Así fue como Pussy Riot invadió la catedral de Moscú para una protesta contra Vladimir Putin

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El 21 de febrero de 2012, el colectivo feminista ruso Pussy Riot irrumpió en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, protagonizando una intervención que resonó en todo el mundo. Ataviadas con pasamontañas de colores y vestidos llamativos, las integrantes del grupo subieron al altar principal y ejecutaron una “oración punk” titulada “Madre de Dios, ¡echa a Putin!”. Esta acción buscaba denunciar la estrecha relación entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y el entonces primer ministro Vladímir Putin, en vísperas de las elecciones presidenciales de marzo de 2012. La protesta, que duró apenas unos minutos antes de ser interrumpida por el personal de seguridad, puso de manifiesto las tensiones entre el arte contestatario y las instituciones tradicionales en Rusia.

La elección de la Catedral de Cristo Salvador no fue casual. Este templo, reconstruido en la década de 1990 tras su demolición en la era soviética, simboliza el renacimiento de la Iglesia Ortodoxa Rusa y su influencia en la vida política del país. Al intervenir en este espacio sagrado, Pussy Riot buscaba confrontar directamente la alianza percibida entre el clero y el Kremlin. La letra de la canción interpretada incluía versos que criticaban al patriarca Cirilo I por su apoyo a Putin, evidenciando la preocupación del colectivo por la falta de separación entre iglesia y estado en Rusia.

Tras la intervención, tres miembros de Pussy Riot—María Aliójina, Nadezhda Tolokónnikova y Yekaterina Samutsévich—fueron arrestadas y acusadas de vandalismo motivado por odio religioso. Durante el juicio, las acusadas defendieron su acción como una expresión política y artística destinada a cuestionar la creciente represión y la falta de libertades en el país. A pesar de los argumentos presentados, en agosto de 2012 fueron condenadas a dos años de prisión, una sentencia que generó críticas a nivel internacional y puso en entredicho el compromiso de Rusia con los derechos humanos y la libertad de expresión.

La respuesta global a la condena de Pussy Riot fue contundente. Diversas organizaciones de derechos humanos, artistas y figuras públicas manifestaron su apoyo al colectivo y condenaron la severidad de la sentencia. Amnistía Internacional declaró a las integrantes de Pussy Riot como presas de conciencia, argumentando que su encarcelamiento representaba un golpe a la libertad de expresión en Rusia. Además, músicos de renombre internacional, como Sting y Madonna, expresaron su solidaridad con el grupo, destacando la importancia de la protesta artística en sociedades democráticas.

A pesar de la adversidad, Pussy Riot ha continuado su activismo tanto dentro como fuera de Rusia. Su intervención en la catedral y las subsecuentes repercusiones han servido para visibilizar las restricciones a la disidencia en el país y han inspirado a movimientos artísticos y políticos a nivel mundial. La fusión de performance punk y protesta política que caracteriza al colectivo sigue siendo un referente en la lucha por la libertad de expresión y los derechos humanos en contextos represivos.

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