En un ecosistema musical todavía dominado por nombres masculinos y estructuras rígidas, las mujeres que están al frente del metal español en 2025 no buscan aprobación ni lugares simbólicos: simplemente ocupan el espacio con autoridad, talento y proyectos sólidos. Lejos de los discursos decorativos, estas artistas han conseguido mantenerse —y en muchos casos crecer— en un circuito exigente, donde la consistencia pesa más que las etiquetas.
No se trata de una “ola” ni de una “tendencia” momentánea. La presencia femenina en el metal español viene tomando forma desde hace años, pero en este momento se manifiesta con mayor nitidez gracias a proyectos que no necesitan introducción forzada ni explicaciones de género. Bandas como Bloodhunter, Ankor, Eternal Psycho, Guadaña u Oker no giran en torno a la figura de una frontwoman como adorno: son proyectos colectivos donde la mujer lidera desde lo creativo, lo vocal y lo escénico, sin atajos ni mitificaciones.
Diva Satánica, vocalista de Bloodhunter, es posiblemente uno de los rostros más reconocibles del death metal ibérico actual. Su técnica vocal no se queda en la potencia: hay control, matices y una visión artística clara detrás de cada disco. La banda ha girado extensamente por Europa y su presencia en festivales especializados ha dejado de ser una anécdota para convertirse en una constante. Diva también ha participado en colaboraciones internacionales, consolidando su estatus más allá del circuito español.
En una orilla muy distinta pero igualmente fértil, Jessie Williams, al frente de Ankor, lleva el metal alternativo hacia espacios híbridos donde conviven riffs afilados con melodías coreables. La banda ha sabido renovarse con una identidad que no depende de etiquetas ni poses posturales. En 2025, siguen girando por el continente con un sonido que se sostiene tanto en estudio como en directo.
El metal industrial también tiene su rostro femenino con Beka Psycho, vocalista de Eternal Psycho. Su propuesta es menos acomodaticia, más cruda y envolvente. Hay una puesta en escena marcada por el artificio oscuro, pero lo esencial está en la estructura de las canciones y el discurso lírico, que rehúye los clichés habituales del género sin caer en discursos panfletarios. La banda no busca complacer, y eso se nota.
En el terreno del heavy metal clásico, Gloria Romero de Guadaña sigue siendo un referente de permanencia. Su voz se mantiene firme, y la banda continúa grabando y girando con una ética de trabajo que no depende de modas ni cambios de ciclo. Su propuesta está profundamente enraizada en la tradición del heavy español, pero no vive de la nostalgia.
Algo similar ocurre con Carmen Xina, de Oker, cuyo enfoque parte de los códigos tradicionales del heavy metal pero añade una dosis escénica que rompe con lo previsible. En sus directos, el mensaje se transmite con claridad: esto no es un homenaje ni una reconstrucción, sino una forma vigente de hacer metal con actitud y sin adornos innecesarios.
Estas artistas no forman una “escena femenina” ni una “subcategoría” dentro del metal: compiten, crean y se desarrollan en las mismas condiciones que cualquier otro proyecto relevante. Lo interesante de 2025 es que ya no hay necesidad de justificar su presencia. Están ahí porque sus bandas funcionan, porque llenan salas, porque graban discos potentes y porque el público responde.
El metal español sigue siendo un territorio complejo y fragmentado, donde las escenas no siempre dialogan entre sí. Pero en medio de esa heterogeneidad, la presencia de mujeres liderando proyectos sólidos no sólo es evidente, sino que está marcando el ritmo de muchas de las propuestas más activas del momento. No son cuota, no son símbolo: son parte del engranaje real. Y eso es, quizás, el cambio más significativo.