El nu metal irrumpió a finales de los 90 como un torbellino que mezclaba rabia, grooves pesados y una estética que capturó a una generación desencantada. Bandas como Korn, Limp Bizkit y Slipknot no solo dominaron las listas, sino que redefinieron el metal para una audiencia masiva. Pero el género, con su mezcla de experimentación y actitud, también fue un terreno resbaladizo. No todo lo que salió de esos años —o de su resaca en la década siguiente— mantuvo el fuego inicial. Algunos discos, incluso de los nombres más grandes, se estrellaron por falta de rumbo, cambios mal calculados o simple agotamiento. Aquí desentrañamos cinco trabajos que, por distintos motivos, se cuentan entre los tropiezos más notorios de las titanes del nu metal. Esto no es una sentencia, sino un análisis crudo de momentos en que la chispa no prendió.
1. Korn – Untitled (2007)
Korn sentó las bases del nu metal con discos que eran pura víscera, pero para 2007 la banda estaba en un cruce extraño. La salida de Brian «Head» Welch en 2005 dejó un hueco que no supieron llenar, y Untitled llegó como un experimento deslavado. Jonathan Davis apostó por atmósferas electrónicas y texturas más suaves, alejándose del filo crudo que los había definido. Canciones como «Evolution» intentaron mantener algo de punch, pero el resultado fue un disco que suena perdido, como si la banda no supiera hacia dónde ir. Las ventas tibias y la recepción mixta —Rolling Stone lo calificó como «interesante pero desigual» en su reseña del 31 de julio de 2007— reflejan un momento de desconexión. No es que carezca de ideas; es que no las aterriza.
2. Limp Bizkit – Results May Vary (2003)
Limp Bizkit era el rey del exceso y la provocación, pero cuando Wes Borland abandonó el barco tras Chocolate Starfish and the Hot Dog Flavored Water, el castillo empezó a tambalearse. Results May Vary es el sonido de Fred Durst buscando un salvavidas. Sin el toque distintivo de Borland, el álbum se apoya en guitarristas invitados como Mike Smith y salta entre baladas cursis y arrebatos forzados. El cover de «Behind Blue Eyes» de The Who fue un éxito radial, pero también un símbolo de cuánto se habían desviado del rap-metal que los catapultó. Publicado el 23 de septiembre de 2003, el disco vendió menos que sus antecesores y cosechó críticas que apuntaban a su falta de identidad (Billboard, octubre de 2003). Es un retrato de una banda a la deriva.
3. Linkin Park – A Thousand Suns (2010)
Linkin Park siempre tuvo un pie en la evolución, pero A Thousand Suns los llevó a un terreno que muchos fans no estaban listos para pisar. Lanzado el 14 de septiembre de 2010, este álbum conceptual dejó atrás las guitarras afiladas y los gritos de Chester Bennington por un paisaje electrónico y reflexivo. Temas como «The Catalyst» muestran ambición, pero el enfoque en interludios y capas sonoras sacrificó la inmediatez que había hecho de Hybrid Theory un monstruo. La crítica lo recibió con división: algunos alabaron el riesgo, otros lo vieron como un desvío pretencioso. Las ventas iniciales fueron sólidas, pero el desgaste en la base de fans del nu metal fue evidente en foros y reseñas de la época (ver archivo de Alternative Press, octubre de 2010). Es un disco valiente que no encontró su lugar.
4. Slipknot – All Hope Is Gone (2008)
Slipknot construyó su legado con una furia que era tanto visceral como teatral, pero All Hope Is Gone, lanzado el 26 de agosto de 2008, mostró grietas en la armadura. Tras la intensidad de Iowa, este cuarto álbum buscó un equilibrio entre caos y melodía que no terminó de cuajar. «Psychosocial» y «Dead Memories» funcionan como ganchos, pero el resto se inclina hacia un metal más pulido, casi radiable, que diluye la esencia impredecible de la banda. Corey Taylor admitió en entrevistas posteriores que las tensiones internas afectaron el proceso (Kerrang!, agosto de 2008). No es un fracaso comercial —debutó en el #1 de Billboard 200—, pero para los puristas, fue un paso hacia la domesticación que no todos perdonaron.
5. Deftones – Saturday Night Wrist (2006)
Deftones ya había comenzado a desmarcarse del nu metal con White Pony, pero Saturday Night Wrist, lanzado el 31 de octubre de 2006, es un capítulo errático en su transición. Las peleas internas entre Chino Moreno y el resto de la banda, junto a problemas con el productor inicial Bob Ezrin, dejaron un disco que se siente fragmentado. «Hole in the Earth» tiene peso, pero otros cortes como «Rapture» carecen de la cohesión que suele definirlos. La crítica lo recibió con tibieza —Pitchfork le dio un 6.2/10, señalando su falta de enfoque—, y aunque no es un desastre, queda opacado por el resto de su catálogo. Es el sonido de una banda talentosa tropezando consigo misma.
Reflexión final
El nu metal fue un espacio de libertad y contradicciones, y estos discos reflejan lo que pasa cuando las bandas intentan salir del molde o simplemente pierden el norte. No son catástrofes absolutas —cada uno tiene sus defensores—, pero sí marcas de un género que, para bien o para mal, no siempre supo envejecer. Korn, Limp Bizkit, Linkin Park, Slipknot y Deftones sobrevivieron a estos baches, algunos con más gracia que otros. La pregunta queda abierta: ¿fueron estos trabajos errores inevitables o simplemente pasos incómodos en trayectorias más grandes? El debate, como el nu metal mismo, sigue vivo.