaba cómo eran mis hijas de pequeñas, y otros pedazos de recuerdos se fueron para siempre. Tenía 33 años, no era demencia como dijeron las autoridades del Instituto para lavarse las manos. Mucho tiempo con depresión mayor. No sabía que los solventes pueden producirla. Y se sumó la depresión por tener que abandonar la carrera. La música, como digo, fue un refugio que me ayudó en parte a exorcizar el dolor de haber dejado los laboratorios obligada. Pero nunca se ha ido el pesar de que mis hijas sufrieron consecuencias porque no sabía que había muchísimas fallas de seguridad laboral. Ni el hecho de que por estar enferma no pude ayudar a mi madre y hermanos cuando lo necesitaron. No siempre te das cuenta de que estás respirando solventes u otros compuestos. Algunos no tienen olor… el mercurio… Varios permanecen a una altura entre medio metro a tres metros, y se difunden lentamente.  Se burlan de uno si se queja. Son muchos los detalles. 

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Todo eso tan largo para intentar explicar que no sé como era la vida de las mujeres que se dedicaban entonces a la música y que mi caso no era estándar. En algunos artículos salen cosas que se imaginaron quienes los escribieron, como que dejé mis amados laboratorios para dedicarme a la música. En otro lado sale que para dedicarme a las artes plásticas… No. Opinan sin investigar/preguntar.  

Algunas mujeres salieron a otros países, mientras que muchas se quedaron estudiando en Venezuela, con muy buenos profesores. Hubo mujeres estudiando música electrónica, electroacústica en al menos una universidad en Caracas (Universidad Simón Bolívar), pero no sé si en los años ochenta. En el Instituto de Fonología, que ya tenía varios años, estudiaron algunas. Mucha gente estudiaba música. Hace 50 años se fundó El Sistema. Y creció. Se fundaron núcleos en diferentes ciudades. Algunos músicos muy buenos que estudiaron en esos núcleos han tenido éxito afuera.

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En su formación, la música clásica tiene un lugar importante, pero, ¿que la hizo encaminarse a la electrónica para hacer música? 

Yo escuchaba música clásica. Iba a conciertos con frecuencia. Tocaba algunas piezas, pero como el oído armónico me ayudaba, no estudié piano con seriedad. Por ello no puedo tocar piezas complejas que requieren mucha agilidad. Me siento a “desarreglar” o hago arreglos no muy profesionales. Toco música de grupos y músicos que he escuchado desde hace mucho. Estudié muy poco, casi nada. En Cumaná, en la Universidad de Oriente, donde comencé a estudiar Química, esperando especializarme en oceanografía, escuché algo de esa nueva música (electrónica, electroacústica) con sonidos extraños o imposibles de lograr con instrumentos acústicos.

Aunque pude escuchar algo a los 11-14 años, de la música electroacústica experimental de Alfredo Del Mónaco (quien era compañero en la Universidad Católica Andrés Bello, de mi hermana Irma, quien falleció a los 35 años en 1974), no me llamó la atención sino como algo novedoso, pero desprovisto de melodía. Posteriormente otras obras sí me parecieron interesantes. Él se dedicó y estudió afuera. Regresó. Lo volví a ver. Cuando era niña, él quería que yo aprendiera a tocar piano con el maestro Moisés Moleiro y convertirme en pianista, pues supuestamente yo hubiese podido aprender rápidamente. Pero mi madre le dijo (algo que me contó ella años después), que yo era demasiado tímida para ser concertista. 

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Así, pues, escuché como estudiante universitaria discos que traían de Europa, de Norteamérica, y me llamó mucho la atención escuchar esos sonidos. Sonidos de ciencia ficción, cósmicos, extraños, a veces ruídos que no me gustaban. Formé parte en 1968, o un poco antes, de un grupo de música donde más de la mitad de los integrantes tenía estudios académicos. Tocábamos temas de película, bossa nova, jazz tradicional, etc. Entonces, una profesora de piano quería darme clases sin costo porque consideraba que yo tenía potencial para tocar piezas complejas de diferentes compositores. No acepté la oferta y lo lamento. Estaba muy ocupada con los estudios, fundamos un club de excursionismo y a veces íbamos en el buque del Instituto Oceanográfico a recorrer las costas. Además, formé parte del club de amigos de la música clásica. Y el conjunto de música “moderna” tenía actividades y ensayábamos con cierta regularidad. En la residencia exigían que las estudiantes llegásemos antes de las 7-8  pm. 

La Ciencia es exigente. Yo me la pasaba en la biblioteca y los laboratorios, además de las actividades que menciono. Para dedicarme en serio a la música clásica necesitaba deshacerme de las malas mañas que tenía por tocar de oído desde los tres años y medio. Con los instrumentos para dedicarse a la música electrónica que comenzaron a llegar posteriormente a Venezuela, se lograba hacer cosas que te hipnotizaban. Y tuve luego la oportunidad de familiarizarme con esa posibilidad. Las circunstancias no me permitían comenzar a estudiar piano de manera disciplinada. Por allí han escrito que yo “compongo” algo como música clásica-moderna, o de la escuela alemana. Casi nunca soy juez de lo que hago y en muchas piezas encuentro defectos. Y me han comparado con diferentes músicos, que mi música recuerda a tal o cual autor. ¡Nunca lo hubiese imaginado! Qué locura. Siempre seguí escuchando música clásica, asistiendo cuando podía a conciertos. No siempre tuve piano. 

