Qué duda cabe que el crecimiento económico de España en los últimos cincuenta años ha sido innegable. Con la llegada de la democracia, el país experimentó una transformación económica sin precedentes capaz de permitirle duplicar su PIB per cápita.
Sin embargo, esta evolución presenta algunos claroscuros cuando se compara con otras economías avanzadas. Mientras algunos países europeos han conseguido consolidar su liderazgo económico, España ha enfrentado obstáculos que han ralentizado su convergencia con las grandes potencias del continente.
¿Y cuáles? Viejos conocidos como la estructura productiva, la productividad y la inversión en innovación han sido determinantes en esta brecha.
Comparación internacional del crecimiento del PIB per cápita
El Producto Interior Bruto per cápita de España ha experimentado un notable incremento desde la instauración de la democracia. Según datos del Banco Mundial, en 1975, la renta per cápita española era de aproximadamente 1.107 euros. Para 2023, esta cifra ascendió a 30.990 euros, lo que implica un crecimiento significativo en términos absolutos.
A pesar de este crecimiento, al comparar el desempeño económico de España con otras naciones desarrolladas, se observa que la convergencia no ha sido tan pronunciada.
En 2022, el PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo (PPA) de España fue de 30.000, mientras que la media de la Unión Europea se situó en 35.200 PPA. Países como Luxemburgo, Irlanda y Dinamarca registraron cifras significativamente superiores, con 92.000, 82.400 y 48.000 PPA respectivamente.
Unos datos que revelan que, aunque España ha logrado duplicar su PIB per cápita en las últimas décadas, el ritmo de crecimiento no ha sido suficiente para alcanzar a las economías más avanzadas de Europa.
Factores que influyen en esta divergencia económica
La economía española ha mostrado una notable capacidad de crecimiento en las últimas décadas sí. Sin embargo, al comparar este crecimiento con el de otras economías desarrolladas, se observa que España no ha logrado una convergencia plena en términos de PIB per cápita.
Uno de los elementos clave citados anteriormente es la estructura productiva del país. España ha dependido en gran medida de sectores como la construcción y el turismo, que, aunque generan empleo y aportan al PIB, suelen tener una menor productividad en comparación con industrias tecnológicas o de alto valor añadido presentes en otras economías europeas.
Además, la inversión en investigación y desarrollo (I+D) ha sido relativamente baja en comparación con países como Alemania o Suecia. Esta menor inversión en innovación limita la capacidad del país para desarrollar sectores tecnológicos avanzados y mejorar la competitividad en el mercado global.
La productividad laboral es otro factor determinante. Aunque ha habido mejoras, la productividad en España sigue estando por debajo de la media de la Unión Europea. Esto se debe, en parte, a una menor adopción de tecnologías avanzadas y a prácticas laborales que no siempre fomentan la eficiencia.
Finalmente, las políticas educativas y de formación profesional también juegan un papel crucial. Una fuerza laboral altamente cualificada es esencial para impulsar sectores de alto valor añadido. Aunque España ha realizado avances en educación, persisten aún desafíos en términos de calidad y adecuación de la formación a las necesidades del mercado laboral actual.
Y es que, aunque España ha logrado un crecimiento significativo en su PIB per cápita, la convergencia con las economías más avanzadas requiere abordar estos desafíos estructurales.
Implementar políticas que fomenten la diversificación industrial, la inversión en I+D, la mejora de la productividad y la formación de capital humano será esencial para cerrar la brecha económica con otros países desarrollados.
¿Qué debe hacer este y futuros gobiernos?
A pesar de los avances logrados, España enfrenta desafíos significativos para lograr una convergencia plena con las economías más desarrolladas. La dependencia de sectores tradicionales y la necesidad de una mayor diversificación económica son aspectos que requieren atención.
La inversión en educación y formación profesional es esencial para mejorar la cualificación de la fuerza laboral y adaptarla a las demandas de un mercado globalizado. Además, fomentar la innovación y el desarrollo tecnológico puede impulsar la productividad y la competitividad del país.
Aunque el PIB per cápita de España se ha duplicado durante la democracia, la comparación con otras naciones nos devuelve a la realidad. Y evidencia la necesidad de implementar reformas estructurales que permitan una convergencia real y sostenida con las economías más avanzadas.
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La noticia
El PIB per cápita se ha duplicado en España durante la democracia. No es para presumir si miramos a otros países
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El Blog Salmón
por
Sergio Delgado
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