Este es el grupo de metal extremo más exitoso de la historia

En el crisol del metal extremo, donde géneros como el death metal, el black metal y el grindcore convergen en una cacofonía de caos controlado, Cannibal Corpse se erige como un coloso cuya influencia y longevidad desafían las expectativas de una escena conocida por su transitoriedad. Fundada en 1988 en Buffalo, Nueva York, esta banda no solo ha sobrevivido a tres décadas de cambios en la industria musical, sino que ha prosperado, acumulando ventas que superan los dos millones de discos a nivel global y giras que abarcan desde sótanos clandestinos hasta festivales masivos como Wacken Open Air. Su éxito, medido tanto en términos comerciales como en su capacidad para moldear el death metal moderno, los posiciona como un caso paradigmático en un género que rara vez cruza al mainstream sin sacrificar su esencia.

El ascenso de Cannibal Corpse comenzó con su debut Eaten Back to Life (1990), un disco que, aunque crudo en producción, sentó las bases de su sonido: riffs veloces como sierras mecánicas, percusión que emula un bombardeo y letras que exploran lo macabro con una minuciosidad casi clínica. La llegada de George “Corpsegrinder” Fisher en 1995, tras la salida de Chris Barnes, marcó un giro definitivo. Su registro vocal, un torbellino de gruñidos profundos y alaridos agudos, dotó a discos como Vile (1996) de una ferocidad renovada, mientras temas como “Hammer Smashed Face” —popularizado por su cameo en la comedia Ace Ventura— se convirtieron en himnos que trascendieron el underground. A diferencia de bandas que diluyen su intensidad con el tiempo, Cannibal Corpse ha mantenido una ética de trabajo implacable, lanzando 15 álbumes de estudio hasta Chaos Horrific (2023), cada uno un ejercicio de precisión brutal que evita la autocomplacencia.

Su impacto no se limita a la música. La portada de Butchered at Birth (1991), con su explícita imagen de un cadáver destripado, desató una ola de censura en países como Alemania y Australia, obligando a la banda a rediseñar carátulas para giras y ventas. Lejos de debilitarlos, estos choques con la autoridad reforzaron su aura de provocación calculada, un rasgo que los distingue en un género saturado de posturas rebeldes. En vivo, su energía es un espectáculo de resistencia física: Fisher, con su característico giro de cuello que parece desafiar las leyes de la anatomía, lidera un asalto sónico que transforma auditorios en vorágines de mosh pits. Esta conexión visceral con su audiencia, combinada con una discografía que no cede terreno, les ha valido un seguimiento que abarca generaciones.

El éxito comercial de Cannibal Corpse también se refleja en números concretos. Según datos de Nielsen SoundScan, Tomb of the Mutilated (1992) y The Bleeding (1994) figuran entre los álbumes de death metal más vendidos en Estados Unidos, un logro notable en un mercado dominado por el rock alternativo y el pop en esa era. Su alianza con Metal Blade Records, un sello que les ha dado libertad creativa desde el inicio, ha sido clave para sostener esta trayectoria. Más allá de las ventas, su influencia se mide en la legión de bandas —de Six Feet Under a Dying Fetus— que citan su enfoque técnico y su rechazo al estancamiento como un estándar a seguir.

En 2025, con más de 35 años de carrera, Cannibal Corpse no muestra signos de desaceleración. Su reciente sencillo “Blood Blind” (2023) y la gira junto a Amon Amarth demuestran que siguen siendo una fuerza dominante, capaces de atraer tanto a veteranos de la escena como a nuevos adeptos criados en la era del streaming. La banda ha sorteado tragedias —como la muerte del guitarrista Jack Owen en 2004— y cambios de formación con una estoicidad que refleja su propia lírica: una fascinación por lo grotesco, ejecutada con disciplina férrea. Su legado, forjado en sangre y amplificadores, sigue resonando como un eco que no se extingue.