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Cómo trabaja Oksana Linde, compone e interpreta, improvisa, ¿cómo lo hace?

Puedo componer de manera elemental y hacer modificaciones a medida que interpreto. O quedarme en una idea que originalmente se ha instalado en mi mente. Hay veces que improvisaba y escuchaba bien la primera pista, para decidir cómo hacer la segunda, tercera, etc. La pieza va tomando cuerpo. Dado que no escribo sino que tiendo a hacer signos, rayas, flechas, a veces ya ni sé lo que significan. Tengo una notación personal que luego no comprendo bien… jajaja (alguna forma de  sinestesia, que hay en la familia, con diferentes manifestaciones).                                           

Imagino que muchos músicos comienzan improvisando y le van dando forma a su idea. Yo grababa lo que hacía. A veces no me gustaba y lo dejaba. En otras ocasiones salía en poco tiempo. Aún me asombra. No sé cómo hice lo que hice en muchos casos. Nunca podría repetir, por ejemplo “Mariposas acuáticas”. No tengo una única manera de componer, todo depende del momento, la intención, inspiración. Y puedo improvisar por un tiempo mas o menos largo y luego intentar hacer algo que tenga cierta coherencia. Tiendo a que las obras tengan armonía, melodía, o lo que me parezca en el momento. Pero otras piezas pueden ser muy diferentes. Mi falta de formación puede ser un obstáculo. Escucho mi interior. Mi cerebro siempre está con alguna música que se instala y no me deja en paz. Eso no necesariamente es algo negativo. Uno nunca sabe cuándo la musa se pasea por el proceso creativo, a veces interrumpiendo lo que quiero lograr, a veces mejorando la idea original. Cuando toco algunas piezas, hago desarreglos más que arreglos. A veces mezclo diferentes obras (Telemann y Vivaldi o Bach, por ejemplo). Tengo un piano al cual le fallan varias teclas, pero algo se logra. Tiendo a repetir piezas que me gustan. Tengo obras que no se parecen en nada a lo que se ha editado. “Chaotic dance”, por ejemplo. Sin ser fan para nada del reggae, “Reggaetronic”, que me tomó solamente unas 3-4 horas una madrugada.  

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Travesías, su más reciente disco, ¿cómo nació, qué la inspiro en ese momento?

Varias piezas fueron compuestas para ser presentadas en una especie de historia fantástica surreal, “Travesía acuastral” a donde se entra por un sueño que es un poco inquietante o pesadilla a ratos. Esa pieza no está en el disco.   Otra, “Habitantes de la orilla”, la visualizo como actividades de seres de pequeñas dimensiones. Pueden ser insectos hábiles o animalitos de la orilla, que tienen actividades que transmito con sonidos. Pero es de libre interpretación. Todo es fantasía. En el mundo surreal todo puede cambiar en cualquier instante. “Oasis”, “Caminos”, “Caravana de gitanos” son parte de esa “historia”.  Alvarado (Buh Records) eligió en este caso piezas que tienen características mas apropiadas para meditación, relajación. 

Quería, a lo largo de mi actividad en la música,  que algunas piezas sonaran francamente sinfónicas, con más melodías que recordasen a Sibelius, Mahler, Franck, Dvorak, Addinsell, Smétana, Rachmaninov, Debussy, Beethoven, Brahms, Mussorgsky, Schönberg, Albéniz, Granados, Milhaud, Poulenc, Barber, Albinoni, Vivaldi, Villalobos, Joaquín Rodrigo, Inocente Carreño, Elgar, Carlos Chávez, etc., etc. Son demasiados. Pero que esa influencia no me dominara.  

Es muy difícil escaparse de tantas sinfonías y piezas para diversos instrumentos que están escondidas en la memoria. Intento buscar la originalidad en lo posible. A veces piezas sencillas que pueden irse complicando dan vueltas en mi cerebro, muchas piezas populares de los años 70´s, 80´s, 90´s, y de este siglo también. Hay músicos, cantantes y bandas magníficas. Uno es permeable a lo que lo rodea. Siempre vuelvo a escuchar la música que me atrae. 

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Luego de años de tener sus composiciones guardadas en un baúl, ¿que sensación  tiene de verlas publicadas finalmente?

A veces me siento casi como en un entorno irreal. No esperaba en el pasado que se editasen discos. Estoy agradecida. Y extrañada. Hice lo que hice porque era lo que llamé alguna vez, una “atracción ineludible”, poder emplear esos instrumentos

¿Actualmente compone, hay nuevos trabajos en progreso? ¿Vendrán nuevos discos en el futuro?

En progreso hay piezas que quedaron atrapadas en el secuenciador interno del último teclado que empleé, el TR88. No he podido mandar a repararlo. Además, hay piezas por desarrollar en base a algunas improvisaciones con el piano acústico, y aunque no tengo anotaciones suficientes ni me acuerdo, hay material. Si tengo la oportunidad de emplear de nuevo otros equipos dañados (entre ellos el polymoog, que aunque es un equipo que algunos desdeñan por ser viejo y no tener los mejores sonidos, fue fundamental en muchas piezas de antes. Ya no recuerdo como se maneja). Y otros que me ofreció tocar en su estudio un amigo músico.

Algo que tengo en stand-by es componer algunas piezas para piano. Algo he hecho y debo finalizarlo. Una serie de piezas cortas. No sé si vendrán nuevos discos. La improvisación es algo que no he dejado. 

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