El black metal, nacido en las profundidades del metal extremo, se ha transformado en un universo sonoro tan vasto como complejo. Desde sus raíces en los años 80 hasta su evolución en el siglo XXI, este género ha dado lugar a una red de subgéneros que exploran desde la crudeza más visceral hasta paisajes melódicos y experimentales. En esta guía definitiva, desglosamos cada ramificación del black metal, detallando sus características, su historia, las bandas que lo definieron y los discos que marcaron su camino. Si buscas entender este género en toda su extensión, este artículo te llevará por un recorrido exhaustivo y documentado, optimizado para los amantes del metal y los curiosos por igual. Prepárate para sumergirte en el caos, la atmósfera y la diversidad del black metal.
¿Qué es el black metal y cómo comenzó todo?
Antes de explorar sus subgéneros, conviene entender el núcleo del black metal. Este estilo emergió como una reacción al metal más técnico y pulido de los 80, como el thrash y el death metal. Bandas como Venom, con su disco Black Metal (1982), sentaron las bases al combinar velocidad, letras satánicas y una estética oscura. Sin embargo, fue en los 90, con la llamada «segunda ola» en Noruega, donde elалеко
el género tomó forma definitiva. Grupos como Mayhem y Darkthrone refinaron un sonido caracterizado por guitarras rápidas con técnica de tremolo picking, baterías explosivas con blast beats y voces agudas conocidas como shrieks. Las letras, cargadas de anticristianismo, paganismo y nihilismo, completaron la fórmula.
Desde entonces, el black metal ha mutado en decenas de direcciones, cada una con su propia identidad. A continuación, presentamos todos los subgéneros documentados hasta abril de 2025, con datos verificados a través de fuentes como Encyclopaedia Metallum y análisis históricos del género.
1. Los cimientos: La primera ola del black metal
El black metal no surgió de la nada. Su historia arranca en los años 80 con la primera ola, un movimiento de bandas que fusionaron el thrash, el speed y el heavy metal tradicional con una estética macabra y letras cargadas de satanismo, ocultismo o rebeldía. Aunque su sonido no coincide con el black metal moderno —carecía del tremolo picking y los blast beats—, estas agrupaciones plantaron la semilla que luego germinaría en Noruega. El punto de partida lo marca Venom, una banda inglesa cuyo álbum Black Metal (1982) dio nombre al género. Sus riffs veloces y su actitud desafiante, evidentes en Welcome to Hell (1981), sentaron un precedente. En Dinamarca, Mercyful Fate, con Melissa (1983), aportó un enfoque melódico y teatral liderado por la voz única de King Diamond. Desde Suecia, Bathory, con su debut homónimo de 1984 y The Return… (1985), llevó la crudeza a otro nivel, actuando como puente hacia la segunda ola. En Suiza, Celtic Frost (Morbid Tales, 1984) y Hellhammer (Apocalyptic Raids, 1984) añadieron una atmósfera densa y primitiva que resonó en los años venideros. Esta primera ola, documentada en plataformas como Encyclopaedia Metallum, no se fragmentó en subgéneros, pero su influencia es el ADN del black metal.
A partir de estos cimientos, el género dio un salto en los 90 con la segunda ola, donde adquirió su identidad definitiva. Guitarras con tremolo picking, blast beats en la batería, voces agudas conocidas como shrieks y una producción lo-fi que buscaba autenticidad sobre pulcritud marcaron esta etapa. Las letras, impregnadas de anticristianismo, paganismo y nihilismo, reflejaban una filosofía que iba más allá de la música. Desde ahí, el black metal se diversificó en múltiples direcciones. A continuación, detallamos cada subgénero, su historia, sus características y las bandas que los llevaron a la cima, con información respaldada por fuentes confiables como archivos históricos del metal extremo.
2. Black Metal Tradicional: La esencia de la segunda ola
El black metal tradicional, también llamado «true black metal», representa el corazón del género tal como se consolidó en los 90. Originado en Noruega, este estilo prioriza la simplicidad sobre la complejidad técnica. Las guitarras producen un zumbido constante mediante el tremolo picking, mientras los blast beats y las voces rasgadas generan una atmósfera helada. La producción suele ser intencionalmente de baja fidelidad (lo-fi), buscando un efecto crudo y genuino.
Bandas emblemáticas incluyen a Mayhem, cuyo álbum De Mysteriis Dom Sathanas (1994) encapsula el caos y la oscuridad del estilo. Darkthrone, con Transilvanian Hunger (1994), llevó el minimalismo a nuevos extremos, mientras Burzum, liderado por Varg Vikernes, aportó hipnotismo con Filosofem (1996). Immortal, con Pure Holocaust (1993), destacó por su velocidad y temática invernal. Este subgénero sigue siendo la referencia para los puristas.
