La mejor canción de cada uno de los discos de Metallica

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Metallica no es solo una banda; es un monolito sonoro que ha tallado su nombre en la piedra angular del metal durante cuatro décadas. Desde garajes polvorientos en Los Ángeles hasta estadios reventados en todo el planeta, su discografía es un mapa de rutas diversas: thrash rabioso, baladas que cortan como navajas, experimentos que dividen aguas. Elegir una canción por disco no es tarea menor; implica navegar entre gustos personales, consensos tácitos entre fans y el peso histórico de cada track. Este artículo no busca sentar cátedra ni apaciguar debates eternos, sino señalar un tema por álbum que capture su esencia, su contexto y su lugar en la evolución de la banda. Aquí va el recorrido, con datos duros y un oído puesto en lo que resuena más allá del ruido.

Kill ‘Em All (1983) – «Seek & Destroy»

El debut de Metallica llegó como un puñetazo en la cara al metal de los 80, y «Seek & Destroy» es el golpe que más eco dejó. Grabado en apenas tres semanas en Rochester, Nueva York, con un presupuesto mínimo, este track condensa la furia juvenil del thrash en poco más de seis minutos. El riff principal, cortesía de James Hetfield, tiene esa simplicidad letal que invita a mover la cabeza sin parar, mientras Cliff Burton mete líneas de bajo que ya apuntaban a algo más grande. Es el himno que sigue cerrando shows en vivo, según registros de setlists recopilados por sitios como setlist.fm, y su ADN está en cada banda que tomó el testigo del género.

Ride the Lightning (1984) – «Fade to Black»

Con su segundo disco, Metallica empezó a jugar con texturas más allá del martilleo constante. «Fade to Black» no es solo una canción; es un giro narrativo en su carrera. Escrita tras el robo de equipo que dejó a la banda en la lona en 1984, según relata Hetfield en entrevistas recopiladas en el libro Metallica: Enter Night de Mick Wall, el tema mezcla acordes acústicos con un crescendo eléctrico que pega en el pecho. La letra, un retrato crudo de la desesperanza, marcó un antes y un después: aquí no hay héroes, solo tipos enfrentando demonios. El solo de Kirk Hammett, inspirado en su aprendizaje con Joe Satriani, sella el trato.

Master of Puppets (1986) – «Master of Puppets»

Si Metallica tiene un Everest, es este disco, y la canción homónima es la cima. Son ocho minutos y medio de una máquina bien engrasada: cambios de tempo, riffs que te agarran por el cuello y una letra sobre adicción que no suelta. Grabada en Sweet Silence Studios en Copenhague con Flemming Rasmussen, quien detalló en Sound on Sound (2008) cómo capturaron esa energía en bruto, la pista muestra a Cliff Burton en su apogeo antes de su muerte meses después. Es un pilar en vivo, tocada más de 1,500 veces según estadísticas de la banda, y su estructura sigue siendo un rompecabezas que bandas nuevas intentan descifrar.

…And Justice for All (1988) – «One»

Tras la pérdida de Burton, Metallica canalizó el duelo en un disco de bordes afilados. «One» es su carta más fuerte: una historia basada en la novela Johnny Got His Gun de Dalton Trumbo, sobre un soldado mutilado por la guerra. La canción arranca suave, casi frágil, y termina en un torbellino de doble bombo y solos desgarradores. El video, lanzado en 1989, fue el primero de la banda y rompió moldes en MTV. Jason Newsted, recién llegado, aporta un pulso firme, aunque su bajo famously quedó sepultado en la mezcla, un detalle que aún genera discusión.

Metallica (The Black Album, 1991) – «Enter Sandman»

El salto al mainstream tiene nombre y apellido: «Enter Sandman». Producido por Bob Rock en North Hollywood, este tema cambió las reglas para Metallica. El riff, nacido de un experimento nocturno de Hammett, según cuenta en Guitar World (1991), es puro gancho; la letra, un cuento oscuro sobre pesadillas infantiles, pega en cualquier idioma. Vendió millones y puso a la banda en estadios, pero no pierde el filo. Es el track que define una era donde el metal se coló en las radios pop sin pedir permiso.

Load (1996) – «Until It Sleeps»

A mediados de los 90, Metallica cortó el pelo y las cadenas del thrash. «Until It Sleeps» lidera Load con un tono sombrío y un video dirigido por Samuel Bayer que parece sacado de una pesadilla gótica. La canción, escrita sobre la lucha de Hetfield con la enfermedad de su madre, según él mismo explicó en un Q&A de 1996 archivado en metallica.com, usa acordes menores y una cadencia que se aleja del pasado. No es la más pesada, pero sí la que mejor destila esa etapa de reinvención.

Reload (1997) – «The Unforgiven II»

Secuela directa de un clásico del Black Album, esta pista retoma la idea de la redención fallida con un giro más maduro. Hetfield y Hammett tejen un diálogo entre voz y guitarra que respira melancolía, mientras Lars Ulrich mete fills que dan cuerpo al asunto. Grabada en The Plant Studios, es un puente entre el Metallica de los 90 y lo que habían sido antes. Los fans la abrazaron: sigue siendo un momento fijo en giras, según datos de setlist.fm.

St. Anger (2003) – «Frantic»

St. Anger es el disco que todos aman odiar, pero «Frantic» tiene nervio. Con su producción cruda —sin solos, con ese snare de Ulrich sonando como una lata— refleja una banda al borde del colapso. Escrita en medio de la salida de Newsted y la rehab de Hetfield, documentada en Some Kind of Monster (2004), es un grito primal. No es perfecta, pero su caos honesto la hace sobresalir.

Death Magnetic (2008) – «The Day That Never Comes»

El regreso a las raíces llegó con Rick Rubin en los controles. «The Day That Never Comes» empieza como un lamento suave y estalla en un thrash melódico que recuerda a Justice. La banda, ya con Robert Trujillo en el bajo, suena hambrienta otra vez. Lanzada como single, trepó en las listas de Billboard, un guiño a que el viejo Metallica aún tenía pulso.

Hardwired… to Self-Destruct (2016) – «Moth Into Flame»

Veloz, cortante y con un comentario ácido sobre la fama, «Moth Into Flame» es el filo de este doble disco. Grabada en su estudio de San Rafael, muestra a Hetfield escupiendo versos con veneno mientras Hammett suelta un solo que no sobra. El video, con moths reales quemándose, refuerza el mensaje. Es Metallica en 2016: maduros, pero con colmillos.

72 Seasons (2023) – «Lux Æterna»

A los 40 años de carrera, Metallica soltó un tema que huele a 1983 pero suena a ahora. «Lux Æterna», con sus tres minutos y medio de velocidad pura, es un cañonazo que remite a Kill ‘Em All sin copiarlo. Producido por Greg Fidelman, tiene un riff que te empuja al mosh pit y un estribillo que se queda. Es la prueba de que la banda aún puede acelerar sin mirar atrás.