Amadou Bagayoko: Un lamento que se canta, canta; toca, toca; y baila, baila 

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La noticia del fallecimiento de Amadou Bagayoko, guitarrista y cantante del dúo maliense Amadou et Mariam, ha resonado profundamente en el mundo de la música. En su momento, Gambeat, uno de los socios musicales más constantes de Manu Chao, pues con su bajo ha sido el motor sonoro desde los tiempos de la Mano Negra y del Radio Bemba Sound System, publicó en su cuenta de Instagram un críptico pero emotivo mensaje que solo podía significar lo peor: habíamos perdido a Amadou.

TXT:: Juan Vázquez Gama

Para comprender la magnitud de la pérdida, vayamos al principio. Nacido el 24 de octubre de 1954 en Bamako, Mali, Amadou Bagayoko es un referente imprescindible para comprender la conexión entre las músicas tradicionales de Mali y la conversación (y repercusión) que tienen con los géneros contemporáneos. A los 16 años, Amadou perdió la vista debido a una catarata congénita. Esta circunstancia lo llevó al Instituto para Jóvenes Ciegos de Bamako, donde conoció a Mariam Doumbia, quien también había perdido la vista a temprana edad. La conexión entre ambos, tanto en lo personal como en lo musical, devino en que comenzaron a tocar juntos en la orquesta del instituto, conocida como Eclipse Orchestra. La agrupación estaba bajo la dirección nada más y nada menos que de Idrissa Soumaoro, con quien más tarde Amadou compartiría créditos en la banda Les Ambassadeurs (Les Ambassadeurs du Motel, Les Ambassadeurs du Motel de Bamako, según el año y la alineación) junto a Kante Manfila (fundador de la banda) y Salif Keita

La relación de Amadou y Mariam se consolidó en matrimonio en 1980, y desde entonces han tocado juntos. La música de Amadou et Mariam es una mezcla de sonidos tradicionales de Mali con influencias de blues, rock y pop, entre otras muchas. Ellos siguen con gran maestría la tendencia maliense de combinar instrumentos eléctricos (guitarras, bajos, sintetizadores) con instrumentos tradicionales africanos (kora, sokou, djembé, balafón), lo que creó un sonido único que capturó la atención de audiencias alrededor del mundo. Amadou le dio a la guitarra un lugar prioritario jugando con melodías prácticamente todo el tiempo, incluso conversando con las líneas vocales. El sonido de su guitarra es parte de una poderosa tradición guitarrística maliense, en la que se inscriben músicos como Boubacar Traoré, Samba Touré, Habib Koité y el mismo Ali Farka Touré.  

Amadou et Mariam lanzaron en 1999 su álbum debut Sou Ni Tile, en el que se incluye uno de mis temas favoritos, “Je pense à toi“, con el que se hicieron de un lugar en la escena musical francesa y otros países europeos. 

Je pense à toi, mon amour, ma bien-aimée
Ne m’abandonne pas, mon amour, ma chérie
Quand je suis dans mon lit, je ne rêve qu’à toi
Et quand je me réveille, je ne pense qu’à toi​ ​ 

Un punto de inflexión en su carrera es la colaboración en 2004 con Manu Chao. El álbum Dimanche à Bamako es una joya en la que cuesta trabajo explicar cómo el sonido de Manu es tan evidente sin perder la esencia de los malienses. Más que un disco producido por Chao, podría parecer uno suyo con la participación de Amadou et Mariam; o, desde otra perspectiva, un disco de ellos profundamente intervenido por Manu. En cualquiera de los casos, no hay duda de que los catapultó a la fama internacional. Este trabajo no solo recibió elogios de la crítica, sino que también les otorgó en 2005 el premio Victoires de la Musique, el que muchos consideran el Grammy francés. No tiene desperdicio, empieza y termina sin dar tregua. Y, hablando de Grammys, la nominación a éste les llegó a los malienses en 2008, con su álbum Welcome to Mali. Este disco abre con la pieza “Sabalí“, en donde colabora Damon Albarn.​ 

