Los requisitos -cada vez más costosos y estrictos- por parte de Windows 11 provocan que los usuarios comiencen a buscar un soplo de aire fresco fuera de Microsoft. Pero en muchas ocasiones, no nos inmutamos precisamente por un miedo constante: no saber utilizar un nuevo sistema, tocar algo que no debemos y romperlo todo.
Linux es el principal representante a nivel mundial de los sistemas operativos de código abierto y de calidad, pero el hecho de pensar en migrar nos lleva siempre a una pregunta: ¿qué distro elijo para empezar?. Y entre tantas propuestas, existe una alternativa que está precisamente pensada para «protegerte de ti mismo», o de tus propios errores. Para alguien que quiera un sistema estable, que admita errores de principiante y que ofrezca una forma sencilla de instalar apps sin pelearse con la terminal desde primera hora.
Y la que traemos no presume de ser la más ligera ni la más rápida, sino de algo más práctico: puedes instalarle, comenzar a utilizarla y trastear con ella sin miedo a tocar lo que no debes. Un truco que se lo debemos a su arquitectura «inmutable».
Así es Aurora: el Linux inmutable
La distro de la que precisamente hablamos se llama Aurora, y parte de una concepción muy clara para todos los usuarios: el sistema base no se puede tocar, por lo que tampoco se puede romper por accidente.
Esta distro está construida sobre Fedora, pero con un enfoque que blinda el SO: el núcleo del sistema se monta en «solo lectura» y las actualizaciones llegan como imágenes completas, no como paquetes sueltos. Lo que, para el usuario, se traduce en más seguridad y en menos miedo a experimentar.
Sobre esta base, Aurora apuesto por un entorno de escritorio KDE Plasma. Precisamente, uno de los más familiares para aquellos que llegan desde Windows. Cuenta on un panel inferior (barra de tareas), un menú de aplicaciones claro y la posibilidad de mover, cambiar temas o ajustar la apariencia sin que tengamos que pasar por los comandos de la terminal. Tras instalarla, puedes iniciar sesión y comenzar a usar el sistema sin parar horas ajustando. Además de ello, incorpora su propia documentación básica, que se abre con el lector PDF de Okular. Para que puedas instalar apps, pero sin rebasar nuestro entendimiento con detalles técnicos
Bazaar, su principal atractivo
El otro pilar que ayuda desde el primer momento al usuario es el market de Bazaar, la tienda de apps integrada en Aurora. En lugar de obligarnos desde el primer día a entender qué es un repositorio, y las diferencias entre los distintos paquetes, el sistema nos presenta una ventana muy sencilla. Todo se basa en un buscador, categorías, listado de apps y un botón de instalar. Para quien viene de Windows, encontrarán un símil muy parecido en Microsoft Store, pero con la particularidad de que no pertenece a un gigante tecnológico.
La distro de Aurora organiza prácticamente sus apps alrededor de Flatpak. Este formato encapsula las apps y las aísla de la base del sistema. Lo que encaja, de hecho, con la filosofía de «inmutable». El núcleo de Aurora permanece intacto en todo momento, y todo lo que añadimos está bien separado del mismo. Desde Bazaar podemos instalar todo tipo de apps:
- Suites como LibreOffice, OnlyOffice o WPS Office.
- Navegadores alternativos
- Editores de imagen
- Reproductores multimedia
- Clientes de mensajería
Todo ello, sin preocuparnos por el núcleo de nuestro PC. Las propias actualizaciones se gestionan desde esa misma interfaz, lo que, para un usuario nuevo en Linux, rebaja mucho la curva de dificultad de entrada. Primero aprendemos a movernos por el sistema y a instalarlo que necesitemos. Y en caso de que queramos profundizar, siempre podemos comenzar a descubrir la terminal. Pero mientras tanto, Bazaar está justo para lo que necesitamos: que la instalación de software no sea el motivo para rendirnos y volver de nuevo a Windows.
