Es un guitarrista originario de San Cristóbal las Casas, Chiapas, que ha encontrado en el jazz su mejor forma de expresión. Ha grabado una docena de álbumes con agrupaciones como Antidoping (Hecho en San Cris y Esfuerzo universal), Trío Ameneyro (Doncella, Ecole Cuá) y Na’rimbo (Un poco más), entre otros. En 2018 hizo su debut en solitario con Música tradicional chiapaneca para guitarra solista. Ahora entrega Voluntad, su segunda incursión solista en donde se hace acompañar por Rie Watanabe, violín; Miguel Chuck, contrabajo; Pablo Cisneros, batería; y Leonardo García, vibráfono.
Voluntad es una colección de nueve temas de los cuales “Alma llanera” y “Caravan” se asoman como aceptables versiones, aunque para quien esto escribe lo mejor se encuentra en las composiciones propias, en donde Flores Bermúdez y su grupo entregan una alquimia de jazz fusión en la que es advertible un toque folk netamente mexicano. La interpretación es brillante, la producción límpida, la guitarra de Julio expresiva, emotiva, y los integrantes de la agrupación rayan en el virtuosismo sin sacrificar las composiciones.
De esa manera, hay momentos brillantes (“Voluntad”, “Septiembre”), composiciones reposadas (“El marticuil”, con hermosas intervenciones de Watanabe) y temas por instantes más cercanos a la música de concierto (“Tango alteño”). En “Siguiendo a la negra”, salpicada con detalles de marimba, la música se vuelve muy ilustrativa del andar de quien va detrás de una fémina de su interés; “Pintores mayas” es el corte más “naturalmente chiapaneco” del álbum y ejemplo de una fusión bien lograda. “Optimista” cierra el álbum y, con la adición de alientos, los resultados son cercanos al funk, mostrando los caminos transitados y por transitar en la carrera de este guitarrista a quien hay que seguir con atención.
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