El Tlahuicole Destructor Metal Fest nuevamente hace rugir a Tlaxcala con metal azteca

Tlaxcala fue sede de una edición más de el Tlahuicole Destructor Metal Fest, que se hace de un renombre importante en la escena nacional. La sede fue en Pueblo Quiero, un salón de fiestas en un terreno bastante amplio en Amaxac, donde también se realizan eventos de música extrema.

Desde la primera edición del festival, la organización llamada Unbroken Metal Army, que es formada por un grupo de amigos amantes del metal, se encargó de buscar poner al estado donde residen como un lugar a visitar para las agrupaciones congregando a bandas sobresalientes de la escena nacional y así ampliar el mapa metalero del país logrando dos exitosas ediciones previas que tuvieron a Strike Master, Majestic Downfall, Cemican y Anima Tempo por mencionar algunas bandas como los encargados de llenar de riffs el lugar y llamar la atención de a poco en la escena nacional. Y esta edición no fue la excepción.

Tláloc se hizo presente desde un día antes para no perderse esta fiesta metalera. Haciendo que la temperatura bajara y se complicara la llegada de algunos asistentes, no obstante eso no fue un impedimento para que de a poco metaleros de la zona y de estados cercanos fueran llegando de a poco y empezaran a destaparse las primeras cervezas.

Al tener las bajas de Last Breath por unos lamentables temas con la aerolínea y de All Misery que al momento se desconoce el motivo de su ausencia, se dio inicio a las cinco de la tarde el evento. Si bien se hubiera agradecido un anuncio por parte de la organización los presentes aprovecharon para saludar a camaradas, conocer el recinto o comprar algo de mercancía de las bandas, alguna playera disco o parche. 

Tras algunas pruebas en el audio la primer agrupación en sonar fue la banda local Terrifire, que con su thrash black iniciaron las hostilidades mientras la lluvia ponía un aspecto más lúgubre haciendo que los minutos pasaran en un abrir y cerrar de ojos con sus riffs veloces con una actuación que no pasó desapercibida por los presentes. Una banda a considerar sin lugar a dudas.

Tras un rápido cambio de banda el turno al bate fue para Neandergrind, otros tlaxcaltecas que con sus chillidos de puerco y la actitud relajada de su cantante Julio Campos, pusieron a bailar a los asistentes al ritmo del grind que entregaron logrando encender más los ánimos. 

A este punto la luna empezaba a hacerse presente y la temperatura bajaba gracias a la lluvia, por lo cual muchos asistentes fueron a comprar alimentos, algún café o bebida espirituosa para entrar en calor. Con precios bastante accesibles se podía comer y beber sin tener que gastar lo acostumbrado en festivales. 

Ans continuó con la masacre auditiva dando un metal con toques más modernos combinando voces limpias con los growls además de riffs con ciertos toques de metalcore dio una bocanada de aire a los metaleros que cada vez iban aumentando en presencia.

Folklore Negro siguió con la programación del festival y aumentó los caballos de fuerza con su doom death metal que fue bastante competente e hizo mover bastantes cabezas ya con los asistentes más animados ya entrados en ambiente. Los Queretanos hicieron lo suyo con una gran ejecución.

Desde Guadalajara llegó Cathartic para demostrar porqué son uno de los actos más poderosos en el país con su metal de la vieja escuela metieron de nuevo el acelerador con sus riffs potentes que hace un año demolieron León en el Candelabrum y ahora en Tlaxcala repitieron la masacre. El death metal mexicano está en buenas manos.

El turno fue ahora para Starforce, que también estuvo en León el año pasado gracias a su Heavy Metal virtuoso y demoledor. Mely Wild con su potente y entrenada voz demostró junto toda la agrupación porque son uno de los actos más candentes de la escena nacional por lo cual era obligada su presencia en Tlaxcala donde dejaron un muy agradable sabor de boca traducido en un “están cabrones” de los asistentes.

A estas alturas la lluvia era un espectador más del festival y los metaleros ya entrados en calor pedían a gritos más música pesada.

Horrid Sight fueron los siguientes en conectarse a los amplificadores para dar una muestra de cómo se hace un thrash death metal directo, brutal y sin conseciones demostrando porque fueron los últimos representantes del metal mexicano en la batalla de bandas de Wacken con un show cada vez más pulido. Insisto, el death metal mexicano está en buenas manos.

En el punto más alto de la noche llegó para el que muchos era el plato fuerte. Las carnitas de Marraneitors se hicieron presentes con un show que fue un frenesí de inicio a fin. Los Potosinos saben bien su oficio y con su indumentaria de camisa mezclilla y sombreros hicieron bailar al Tlahuicole dando un show lleno de energía y mucho desmadre. Hasta los enemigos declarados de este subgénero del metal no se resistieron y movieron el pie al compás de los riffs.

La siguente banda fueron los legendarios Cenotaph, que en esta ocasión iban a rendir homenaje a su segundo disco de larga duración “Riding our Black Oceans” interpretándolo de principio a fin. Esta presentación fue un manjar auditivo para los amantes de las viejas glorias del metal. Si bien hubo algunos problemas de audio se solucionaron rápidamente para entregar un show digno de uno de los pilares del metal extremo mexicano.

Solo faltaba una banda y muchos asistentes se habían retirado ya que iban a tomar la carretera y debían usar lo poco de su energía para manejar o simplemente habían dado todo de sí. No obstante, los valientes metaleros que decidieron quedarse al final disfrutaron de otra leyenda del metal nacional. Luzbel, comandado por Raúl “El Greñas” Fernández nos llevaron a las épocas de gloria del heavy metal azteca. A pesar de que las fallas de sonido persistieron en algún punto no fue impedimento para cerrar con broche de oro un gran festival al ritmo de clásicos del metal mexicano. 

Tras varias horas de música los asistentes ya fundidos agradecieron la edición de este festival que de modo discreto se está haciendo una parada obligatoria para las bandas nacionales, que mencionan son atendidas de manera digna por parte de la organización de inicio a fin. Y también es una visita necesaria para los fans metaleros, con un sonido más que bueno que si bien tuvo algunos bemoles hizo que la experiencia fuera más que agradable y dejara un buen sabor de boca.

Esperamos que no sea la última edición y la organización siga poniendo en alto el nombre de Tlaxcala.

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