Texto: Braulio Carbajal //
Fotografías: Johanna Malcher //
Con más de 40 años de trayectoria y un legado que ha influido a innumerables bandas en el género, Napalm Death, mítica banda británica que no sólo es conocida por su brutalidad sonora, sino también por su aguda crítica social se presentó la noche del viernes 11 de octubre en el Circo Volador de la Ciudad de México, donde pese a las fallas técnicas del recinto demostró por qué es uno de los titanes del grindcore y de la música extrema.
Desde poco antes de las 20:00 horas el lobby del inmueble ubicado en Calzada de la Viga ya era un hervidero de energía, misma que explotó cuando la banda noruega Blood Red Throne tomó el escenario a las 20:20 horas. Con su death metal contundente, el quinteto no tardó en encender los ánimos del público, interpretando temas como «Epitaph Inscribed», «Itika» y «Unleashing Hell». La conexión con los asistentes fue inmediata, resaltando la tradición vikinga del brindis «Skål», que utilizaban para motivarse en la batalla. Fueron alrededor de 40 minutos de comunión con el público.
Los noruegos fueron el perfecto preludio del caos que se estaba a punto de desatar con Napalm Death, reconocida incluso por tener el récord Guinness por su canción «You Suffer», de tan sólo un segundo y 316 milisegundos.
A las 21:00 horas, la banda se lanzó al escenario con «From Enslavement to Obliteration», el título de su segundo álbum de estudio de 1988. Desde el primer acorde, el público estalló en euforia, creando un ambiente electrizante a pesar del escaso tiempo de promoción del evento, que apenas se había anunciado tres días antes.
El concierto de Napalm Death llegó como un salvavidas tras la cancelación del México Metal Fest en Monterrey, donde la banda debía compartir cartel con nombres como King Diamond y Belphegor. Sin embargo, por causas no del todo aclaradas, fue «pospuesto», dando lugar a un festival más pequeño a celebrarse este 12 de octubre en la sultana del norte, con bandas como Kataklysm, Lucifer (que se presenta mañana en el Circo Volador), Krisiun, Blood Red Throne, Strike Master, Phantom y Napalm Death como acto estelar.
Ante el público capitalino (que se encargó de prácticamente llenar el lugar), el grupo integrado por el vocalista Mark «Barney» Greenway, el bajista Shane Embury, el guitarrista Mitch Harris y el baterista Danny Herrera, demostró su maestría en el escenario, ofreciendo un espectáculo crudo y visceral. Sin embargo, la actuación no estuvo exenta de problemas; fallas técnicas aparecieron en la segunda mitad del set, forzando a la banda a disculparse en varias ocasiones antes de retirarse. Chamuco, productora del evento no ofreció información sobre las anomalías, pero según fuentes del recinto, los inconvenientes no se debieron al equipo de sonido, sino a problemas eléctricos del lugar.
A pesar de estas interrupciones, el espectáculo fue avasallador. Temas emblemáticos como «Taste the Poison», «Next on the List», «Contagion» y «Rise Above» resonaron con fuerza, junto a cortes de álbumes icónicos como Scum, From Enslavement to Obliteration, Enemy of the Music Business, Harmony Corruption y de su más reciente trabajo, el Throes of Joy in the Jaws of Defeatism de 2020.
La energía en el público se mantuvo constante, manifestándose en moshpits intensos que, aunque se veían interrumpidos ocasionalmente por fallos de sonido, no disminuían la pasión por la música. El carisma y energía del vocalista Mark «Barney» Greenway fue notable, moviéndose frenéticamente por el escenario y conectando con los asistentes. Su actuación fue acompañada de mensajes poderosos sobre temas sociales y políticos, tocando cuestiones como el derecho al aborto, así como el rechazo al fascismo y a la homofobia, enmarcados con letras contundentes como las de «Suffer the Children» y «Nazi Punk Fuck Off», mismas con las que Barney supo plasmar la urgencia de un mensaje de paz y unidad en tiempos críticos.
La noche culminó con un público visiblemente entusiasta, a pesar de las molestias ocasionadas por los problemas técnicos. Los miembros de Napalm Death, aunque abandonaron el escenario visiblemente frustrados y disculpándose, dejaron claro que su legado en la música extrema está más vivo que nunca. La entrega y la energía de la banda reafirmaron su estatus como pioneros del grindcore, ofreciendo una lección magistral de cómo se debe interpretar este género, incluso frente a la adversidad.