Los 5 bajistas más salvajes en la historia del metal

Cliff Burton

El bajo en el metal ha sido, en muchas ocasiones, un elemento subestimado. Su función rítmica y su ubicación en la mezcla lo han mantenido en un segundo plano respecto a las guitarras y la batería. Sin embargo, hay músicos que han transformado ese rol y lo han convertido en un pilar de energía en el escenario. Algunos bajistas han desafiado el papel tradicional de su instrumento, no solo en términos sonoros, sino también en presencia escénica, ejecución y actitud.

Mientras que la mayoría de los bajistas suelen mantener una postura más reservada, hay quienes han llevado su desempeño a un nivel de intensidad difícil de ignorar. Ya sea por su técnica agresiva, su manera de moverse o la forma en que han impuesto una presencia dominante, estos músicos han convertido el bajo en un arma de expresión visceral. Aquí están cinco de los más salvajes en la historia del metal.

Steve DiGiorgio (Death, Sadus, Testament, múltiples proyectos)

La rapidez con la que Steve DiGiorgio ataca las cuerdas es solo una parte de su estilo. Su ejecución en un bajo sin trastes, poco común en el metal extremo, es solo el punto de partida de su carácter sobre el escenario. En Sadus, una banda que ya de por sí manejaba un caos controlado, su manera de tocar reflejaba una energía fuera de lo habitual. No es un bajista que simplemente siga las guitarras; es un motor rítmico que inyecta velocidad y agresión con líneas de bajo que parecen desafiar la estabilidad de las canciones.

Cuando trabajó con Death, su presencia no se limitó a reforzar el sonido, sino que agregó una dimensión completamente diferente a los discos en los que participó. Su capacidad para moverse a través de estructuras complejas sin perder la intensidad es una de las razones por las que su estilo se ha mantenido como una referencia en el metal extremo. En vivo, su ejecución es igual de incontrolable, con movimientos agresivos que acompañan cada nota.

Cliff Burton (Metallica)

El bajo en Metallica nunca tuvo un papel tan protagónico como cuando Cliff Burton estuvo en la banda. Su forma de tocar estaba lejos de ser la de un bajista convencional. Tenía un enfoque de guitarra solista, utilizando distorsión, efectos y una dinámica que lo hacía sobresalir incluso en un contexto donde las guitarras eran predominantes.

Durante los primeros años de Metallica, se podía ver a Burton en el escenario completamente inmerso en su interpretación. Movimientos violentos de cabeza, un headbanging que parecía no tener fin y un ataque a las cuerdas que no daba tregua. En canciones como Anesthesia (Pulling Teeth), el bajo no solo se escucha, sino que se impone. Su energía no dependía de la velocidad, sino de la actitud con la que abordaba cada tema. Su presencia escénica y su ejecución en vivo lo convirtieron en un bajista que no solo se escuchaba, sino que se sentía.

Peter Steele (Carnivore, Type O Negative)

Antes de ser el enigmático líder de Type O Negative, Peter Steele era parte de Carnivore, una banda donde su agresividad al bajo se reflejaba en cada presentación. Su enfoque era más físico que técnico, atacando las cuerdas con una fuerza que encajaba con la naturaleza cruda de la banda.

Cuando su música cambió de dirección en Type O Negative, su ejecución no perdió esa intensidad. Aunque los tempos se volvieron más pausados y la atmósfera más densa, Steele mantenía una actitud en el escenario que no pasaba desapercibida. Su estatura y la manera en que manipulaba el instrumento lo hacían parecer una presencia dominante. Su forma de tocar era menos estructurada y más instintiva, lo que lo diferenciaba de otros bajistas de su generación.

Lemmy Kilmister (Motörhead)

Si hay alguien que transformó la idea de lo que el bajo podía hacer en el metal, ese fue Lemmy Kilmister. En Motörhead, su bajo no era un elemento de fondo, sino el núcleo del sonido de la banda. Tocaba con una agresividad que lo hacía sonar más como una guitarra rítmica, con una distorsión que generaba una pared de sonido difícil de igualar.

Su presencia en el escenario era inconfundible. De pie, con el micrófono inclinado hacia arriba y su Rickenbacker golpeando con fuerza, Lemmy se convirtió en la imagen de la actitud inquebrantable del rock y el metal. No era un músico que se limitara a mantener el ritmo; su ejecución era un asalto sonoro constante, con rasgueos que parecían desafiar la estructura de las canciones.

David Vincent (Morbid Angel, I Am Morbid)

En el death metal, donde la velocidad y la brutalidad son esenciales, pocos bajistas han logrado imponer su presencia como David Vincent. En Morbid Angel, su manera de tocar el bajo iba más allá de seguir la guitarra; su ejecución añadía peso y ferocidad al sonido de la banda.

En vivo, Vincent proyectaba una energía que lo hacía parecer más que un simple bajista. Su postura en el escenario, su manera de moverse y la forma en que atacaba las cuerdas contribuían a la intensidad de los conciertos. Aunque su técnica no se basa en la complejidad, su presencia física y la agresividad con la que toca el bajo lo han convertido en una de las figuras más imponentes del metal extremo.

Conclusión

Estos bajistas han demostrado que el bajo en el metal no tiene que ser un instrumento discreto. Cada uno, a su manera, ha llevado su ejecución a un nivel que trasciende la función tradicional del instrumento. No solo han aportado al sonido de sus bandas, sino que han transformado la manera en que el bajo es percibido en el metal. En un género donde la energía es un componente esencial, estos músicos han logrado que su instrumento sea una fuerza en sí misma.

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