3. Raw Black Metal: La crudeza sin filtros
El raw black metal toma la esencia del estilo tradicional y la reduce a su forma más primitiva. Aquí, la producción lo-fi no es solo una elección estética, sino una declaración de principios. Las guitarras suenan como un enjambre de abejas, las voces se distorsionan hasta el límite y la batería mantiene un ritmo implacable. Es un subgénero que rechaza cualquier sofisticación.
Ildjarn, con Forest Poetry (1996), es un ejemplo claro de esta estética minimalista. Gorgoroth, en su debut Pentagram (1994), ofrece una agresividad desnuda, mientras los primeros trabajos de Darkthrone, como A Blaze in the Northern Sky (1992), marcaron la transición hacia esta vertiente. Es un sonido para quienes buscan la raíz más pura del black metal.
4. Symphonic Black Metal: La unión con lo orquestal
El black metal sinfónico introduce arreglos orquestales y teclados al caos del género, creando un contraste entre la ferocidad y la melodía. Las estructuras se vuelven más elaboradas, y el resultado es un sonido teatral que mantiene las voces agudas y los blast beats, pero con un enfoque más accesible.
Dimmu Borgir elevó este estilo con Enthrone Darkness Triumphant (1997), donde los teclados dominan sin perder intensidad. Emperor, con In the Nightside Eclipse (1994), combinó sinfonía y brutalidad en un equilibrio único. Por su parte, Cradle of Filth, con Dusk… and Her Embrace (1996), añadió un toque gótico a la mezcla. Este subgénero atrae a quienes disfrutan de la grandiosidad en el metal extremo.
5. Atmospheric Black Metal: Paisajes sonoros oscuros
El black metal atmosférico se aleja de la agresión pura para explorar texturas ambientales. Los tempos se ralentizan, los riffs se vuelven melódicos y los teclados o efectos crean una sensación de inmensidad. Las letras suelen girar en torno a la naturaleza, el cosmos o la introspección.
Wolves in the Throne Room, con Two Hunters (2007), captura la esencia orgánica de este estilo. Summoning, inspirados en J.R.R. Tolkien, ofrecen épica medieval en Stronghold (1999). Elderwind, con The Magic of Nature (2012), apuesta por melodías etéreas. Es un subgénero que invita a la contemplación.
6. Depressive Suicidal Black Metal (DSBM): El grito de la desesperación
Conocido como DSBM, este subgénero fusiona el black metal con influencias del doom, centrándose en temas de depresión, suicidio y vacío existencial. Los tempos son lentos, los riffs repetitivos y las voces alternan entre shrieks y lamentos profundos.
Xasthur, con Telepathic with the Deceased (2004), define esta estética opresiva. Shining, liderado por Niklas Kvarforth, explora la melancolía en V – Halmstad (2007). Silencer, con Death – Pierce Me (2001), sobresale por sus vocalizaciones desgarradoras. Es un estilo que resuena con emociones crudas.
7. Black Metal Progresivo: Complejidad sin límites
El black metal progresivo combina la intensidad del género con estructuras intrincadas y elementos de rock progresivo, jazz o música experimental. Los cambios de tiempo y el virtuosismo técnico lo distinguen del enfoque minimalista tradicional.
Enslaved evolucionó hacia este terreno con Axioma Ethica Odini (2010), manteniendo raíces vikingas. Ihsahn, exlíder de Emperor, explora lo experimental en After (2010). Arcturus, con The Sham Mirrors (2002), añade un giro cósmico y avant-garde. Es un subgénero para quienes buscan innovación.
8. Viking Black Metal: Mitología nórdica en el metal
El viking black metal une el black metal con la mitología nórdica, incorporando coros, instrumentos acústicos y melodías épicas. Aunque comparte raíces con el folk metal, conserva la agresividad del género base.
Bathory, con Hammerheart (1990), sentó las bases de este estilo. Enslaved, en Frost (1994), fusionó black y viking con maestría. Windir, con 1184 (2001), destaca por sus melodías folk y shrieks intensos. Es una vertiente que evoca sagas antiguas.
9. Folk Black Metal: Tradiciones del mundo
Similar al viking metal, el folk black metal amplía su alcance a tradiciones culturales diversas, usando instrumentos como flautas o violines. Las composiciones son menos agresivas y más melódicas.
