El heavy metal, un género que ha roto barreras culturales y geográficas desde su surgimiento, encontró en 2013 un hito sin precedentes gracias a Metallica. Este año marcó un capítulo histórico para la banda oriunda de Los Ángeles, al convertirse en el primer grupo musical en presentarse en los siete continentes del planeta en un solo año calendario. Desde los escenarios masivos de América del Norte hasta un domo aislado en la Antártida, Metallica llevó su sonido a cada rincón del mundo, consolidando su legado como titanes del metal. Este artículo explora cómo lograron esta proeza, con un enfoque especial en el concierto que selló el récord: «Freeze ‘Em All».
Un año de conquistas globales
El 2013 fue un período intenso para Metallica. James Hetfield, Lars Ulrich, Kirk Hammett y Robert Trujillo ya habían recorrido el planeta en múltiples giras desde su formación en 1981, pero este año decidieron ir más allá. Su itinerario incluyó presentaciones en América del Norte, con paradas en festivales como el Orion Music + More en Detroit; Europa, con shows en eventos como el Rock Werchter en Bélgica; y Asia, donde arrasaron en lugares como el Changi Exhibition Centre de Singapur. África no quedó fuera, con un concierto en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, mientras que América del Sur vibró con su paso por Argentina y Brasil. Oceanía también formó parte del recorrido, con fechas en Australia, como el Soundwave Festival.
Sin embargo, faltaba un continente por conquistar: la Antártida, un lugar inhóspito donde la música en vivo parecía un sueño imposible. Metallica, conocida por su capacidad de desafiar lo convencional, encontró la manera de hacerlo realidad.
«Freeze ‘Em All»: El concierto que hizo historia
El 8 de diciembre de 2013, Metallica aterrizó en la base científica argentina Carlini, ubicada en la isla Rey Jorge, en plena Antártida. Este concierto, bautizado como «Freeze ‘Em All», no fue una presentación cualquiera. La banda tocó para un público reducido de unas 120 personas, compuesto por científicos que trabajan en el lugar y un grupo selecto de fanáticos que llegaron tras ganar un concurso organizado por Coca-Cola Zero, uno de los patrocinadores del evento.
El escenario se montó dentro de un domo transparente, diseñado para proteger a los asistentes de las temperaturas extremas y los vientos implacables del continente blanco. Además, para cumplir con los estrictos protocolos ambientales establecidos por el Tratado Antártico, el sonido no se amplificó al aire libre como en un concierto típico. En su lugar, los presentes escucharon la música a través de auriculares, una solución ingeniosa que permitió llevar el metal a este ecosistema frágil sin perturbarlo.
El repertorio incluyó diez canciones emblemáticas de la discografía de Metallica. Entre ellas destacaron «Creeping Death», con su riff galopante; «For Whom the Bell Tolls», con su icónica introducción de campanas; y «Master of Puppets», un himno del thrash metal que resonó en la inmensidad helada. La banda tocó con la misma entrega que en un estadio lleno, demostrando que el tamaño del público no define la intensidad de su arte.
Cómo se gestó el sueño antártico
La idea de tocar en la Antártida no surgió de la noche a la mañana. Según declaraciones de Lars Ulrich en el sitio oficial de Metallica, el concepto llevaba años rondando en la mente del grupo. «Siempre hemos buscado formas de llevar nuestra música a lugares donde nadie más ha ido», afirmó el baterista. La oportunidad se concretó gracias a una colaboración con Coca-Cola Zero, que vio en este evento una forma de unir música y exploración en un proyecto único.
El viaje no fue sencillo. La banda y su equipo viajaron desde Argentina hasta la Antártida en un avión especial, mientras que el equipo técnico y los instrumentos llegaron por mar. La logística incluyó la instalación del domo y la coordinación con las autoridades científicas de la base Carlini, quienes dieron luz verde al evento tras asegurar que no habría impacto ambiental. Todo esto en un lugar donde las temperaturas pueden descender por debajo de los -20 °C y la luz solar domina el verano antártico.
Un récord para la historia del heavy metal
Con «Freeze ‘Em All», Metallica no solo cerró su gira de 2013, sino que estableció un récord imbatible. Ninguna otra banda, ni en el heavy metal ni en cualquier otro género, ha logrado presentarse en América del Norte, América del Sur, Europa, Asia, África, Oceanía y la Antártida en un solo año. Este logro trasciende lo musical y se convierte en un testimonio del alcance global del metal como movimiento cultural.
El concierto en la Antártida también tuvo un impacto simbólico. En un continente sin población nativa, reservado para la ciencia y la conservación, Metallica dejó una huella que combina arte y audacia. El evento fue transmitido en línea para los fans que no pudieron estar presentes, y el archivo de la presentación sigue disponible en plataformas oficiales de la banda, como un recordatorio de este momento irrepetible.
El legado de Metallica tras 2013
Más allá del récord, el 2013 reforzó la posición de Metallica como una de las bandas más influyentes del heavy metal. Con más de cuatro décadas de carrera, discos como Master of Puppets (1986) y el Black Album (1991) en su haber, y millones de seguidores en todo el mundo, su viaje a la Antártida es solo una muestra de su capacidad para innovar. Este hito también inspiró a otros artistas a buscar desafíos fuera de lo convencional, aunque ninguno ha igualado esta hazaña.
Para los fanáticos del metal, «Freeze ‘Em All» es más que una curiosidad histórica; es una prueba de que el género no conoce límites. Metallica llevó el rugido de las guitarras y el retumbar de la batería a un lugar donde el silencio suele reinar, demostrando que la música puede llegar incluso al fin del mundo.