Este es el mejor guitarrista en la historia de Megadeth

Cuando Megadeth irrumpió en la escena del thrash a mediados de los 80, no solo trajo consigo una furia técnica que desafiaba las reglas del metal, sino también una rotación de guitarristas que, con el tiempo, definiría su sonido en diferentes eras. Entre todos, un nombre resuena con más fuerza entre los conocedores: Marty Friedman. No se trata de un debate sentimental ni de una elección al azar; los hechos respaldan su lugar como el músico que llevó a la banda a un terreno donde la precisión y la imaginación se cruzaron de manera única. Mientras Dave Mustaine moldeaba la esencia de Megadeth con su visión y riffs cortantes, Friedman llegó en 1990 para añadir capas de profundidad que transformaron discos como Rust in Peace en algo más que simples clásicos del género.

Antes de Friedman, la banda ya tenía un camino trazado. Chris Poland, con su toque jazzístico y su estilo crudo, había dado forma a los primeros pasos en Killing Is My Business… (1985) y Peace Sells… (1986). Pero cuando Marty se unió, proveniente de una trayectoria que incluía Cacophony junto a Jason Becker, trajo consigo un enfoque que no solo encajaba con la agresividad de Mustaine, sino que la elevaba. Su llegada coincidió con un momento en que Megadeth buscaba afinar su propuesta, y el resultado fue una química que se siente en cada nota de los álbumes que grabó con ellos entre 1990 y 1999.

Lo que distingue a Friedman no es solo su destreza con las cuerdas, sino cómo entendió el espacio que ocupaba en la banda. Sus solos no eran meros alardes técnicos; eran extensiones de las canciones mismas. Tomemos Rust in Peace como ejemplo: en “Hangar 18”, él y Mustaine intercambian frases como si jugaran al ajedrez a máxima velocidad, cada movimiento calculado para empujar al otro más lejos. O en “Tornado of Souls”, donde su guitarra dibuja una línea melódica que respira vida propia, alejándose de la pura acrobacia para conectar con quien escucha. No es casualidad que ese álbum, lanzado el 24 de septiembre de 1990 bajo Capitol Records, siga siendo el favorito de los fans y un referente obligado en la historia del metal.

Friedman no se limitó a tocar rápido o a llenar silencios. Incorporó escalas poco comunes para el thrash, como modos frigios y toques orientales, que daban a su trabajo un sabor distintivo. En “Holy Wars… The Punishment Due”, por ejemplo, las influencias exóticas se filtran entre los cambios de tempo, mientras que en “Symphony of Destruction” (Countdown to Extinction, 1992) opta por la economía: un solo breve, directo, que pega donde tiene que pegar. Incluso en temas más lentos como “A Tout le Monde” (Youthanasia, 1994), su guitarra habla con una claridad emocional que contrasta con la ferocidad habitual de Megadeth.

Su salida en 1999, tras diferencias creativas con Mustaine, marcó el fin de una etapa dorada. Desde entonces, Friedman ha forjado una carrera en Japón, explorando terrenos que van desde el metal progresivo hasta la música para televisión, pero su paso por Megadeth sigue siendo el estándar contra el que se mide a los demás guitarristas de la banda. Kiko Loureiro, actual miembro desde 2015, ha traído su propia chispa con discos como Dystopia (2016), pero su historia aún está en construcción. Mustaine, por su parte, es el corazón del proyecto, un arquitecto implacable cuyos riffs sostienen todo; sin embargo, en términos de ejecución pura y aportes que trascienden lo esperado, Friedman se lleva el título.

Los números también lo avalan. Rust in Peace ha vendido más de un millón de copias en Estados Unidos, según la RIAA, y Countdown to Extinction duplicó esa cifra, alcanzando el doble platino. La presencia de Friedman en esos trabajos no es coincidencia; su guitarra fue un ingrediente clave en esa ecuación comercial y artística. Hablar de él no es solo hablar de un músico, sino de alguien que entendió cómo hacer que una banda ya sólida diera un salto hacia adelante.

Marty Friedman en México

Para los fans mexicanos, hay una oportunidad cercana de verlo en acción. Friedman regresará al país como parte de su gira Live Drama 2025, acompañado por su banda japonesa. El 20 de junio de 2025 estará en el Foro Independencia de Guadalajara, y al día siguiente, el 21 de junio, se presentará en el Lunario del Auditorio Nacional en la Ciudad de México. Las fechas, confirmadas en su sitio oficial (martyfriedman.com), prometen un repaso por su carrera, incluyendo esos momentos que lo consolidaron como el mejor guitarrista que Megadeth ha tenido. Si planeas ir, las entradas ya están a la venta en plataformas como Ticketmaster para el Lunario y en puntos locales para Guadalajara. Es una chance de presenciar en vivo lo que los discos ya dejaron claro hace años.