Moonsorrow, con Kivenkantaja (2003), representa el folk finlandés. Primordial, en To the Nameless Dead (2007), explora raíces celtas. Negură Bunget, con Om (2006), aporta misticismo rumano. Este subgénero conecta el black metal con el folclore global.
10. Industrial Black Metal: El futuro mecánico
El industrial black metal mezcla electrónica, baterías programadas y sonidos industriales con la esencia del género. El resultado es un estilo frío y futurista.
Mysticum, con In the Streams of Inferno (1996), fue pionero en esta fusión. Aborym, en Kali Yuga Bizarre (1999), combina agresividad y sintetizadores. Dødheimsgard, con 666 International (1999), explora el caos experimental. Es un subgénero que mira hacia adelante.
11. Blackened Death Metal: Brutalidad híbrida
El blackened death metal une la ferocidad del death metal con las atmósferas del black metal. Las guitarras son pesadas, los guturales conviven con shrieks y los tempos varían.
Behemoth, con The Satanist (2014), equilibra ambos mundos. Necrofrost, en Blackeon Lavefarie (2001), ofrece crudeza. Belphegor, con Totenritual (2017), mezcla intensidad y oscuridad. Es un estilo para los amantes de lo extremo.
12. National Socialist Black Metal (NSBM): Controversia ideológica
El NSBM se define por sus letras nacionalistas y neonazis, más que por un sonido único, que suele ser similar al black metal tradicional. Su contenido lo ha aislado de la escena principal.
Absurd, con Facta Loquuntur (1996), es un ejemplo temprano. Graveland, en Thousand Swords (1995), combina paganismo y nacionalismo. Nokturnal Mortum, con The Voice of Steel (2009), añade folk a la mezcla. Es un subgénero polémico y marginal.
13. Post-Black Metal: La evolución introspectiva
El post-black metal fusiona el género con post-rock y shoegaze, priorizando texturas y dinámicas melódicas sobre la agresión. Es una de las ramas más experimentales.
Alcest, con Souvenirs d’un Autre Monde (2007), marcó el inicio de esta tendencia. Deafheaven, en Sunbather (2013), popularizó el blackgaze con intensidad emocional. Lantlôs, con Melting Sun (2014), explora paisajes sonoros. Es un estilo que atrae a oyentes fuera del metal tradicional.
14. Black Metal Melódico: Armonías oscuras
El black metal melódico enfatiza melodías estructuradas y accesibles, sin abandonar los shrieks ni los blast beats. Es menos caótico que el estilo tradicional.
Dissection, con Storm of the Light’s Bane (1995), es el referente clave. Sacramentum, en Far Away from the Sun (1996), ofrece elegancia. Dawn, con Slaughtersun (1998), destaca por su rapidez melódica. Es un puente entre lo extremo y lo melódico.
15. Ambient Black Metal: Minimalismo ambiental
El ambient black metal lleva la atmósfera al extremo, con composiciones minimalistas, a menudo instrumentales, dominadas por teclados y texturas.
Burzum, con Hliðskjálf (1999), explora esta vertiente. Nortt, en Gudsforladt (2004), ofrece un tono funeral. Darkspace, con Dark Space III (2008), evoca el cosmos. Es un subgénero introspectivo.
16. Black Doom: Pesadez y oscuridad
El black doom combina la lentitud del doom metal con las atmósferas del black metal. Los riffs son densos, los tempos pausados y las voces mantienen su filo.
Bethlehem, con Dictius Te Necare (1996), fue pionero. Katatonia, en Brave Murder Day (1996), marcó una transición. Forgotten Tomb, con Songs to Leave (2002), añade melancolía. Es un estilo opresivo y profundo.
17. Blackgaze: La fusión con el shoegaze
El blackgaze, subgénero del post-black metal, mezcla shrieks y blast beats con las texturas etéreas del shoegaze. Las guitarras crean muros de sonido, y las voces se diluyen en la mezcla.
Deafheaven, con Sunbather (2013), es el estandarte del estilo. Alcest, en discos como Écailles de Lune (2010), explora esta fusión. Ghost Bath, con Moonlover (2015), aporta un enfoque emocional. Es una puerta de entrada al black metal para nuevos públicos.
Conclusión: Un género en constante evolución
El black metal, desde su origen en los 80 hasta su expansión en 2025, demuestra una capacidad única para reinventarse. Cada subgénero refleja una faceta distinta: la crudeza del raw, la teatralidad del sinfónico, la introspección del DSBM o la experimentación del post-black y el blackgaze. Bandas como Mayhem, Burzum, Dimmu Borgir y Deafheaven han llevado el género a nuevos horizontes, mientras el underground sigue alimentando su diversidad.