Las 10 primeras bandas de metal de América Latina

El metal en América Latina no llegó como un eco lejano de Inglaterra o Estados Unidos; se gestó en las entrañas de un continente marcado por dictaduras, desigualdad y una necesidad visceral de gritar. A mediados de los 70, mientras Black Sabbath y Judas Priest moldeaban el género en el norte, músicos de esta región tomaban guitarras y baterías para forjar algo propio, crudo y conectado a sus realidades. No era solo ruido: era un reflejo de lo que pasaba en las calles, desde la censura en Brasil hasta los suburbios de Buenos Aires. Este artículo recorre las primeras diez bandas que abrieron camino en el metal latinoamericano, basándose en datos históricos y registros confiables, sin adornos ni exageraciones. Aquí va el conteo, con fechas, contextos y lo que cada una aportó al sonido que hoy conocemos.

1. Stress (Brasil, 1974)

En Belém do Pará, Stress arrancó en 1974 bajo el nombre Pingo d’Água, mutando a Stress en 1977. Fueron los primeros en grabar un disco de metal en Brasil, su homónimo de 1982, con un sonido que mezclaba velocidad y peso, como si el hard rock se hubiera acelerado bajo el sol amazónico. Letras sobre censura y tortura daban forma a su furia, un eco directo del régimen militar que entonces mandaba en el país. Su sencillo “O Oráculo do Judas” sonó en radios de Río, llevando el metal a oídos que no lo esperaban. [Referencia: Encyclopaedia Metallum – Stress]

2. Broncco (El Salvador, 1974)

En San Salvador, Broncco se armó también en 1974, aunque algunos apuntan a 1968 sin pruebas sólidas—la fecha más consistente es la del 74. Liderados por Vicente “Chente” Sibrián, un tipo que tocaba guitarra pese a la poliomielitis, se inclinaron por un power metal con versiones de Iron Maiden y acordes que resonaban en bares pequeños. No grabaron hasta 1999 con “B’Rock”, pero en los 70 ya eran un pilar del under salvadoreño, preparando el terreno para lo que vendría después. Su historia es pura resistencia. [Referencia: Metal en El Salvador – Wikipedia]

3. V8 (Argentina, 1979)

Buenos Aires vio nacer a V8 en 1979, con Ricardo Iorio y Ricardo “Chofa” Moreno al frente. Su disco “Luchando por el Metal” de 1983 no solo puso al metal argentino en el mapa, sino que lo convirtió en un estandarte para Sudamérica. Riffs pesados y letras sobre rebeldía encajaban con un país que salía de sombras políticas densas. Cuando se deshicieron en 1987, dejaron semillas que brotaron en bandas como Rata Blanca. Su culto sigue vivo, y no es casualidad. [Referencia: Encyclopaedia Metallum – V8]

4. Transmetal (México, 1980s – principios de los 80)

México entró al juego con Transmetal, cuya fecha exacta es difusa pero apunta a los primeros años de los 80. Desde Celaya, estos tipos mezclaron thrash y death con una crudeza que no pedía permiso. Su debut “Muerto en la Cruz” (1988) llegó tarde, pero antes ya tocaban en circuitos locales, llevando el metal a un país donde el rock aún peleaba por su espacio. Su sonido era un puñetazo directo, sin rodeos. [Referencia: Encyclopaedia Metallum – Transmetal]

5. Rata Blanca (Argentina, 1985)

Aunque surgieron de las cenizas de V8 en 1985, Rata Blanca merece su lugar por cómo llevaron el metal argentino a otro nivel. Con Walter Giardino en la guitarra, su debut homónimo de 1988 trajo melodías que podían competir con cualquier banda europea. No inventaron el género en la región, pero lo pulieron y lo hicieron sonar en estadios. Su mezcla de heavy clásico y técnica marcó un antes y un después. [Referencia: Encyclopaedia Metallum – Rata Blanca]

6. Kraken (Colombia, 1984)

Medellín dio luz a Kraken en 1984, con Elkin Ramírez liderando una propuesta que juntaba heavy metal con toques progresivos. Su primer disco, “Kraken I” (1987), llegó tras años de tocar en bares y plazas, con letras que hablaban de mitos y luchas internas. En un país sacudido por la violencia, su música era un escape y un espejo. Todavía hoy son un referente en Colombia. [Referencia: Encyclopaedia Metallum – Kraken]

7. Pentagram (Chile, 1985)

En Santiago, Pentagram se formó en 1985, con un thrash sucio y rápido que miraba a Slayer y Venom. Aunque su demo “Fatal Prediction” salió en 1987, ya venían agitando el under chileno antes. La escena local era chica, pero ellos la hicieron crecer con riffs que cortaban como vidrio. Su legado sigue en el metal extremo de allá. [Referencia: Encyclopaedia Metallum – Pentagram Chile]

8. Massakre (Chile, 1985)

También de Santiago y del mismo año, Massakre apostó por un thrash más técnico. Su debut “Massakre” (1989) llegó tras años de shows en vivo, pero desde el 85 ya eran parte del ruido subterráneo chileno. Con influencias de Metallica y un toque propio, ayudaron a que el metal en Chile no fuera solo un rumor. [Referencia: Encyclopaedia Metallum – Massakre]

9. Logos (Argentina, 1980s – mediados de los 80)

Otra rama del árbol de V8, Logos se armó a mediados de los 80 con Alberto Zamarbide y Miguel Roldán. Su disco “La Industria del Poder” (1993) llegó tarde, pero antes ya tocaban en circuitos porteños, manteniendo vivo el espíritu del metal argentino. Menos conocidos que otros, su aporte fue sostener la llama en años duros. [Referencia: Encyclopaedia Metallum – Logos]

10. Dorsal Atlântica (Brasil, 1981)

Río de Janeiro vio a Dorsal Atlântica formarse en 1981, con Carlos “Vândalo” Lopes al mando. Su demo “1982” y el disco “Dividir e Conquistar” (1986) trajeron un thrash crudo, con letras sobre caos social y política. En un Brasil aún bajo control militar, su música era un arma, y su sonido influyó en el metal extremo que vendría después. [Referencia: Encyclopaedia Metallum – Dorsal Atlântica]

Cierre con perspectiva

Estas diez bandas no solo fueron las primeras en sus países; construyeron un sonido que se alimentó de lo que pasaba alrededor: represión, pobreza, resistencia. No había presupuestos ni grandes sellos, solo ganas de hacer ruido y decir algo. El metal latinoamericano nació en garajes, bares y calles, y estas agrupaciones fueron las que encendieron la chispa. Los datos están chequeados, las fechas alineadas con registros como Encyclopaedia Metallum y archivos locales. Si quieres saber más, los nombres están ahí: escúchalos y saca tus cuentas.