El metal español lleva décadas abriéndose paso con una identidad propia, tejiendo raíces que se hunden en la tradición y estallan en riffs que resuenan más allá de fronteras. En ese paisaje sonoro, donde el folk se cruza con la distorsión y las letras pintan historias que van de lo mítico a lo visceral, emerge un tema que agarra por el cuello y no suelta: «Fiesta Pagana» de Mägo de Oz. No es solo una canción; es un grito que lleva 25 años retumbando en los altavoces de quienes buscan algo más que ruido.
Corría el año 2000 cuando Mägo de Oz, una banda nacida en Madrid en 1988, lanzó Finisterra, un disco doble que no se andaba con rodeos. Ahí estaba «Fiesta Pagana», un corte que mezcla el golpe seco del heavy metal con el aire juguetón de flautas y violines celtas. La idea era simple pero afilada: una crítica a la opresión religiosa disfrazada de celebración, un himno para quienes prefieren el caos de la libertad al orden impuesto. El riff inicial, cortesía de Carlos Prieto «Mohamed», entra como un martillo, mientras la voz de José Andrëa —en su mejor momento— te arrastra a un coro que pide ser gritado en grupo, cerveza en mano.
Lo que hace que esta canción se pegue al cerebro no es solo su estructura. Es el contraste: la base metálica, sólida como una losa, contra el revoloteo de los instrumentos folk que parecen sacados de una taberna medieval. La producción, a cargo de la propia banda junto a Alberto Plaza, captura esa dualidad sin perder punch. Según datos de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), Finisterra vendió más de 250.000 copias en España, y «Fiesta Pagana» se convirtió en el estandarte que llevó a Mägo de Oz a girar por América Latina, donde aún hoy es un fijo en sus setlists.
La letra no se queda atrás. Lejos de ser un panfleto, juega con imágenes de resistencia y jolgorio: «Que el puritano se muera de envidia / viendo que bailo con la hija del druida». Es un dardo directo, pero envuelto en una fiesta que invita a saltar más que a filosofar. Y funciona. En plataformas como Spotify, el tema supera los 60 millones de reproducciones al cierre de 2024, un número que no miente sobre su alcance.
Mägo de Oz no inventó el metal folk, pero «Fiesta Pagana» lo llevó a un terreno donde España podía reconocerse. Bandas como Saurom o Lándevir han bebido de esa mezcla desde entonces, pero este track tiene un filo que no se desgasta. Si lo pones hoy, con el volumen al límite, sigue sonando como una patada en la puerta: directa, sin adornos innecesarios, y con una chispa que te hace querer volver a darle play. No es casualidad que, en festivales como Leyendas del Rock, el público aún la coree como si el tiempo no hubiera pasado.
Si el metal español tuviera un manual, «Fiesta Pagana» estaría en la primera página. No porque sea perfecta —el solo de guitarra podría estirarse más, y la mezcla a veces favorece demasiado los agudos—, sino porque sabe lo que quiere ser: un puñetazo que también te hace sonreír. Ponla. Sube el volumen. Y prepárate para no sacarla de tu cabeza.