El heavy metal ha sido testigo de voces que han definido generaciones, pero no todas han recibido el mismo nivel de atención. Mientras algunos nombres son omnipresentes en cualquier conversación sobre el género, otros han permanecido en un segundo plano, a pesar de poseer registros vocales, presencia escénica y un impacto artístico incuestionable. La falta de reconocimiento no siempre se debe a la calidad del cantante; factores como el peso de la banda en la industria, los cambios de alineación o el contexto en el que surgieron han influido en su percepción.
Esta lista no busca ofrecer una verdad absoluta, sino visibilizar a aquellos vocalistas cuyo talento merece una revaloración. No se trata de figuras completamente desconocidas, sino de artistas que, por diversas razones, no han sido ubicados en el mismo pedestal que otros con un impacto similar o incluso menor.
1. Eric Wagner (Trouble)
El doom metal de los 80 tuvo en Eric Wagner una de sus voces más características. Su estilo contrastaba con la crudeza instrumental de Trouble, aportando un tono melancólico que hacía eco en cada nota. Wagner no replicaba a Ozzy Osbourne ni a Ronnie James Dio, sino que tenía una identidad propia, casi espectral, que sentó un precedente para bandas posteriores como Cathedral o Pallbearer. Sin embargo, su nombre rara vez aparece en la conversación sobre los grandes vocalistas del género.
2. John Bush (Armored Saint, ex-Anthrax)
Cuando John Bush tomó el micrófono en Anthrax, la banda atravesaba una de sus transiciones más complejas. Su registro áspero y poderoso dotó a los álbumes Sound of White Noise (1993) y We’ve Come for You All (2003) de una identidad completamente distinta a la de la etapa de Joey Belladonna, lo que generó divisiones entre los seguidores. A pesar de haber sido una pieza clave en la evolución del sonido del grupo y de contar con una trayectoria sólida en Armored Saint, su reconocimiento siempre ha estado por debajo de su capacidad vocal.
3. Mike Howe (Metal Church)
Pocos cantantes del metal de los 80 lograron equilibrar agresividad y melodía como lo hizo Mike Howe en Metal Church. Su interpretación en álbumes como Blessing in Disguise (1989) y The Human Factor (1991) consolidó a la banda como una de las propuestas más interesantes dentro de la intersección entre el heavy y el thrash metal. Sin embargo, Metal Church nunca alcanzó el estatus de otras bandas de su generación, lo que terminó afectando la percepción de su vocalista en la historia del género.
4. David Wayne (Metal Church)
Antes de Mike Howe, David Wayne había sido el rostro vocal de Metal Church en sus dos primeros discos. Su timbre agresivo y con tintes casi punk aportaba una energía inconfundible que diferenciaba a la banda del resto de la escena estadounidense. Sin embargo, su legado quedó opacado por la falta de éxito masivo de Metal Church y por la transición de la banda con Howe al frente.
5. Harry Conklin (Jag Panzer, Titan Force, Satan’s Host)
Si hablamos de alcance vocal y versatilidad, Harry Conklin debería estar en la misma conversación que Bruce Dickinson o Rob Halford. Su trabajo con Jag Panzer en Ample Destruction (1984) es una demostración de poderío vocal, con agudos impecables y una teatralidad que rara vez se encuentra en el heavy metal tradicional. Pese a ello, Jag Panzer siempre fue una banda de culto, y su vocalista nunca recibió la atención que merecía.
6. Russell Allen (Symphony X, Adrenaline Mob)
El metal progresivo ha sido dominado por nombres como James LaBrie (Dream Theater) o Daniel Gildenlöw (Pain of Salvation), pero Russell Allen ha demostrado ser igual de competente, si no es que más versátil. Su interpretación en Symphony X va desde líneas melódicas limpias hasta momentos de agresividad pura, lo que lo convierte en un cantante con una amplitud poco común dentro del género. Sin embargo, su reconocimiento sigue limitado a los seguidores del metal progresivo, sin trascender a un nivel más amplio.
7. Tim «Ripper» Owens (Judas Priest, Iced Earth, KK’s Priest)
Sustituir a Rob Halford en Judas Priest era una misión casi imposible, y Tim «Ripper» Owens la asumió con una ejecución impecable en Jugulator (1997) y Demolition (2001). A pesar de su innegable habilidad para alcanzar registros altísimos, su paso por la banda fue recibido con escepticismo, lo que afectó su reconocimiento. Su trabajo posterior en Iced Earth y KK’s Priest ha demostrado que es un vocalista con méritos propios, pero sigue cargando con el estigma de haber sido «el reemplazo de Halford».
8. Mats Levén (Therion, Candlemass, Krux, At Vance)
Si hay un vocalista que ha sido un camaleón dentro del metal, es Mats Levén. Ha pasado por bandas de doom, power y metal sinfónico, siempre aportando una identidad única a cada proyecto. Su paso por Candlemass en The Door to Doom (2019) o su trabajo con Therion han sido excepcionales, pero rara vez se menciona su nombre cuando se habla de los grandes vocalistas del género.
9. Tony Moore (Riot)
Cuando Riot lanzó Thundersteel en 1988, pocos esperaban que el álbum se convirtiera en una referencia del heavy metal de su época. Tony Moore, con un rango vocal impresionante y una agresividad controlada, elevó las canciones a otro nivel. Sin embargo, Riot nunca obtuvo el reconocimiento de otros exponentes del género, lo que ha hecho que su vocalista permanezca en un nicho muy reducido.
10. Andy B. Franck (Brainstorm, Symphorce)
Si Brainstorm fuera una banda más mediática, Andy B. Franck tendría su lugar asegurado entre los grandes del metal alemán. Su voz tiene el balance perfecto entre melodía y potencia, lo que ha hecho que su trabajo con Symphorce y Brainstorm sea altamente valorado entre los seguidores del power metal. Sin embargo, la falta de proyección de estas bandas ha limitado su alcance dentro del público general.
Conclusión
El reconocimiento en el metal no siempre va de la mano con la calidad vocal o la originalidad artística. Mientras algunos nombres son celebrados hasta la saciedad, otros han quedado relegados a un papel secundario en la historia del género. Estas diez voces merecen ser revisitadas, no como una cuestión de justicia, sino porque ofrecen interpretaciones que, en muchos casos, superan a las de los cantantes que suelen acaparar las listas de «los mejores».