Latinoamérica emerge con talento y oportunidades en venture capital, pero los «exits» son clave para la inversión real.
América Latina, esa tierra de contrastes y efervescencia emprendedora, se presenta hoy como un terreno fértil para el capital de riesgo. Bueno, ese es el planteamiento. Porque, tras un periodo de ajustes y aprendizajes, el ecosistema inversor regional comienza a mostrar signos robustos de recuperación, abriendo un abanico de oportunidades que no podemos ignorar. Panadero debe vender su pan.
Cierto. La región palpita con talento y un mercado ávido de soluciones innovadoras. La sed de emprendimiento es clara, y las ideas disruptivas florecen a lo largo y ancho del continente. Sin embargo, la radiografía actual nos muestra una verdad ineludible: aún existe una brecha considerable entre el potencial latinoamericano y el volumen de inversión que realmente aterriza en la región. La verdad es que estamos en pañales. O sea, hay que ponerse a trabajar.
Los números hablan. Pero, ¿qué dicen? En 2024, la inversión total en venture capital (capital de riesgo) en Latinoamérica apenas arañó los USD 5 mil millones de dólares. Comparemos esto con los USD 55 mil millones que fluyeron hacia Europa y los astronómicos USD 200 mil millones que engrosaron las arcas de las startups en Estados Unidos. Esta disparidad es abismal, especialmente si consideramos la magnitud de economías como la brasileña.