¿Por qué Chile lidera? Exploramos los pilares de estabilidad y las reformas que impulsaron su competitividad regional.
La conversación sobre el progreso económico en América Latina a menudo se estanca en la búsqueda de soluciones mágicas o atajos rápidos. Sin embargo, en medio de esta inestabilidad, Chile ha forjado una trayectoria que lo ha posicionado, de manera persistente, como el país más competitivo de la región. Su caso no se basa en un hallazgo repentino, sino en la aplicación tenaz y metódica de principios que priorizan la estabilidad por encima de la retórica. La clave de la llamada «fórmula chilena» reside en un entendimiento fundamental: el desarrollo de una nación es un proceso de acumulación constante, consistencia y estabilidad; no un salto dramático.
El motor inicial del éxito chileno fue la consagración de la estabilidad macroeconómica. A diferencia de muchos de sus vecinos, que han navegado por ciclos de hiperinflación y devaluación dramática, Chile tomó decisiones fundamentales que blindaron su economía de la volatilidad política. Una de las más cruciales fue la autonomía de su Banco Central. Al despolitizar la política monetaria, se aseguró que las decisiones sobre la tasa de interés y la gestión de la inflación se basaran en criterios técnicos y objetivos de largo plazo, y no en las presiones coyunturales de los ciclos electorales.
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