Courtney Barnett porta orgullosamente su camiseta de Nirvana, nombra a Kurt Cobain como una de las figuras musicales recurrentes de su adolescencia y tiene una banda de batería, guitarra y bajo que la acompañan. A veces las cosas simples son las mejores. La ausencia de pretensión, un desenfado que raya en el descaro, pero sobre todo la frescura retrata la cotidianidad en sus letras, son las principales armas con las que la australiana viene a decirnos que, si no andamos queriendo encontrarle tres pies al gato musicalmente, podríamos pasar un buen rato escuchando sus canciones, y quizá hasta nos caigan algunos veintes después de soltar una sonrisa.
TXT:: Aarón Enríquez
El encanto de Courtney Barnett y la principal causa por la que, con apenas su primer LP bajo el brazo, tiene a la crítica especializada de cabeza, no es la complejidad de su propuesta rítmica, ni la exploración de sonidos, sino todo lo contrario; lo que logra es despojarnos de toda ornamenta musical y entregarnos, sin aparente preámbulo, una oda al pensamiento random. Las letras de Courtney Barnett no son otra cosa más que musicalizar y hacer que se escuche bien, el tipo de reflexiones que uno hace cuando, por ejemplo, va al baño, se sienta a presenciar la caída del sol en la banca de algún parque, se fuga con el primer pájaro que pasa a la mitad de un aburrido partido de futbol o simplemente se sienta, así, sin pensar.
Sometimes I sit and think and sometimes I just sit es el nombre de su primer material de larga duración, que, si estuvieron atentos a lo que sucedía desde 2012 en la escena musical independiente de Melbourne, ya podrán indagar de qué va. Courtney Barnett capturó la atención de todos desde “Avant gardner“, una canción que habla sobre un accidente respiratorio ocasionado por el asma que padece, una tarde calurosa de lunes, en la que decidió salir a cortar la mala hierba de su jardín. Se trata de una anécdota real, convertida en una historia encantadoramente narrada y cantada. El corte se puede encontrar en The double EP: A sea of split peas y fue editado bajo su propio sello independiente llamado Milk! Records. La canción también incluye un vídeo, realizado a partir de una idea propia, igual de random que el tema de la canción, donde aparecen ella y su banda jugando al tenis, con una estética como de 1977.
Antes, Courtney ya había ganado algún premio por el video de “History eraser“, una canción que habla de una ocasión en la que se despertó aun borracha y recordó que en sueños había escrito la mejor canción de su repertorio, solo que ya no sabe cómo va y divaga en pensamientos… ¿amorosos?, mientras suenan los Rolling Stones. En el video salen ella y su banda nuevamente, pero esta vez se preparan para una carrera en bicicleta, en algún velódromo de Melbourne y con bicis ochenteras. Just then a song comes on: “you can’t always get what you want” –The Rolling Stones, oh woe is we, the irony! The stones became the moss and once all inhibitions lost, the hipsters made a mission to the farm.
Lo que logra Courtney Barnett con su primer LP, es introducirnos al imaginario melbournés sin darnos cuenta, escuchar Sometimes I sit and think and sometimes I just sit es como tener una nueva amiga australiana lo suficientemente cool para hablar con desenfado y ligereza, pero con cierta intimidad al mismo tiempo, que después de un rato de aparente small talk, te deja con la sensación de haber estado en Sidney hace apenas dos semanas.
Courtney pide que no confíes en ella, habla de una supuesta crisis existencial, acaso pre treintañera, pero también cuenta historias curiosas como la de aquel amigo que gustaba de subir a presenciar la panorámica vista de un edificio, pero cuando llevó a la novia a su lugar favorito, ésta se espantó porque pensó que se iba a arrojar al vacío de forma suicida. En una de las piezas más sobresalientes del disco, Courtney también habla de la ¿tristeza? que le provoca haberse mudado a vivir a Preston con su novia, para ahorrarse un poco de dinero y establecerse, al tiempo que narra la forma en la que ve el paisaje del lugar. Ni tan alentador, ni tan depresivo, acaso reflexivo. If you’ve got a spare half a million, you should knock it down, and start rebuilding.
El disco sin duda suena contemporáneo sin necesidad de recurrir a recursos modernistas de forma exasperada, lo que le da credibilidad al discurso, pero es la lírica de Courtney la que lo lleva un peldaño más arriba que muchas de las propuestas que se escuchan actualmente. Su capacidad para escribir canciones tiene una calidad narrativa sobresaliente porque da justo en el clavo que muchos narradores —que no hacedores de canciones— no logran alcanzar en años. El arte de hacer parecer simple lo que por esencia tendría que ser simple, pero lo ha dejado de ser. Los cantautores modernos, o intérpretes del folk, alzan la mano en esta generación y lo hacen cada vez con más fuerza, tenemos varios ejemplos para comprobarlo.
*Este texto apareció originalmente el el número 131 de revista Marvin.
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