Cada que La Barranca edita un disco ya de entrada me parece un momento muy importante para el rock mexicano… se trata de una agrupación que busca trascender a través de la oferta de una experiencia estética que haga sentir profundamente a los escuchas, al tiempo que los ponga también a pensar a través de unas letras abiertas que ofrecen múltiples capas de interpretación.
TXT:: Juan Carlos Hidalgo
Me toca relacionarme con el nuevo álbum mientras preparo un texto para una Feria de libro en el que el invitado internacional es Países Bajos y es entonces que mientras inicia Antimateria, a través de “Arde”, recuerdo que el gran filósofo neerlandés Baruch Spinoza (1632-1677) apuntó: “Todo cuanto hacemos debe tender al progreso y al perfeccionamiento”.
Se trata de una frase que ajusta a la perfección a la que ha sido la trayectoria de José Manuel Aguilera (voz y guitarra), quién ahora sabe cómo encaminar a la perfección el ejercicio instrumental de Ernick Romero (bajo), Yann Zaragoza (piano), Abraham Méndez (batería) y Jorge Chacón (guitarra).
Una vez más La Barranca se ha reestructurado en cuanto a miembros, pero ello no obsta para que la cohesión de las 10 canciones que ahora entregan sea notable y que hayan sacado el mejor rédito de la participación de una sección de cuerdas, integrada por una docena de ejecutantes procedentes de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, presentes en cinco de las canciones.
Antimateria se repite mientras enfrento la lectura de Los muros de aire y otras crónicas de frontera, escrito por Yael Weiss y editado por Debate y mientras las páginas del libro se van desgajando con la virulencia de rocas despeñadas, el álbum me entrega una frase igual de impactante: “Y cada frontera/ Que logremos traspasar/ Valdrá un millar/ Y el salvoconducto/ De nuestra imaginación/ Vale un billón”.
“Salvoconducto” -el sexto tema- se entreverá muy bien con el que es un libro durísimo… no exagero si anoto que brutal al describir por lo que pasan diferentes tipos de migrantes.
Pero volvamos a nuestro asunto principal, Antimateria es un disco grabado entre el estudio Topetitud y el que es propiedad de Aguilera, ambos por los sureños rumbos de Coyoacán en la capital de la República, pero como es usual posee una temática universal que nos lleva hasta la introspección y reafirma que la música tiende un puente hacia otra dimensión.
Es por ello que regreso hasta “Intacta”, tan sólo con la intención de volver a escuchar: “Enlaza las vidas/ De forma impredecible el azar… Y a veces las desata/ Cuando quedan cosas por decir”. La Barranca domina a la perfección las canciones que transcurren a media velocidad y va dosificando las cumbres y los descensos… las emociones suben y bajan.
Es por ello que una vez más regreso a Spinoza: “La música es buena para la melancolía, mala para los que están de luto, y ni buena ni mala para el sordo”.
La música de La Barranca siempre ha tenido una pátina de nostalgia y de melancolía… como si proviniera de un sitio atemporal en el que únicamente privara la belleza de lo que hacen… es entonces cuando transcurren “Antigua civilización” y “Antimateria” y reconfirmo mi percepción: “Incandescencia convertida en ausencia… fui la materia que animó tu corazón”.
Se trata de una obra que arrancó su proceso en 2021 y que a la postre incluye la participación de las voces de Cecilia Toussaint e Inés del Palacio, además de las percusiones de Chuyín Barrera, un músico de Guadalajara que estuviera presente en el primer disco de La Barranca, El fuego de la noche.
Ya con 3 décadas a cuestas, La Barranca exhibe en Antimateria toda la madurez del proyecto y la reciedumbre de los músicos que actualmente participan… así lo confirman “AI”, “Salvoconducto” y una “Intacta”, que se cuela para siempre en lo profundo de nuestras almas:
“De noche su sonido
Hace estremecer mi corazón
Hace estremecer mi corazón”.
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