El Juego del Calamar Temporada 2: Las trampas de la codicia y la autorepetición

Gracias a su provocadora propuesta de exhibir como el capitalismo es capaz de convertir en mercancía cualquier cosa para explotarla -en este caso la vender de la experiencia de la pobreza como si se tratara de un deporte extremo para divertir a la elite de ultra ricos- fue como El juego del calamar (Squid Game), se posicionó en el gusto del público.

Dejando la pauta perfecta para su segunda temporada, era uno de los estrenos más esperados de 2024, con una alta expectativa sobre cómo cerrarían la historia que dejaron inconclusa, y vaya que lo tenía todo para un cierre épico. Pero como de costumbre, la codicia de las casas productoras echó a perder todo.

Ahora bien, siempre se ha dicho que segundas partes nunca han sido buenas, y la realidad es que luego de su decepcionante estreno, han sido los escándalos sobre sus actores -y aquí en México la colocación de un promocional no autorizado en la puerta de los leones de Chapultepec- lo que la han sacado a flote, pues no solo no estuvo a la altura de lo que se esperaba sino que encima ahora hay que esperar un forzada tercera temporada para saber cómo acaba, ¿significa eso que la nueva historia es mala? Vamos por partes…

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Según los datos de Rotten Tomatoes, la temporada 2 de El juego del calamar tuvo una aprobación del 86% de los expertos, lo cual no se explica considerando las fallas que tiene.

El problema principal es que al repetir la misma fórmula narrativa, pierde esa sensación de ser algo novedoso y diferente, y para colmo que se trate de una “temporada puente” y que la historia no concluya en los siete aburridos episodios.

El primero, conserva la continuidad e incluso frescura sobre el tema, amarra bien las dos temporadas y nos deja con la intriga de saber más. Ahora Gi-hun, el ganador del juego anterior, renuncia a su vida y los lujos con tal de encontrar y destruir a los organizadores del juego que por alguna extraña razón han dejado de reclutar participantes en los barrios bajos de Seúl.

Bajo esta línea la reaparición del policía Hwang Jun-ho, hermano del líder que organiza los juegos, parece una buena idea que es magistralmente desperdiciada y queda como una trama de relleno que no solo no aprovechan sino que encima desgastan hasta el hartazgo. El segundo error que cometen es la de querer forzar el protagonismo a como dé lugar de los nuevos villanos como es el caso del “Rapero Thanos” que por más que se esfuerza en ser odioso y mala leche, está a años luz de los villanos de la primera temporada en cuanto a carisma se refiere. Nadie lo extraña cuando lo matan. Y los demás son tan violentos como olvidables.

Thanos, un villano que no cuenta con el carisma suficiente como los de la primera temporada / Foto: Netflix

Y por si eso no fuera suficiente, el misterio, la tensión dramática y el factor sorpresa que hicieron de los juegos de la primera temporada uno de los elementos que más nos emocionaron e hicieron sufrir a la orilla de nuestro sillón, aquí brillan por su ausencia y son reemplazados por los más sosos, simplones y predecibles que se le pudieron ocurrir al guionista que ante la ausencia total de creatividad, divide un juego en dos aburridos capítulos para intentar estirar una trama que ya no da para más.

Carentes de sentido y sustancia, vemos que recurren a la vieja confiable de aumentar las escenas de acción, golpizas y balazos que por más que lo intentan no logran justificar su duración. Con estos elementos, difícilmente la mal llamada tercera temporada podrá salir del bache, esperamos que no repitan los mismos errores porque arruinada ya está, así que por lo menos le den una salida digna.

La codicia lo volvió a hacer, una excelente propuesta arruinada solo para poder alargar su explotación. Véanla bajo su propio riesgo o mejor esperen a que salga la siguiente (que será el próximo 27 de junio de este año), no se pierden de mucho.

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