“Hay que llamar las cosas por su nombre de vez en cuando. Yo hago música humilde, sencilla y con raíz. Canto lo que llevo dentro, reflejo así mi honestidad”. Marilia Monzón define de esta forma su perfil musical, apuntando especialmente hacia su álbum debut, Prenderé una velita, trabajo con el que visita México por tercera ocasión para, de paso, grabar el que será su segundo LP, impregnado por el folclor local que, ella misma cuenta, tanto le atrae. Ocurre que aquí, en México, la cantautora se ha atrevido a hablar del amor. “Antes me costaba mucho”, explica, “porque es algo muy íntimo. Pero ya estoy trabajándolo. No es fácil contarlo todo, es nostálgico el proceso de ir soltando”.
Lista para presentarse en el Foro del Tejedor, así como en el Foro Bizarro de la CDMX, y en FIM Pro y Portamérica Latitudes (el último par de citas ya en Guadalajara), Marilia Monzón presume que ya cuenta con el primer adelanto del trabajo que seguirá la estela de Prenderé una velita. Se trata de la canción “Agua bendita”, un tema grabado “en Coyoacán, cerquita de la casa de Frida Kahlo”. “En México se vive con mucho respeto y generosidad la música, por eso siento que tengo que venirme una temporada a vivir aquí, al menos unos cuatro meses”, refiere la cantautora en entrevista. “Quiero estar cerca toda la música que hay acá y que me cautiva, el folclor latinoamericano que convive tan bien con el del lugar de donde vengo, Canarias. La Ciudad de México está muy viva, dentro del caos que también posee me siento muy tranquila, en paz”.
¿A quién le estas prendiendo una vela con tu música, Marilia?
A las mujeres de mi vida. Siempre vi prender velas a mi madre, tías, abuela y hermanas, como para atraer cosas buenas. Hacer eso es un acto de fe, de esperanza, muy bonito. Como Prenderé una velita es mi carta de presentación, pues tenía que estar muy clara con lo que quería contar, y qué mejor inicio que hablar de todas estas mujeres que me han hecho ser quien soy hoy en día.
Tuve la suerte de trabajar con gente maravillosa en estas canciones, fue un proceso muy cuidado, hecho con amor y paciencia. Al final, en esta industria loca donde todo va tan rápido, personalmente valoro mucho las cosas que se trabajan así, lejos de la inmediatez. He recogido mucho aprendizaje con este álbum, de todas las cosas buenas que me han pasado, de las oportunidades que recibido para llevar mis canciones a lugares que jamás imaginé, como Colombia o México, además de sitios de España que no conocía. Es una buena carta de presentación este álbum. Ahí está mi raíz, mi familia. Hay mucho amor.
Y tu tierra natal también está allí, en tu música.
Vengo de unas islas muy ricas en paisajes. Tenemos playa, campo, desierto. Hay ecosistemas diversos que conviven muy bien juntos. Vivir la infancia en una isla marca la visión. Además, crecí en un círculo muy sano y respetuoso, con una familia maravillosa. La verdad es que estoy agradecida por haber nacido allí porque, además, el folclor canario tiene mucha influencia del latinoamericano, y eso ha estado muy presente en casa desde que era pequeña. Mercedes Sosa, Violeta Parra, Atahualpa Yupaqui. Todo gracias a mi madre. Aunque en mi casa nadie se dedica a la música. He intentado hacer experimentos para que alguien entone una nota o pulse un acorde en la guitarra, pero nadie.
Entonces, ¿de dónde te viene el ansia de expresión musical?
A ver, yo era muy llorona de pequeña. Mi padre se quedaba dormido en los semáforos porque yo no lo dejaba dormir de tanto que lloraba todas las noches. El Pediatra le dijo a mis padres, esta niña tiene muy buenos pulmones, va a ser cantante. Mi madre me llevó a clases de música y me relajaba tanto escuchando música que me dormía. A los cinco me tenías todos los días en casa cantando canciones de Rocío Dúrcal. Yo iba a por todas, buscaba algo grande. Tengo videos míos, yo bien chiquita, cantando “La gata bajo la lluvia” con el control de la tele como micrófono. Luego tomé cursos de piano y guitarra, me mudé a Madrid y a partir de que cumplí 18 todo esto se volvió más profesional.
En ese andar profesional, ¿con quiénes te identificas?
Creo que cada vez tengo más suerte, porque veo gente empujando la misma piedra que yo. Es precioso darse la mano para caminar hacia adelante con artistas como Silvia Pérez Cruz y Valeria Castro; o Natalia Lafourcade y Silvana Estrada. No sé, hallarme en los discursos de esa gente a la que admiro me gusta. Coincidir en el espacio y el tiempo. Pisar la misma tierra que otros es bonito.
Decías que te gustaría vivir una temporada en México, ¿qué es lo que más te ha impactado de esta visita que estás viviendo?
Tuve la oportunidad de ir a La Villa y, mira, se me pone la piel chinita de recordarlo. Fue una experiencia preciosa, cautivadora y conmovedora. Pasé varias horas recuperándome de lo que viví allá. Había un coro dentro de la iglesia, parecía que me daba la bienvenida, una cosa muy linda. En una de a las experiencias más bonitas que me han pasado en México. Insisto, me tengo que venir a vivir una temporada, los mexicanos me están acogiendo muy bien.
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