En 2012, cuando Amadou et Mariam llegaron a Guadalajara para tocar en el Teatro Diana, tuve la oportunidad de entrevistarles brevemente. A pesar del cansancio evidente por su apretada agenda, mostraron una calidez y generosidad que pocas veces he encontrado. Justo acababan de lanzar su álbum Folila (música, en bambara), en donde colaboran Santigold, Bertrand Cantat (Noir Desir), TV on the Radio y Scissor Sisters, entre otros, y yo tenía gran interés en hacerles muchas preguntas sobre temas que me habían intrigado desde que escuché su segundo álbum, Tjé Ni Mousso (2000), en donde colabora Manuel Soto Noly, de Mártires del Compás

Como ocurre frecuentemente, las entrevistas no siempre inician como quisiéramos. Fui el último de los medios agendados y los músicos estaban cansados, física y, supongo, anímicamente, ya que muchas de las preguntas de la prensa venían de la falta de contexto sobre quiénes eran ellos o de su trayectoria. Al llegar mi turno me acerqué a saludarles. Ellos se habían puesto de pie, en un pequeño espacio en el lobby del hotel que habían acondicionado para las entrevistas. Para iniciar la conversación les dije que yo era gran admirador de su trabajo. Amadou, completamente parco, sin responder el saludo, me cuestionó, ¿de cuál disco?; me tomó un poco por sorpresa. Tjé Ni Mousso, dije; “¿cuál canción?”; y yo: “Chantez-chantez”. Él sonrió un poco, apretó suavemente la mano de Mariam y se sentaron. A partir de ahí todo fue pura calidez y generosidad. 

Écoutez cette voix, c’est la voix d’Amadou
Écoutez cette voix, c’est la voix de Mariam
Écoutez cette guitare, la guitare magique
Chantez-chantez, jouez-jouez, dansez-dansez
Chantez-chantez, jouez-jouez, dansez-dansez

Evidentemente no soy entrevistador, lo mío más bien es conversar, y ellos pronto lo notaron y aceptaron la dinámica. La mención de “Chantez-Chantez” sin duda ayudó. Seguimos hablando de canciones. Amadou & Mariam me compartieron anécdotas sobre sus colaboraciones. Esa charla derivó en una pregunta con motivaciones más bien socioculturales: ¿por qué un país relativamente pequeño como Malí (con unos 24 millones de habitantes, casi los mismos —22— que la Zona Metropolitana del Valle de México) tuviera tantos músicos de relevancia mundial, como Ali Farka Touré, Toumani Diabaté, Oumou Sangaré, Rokia Traoré, Salif Keita y ellos mismos, sobre todo si consideramos que en muchos lugares a los que llega su música existe la enorme barrera del lenguaje? Amadou me explicó que Malí es un país con graves carencias económicas, con frecuentes revueltas sociales y sin posibilidad de comercio marítimo, al no tener costa. La importancia cultural, social y religiosa que tiene la música es enorme. Representa un tema identitario para cada una de las más de veinte etnias malienses, cada una con su propia lengua y tradiciones musicales.

Mariam hablaba menos, pero contestó otra de mis preguntas, respecto a cómo elegían a los músicos con los que hacían colaboraciones, y hablamos de algunas de mis favoritas, como la prensada en 2001 en el disco Sin fronteras, de Sergent Garcia (ahí fue, de hecho, donde los conocí); y la de su disco Dimanche à Bamako, donde Manu Chao produce, arregla, compone, canta y toca la guitarra en varios temas. Ellos me hablaron de las colaboraciones de su disco (entonces) más reciente, Folila, en donde aparece uno de mis cantantes franceses favoritos, Bertrand Cantat, ex vocalista de Noir Desir. No importaba que yo ya supera esto, me gustaba escucharles. Terminaron diciendo que no elegían a los músicos con los que habían de colaborar, que eran ellos los que llegaban. 

No recuerdo cómo terminó la entrevista, pero la escena onírica de escucharles hablar y presenciar su sutil código de comunicación a través del tacto tuvo un impacto muy profundo en mí, y cambió por completo la experiencia de verles esa noche en el Teatro Diana. En el escenario, al encenderse las luces ya no estaban esos dos seres humanos con quienes había conversado unas horas antes. Había dos gigantes que resplandecían, ataviados en sus trajes africanos con estampados en dorado y sus lentes oscuros con armazón dorada también; sin embargo, brillaban más por la energía que estaban irradiando. Una noche memorable, grabada en baile y fuego en quienes la vivimos. 

Liberté, liberté, liberté pour tout le monde
Du bonheur, du bonheur, du bonheur pour tout le monde
De l’amour, de l’amour, de l’amour pour tout le monde

La influencia de Amadou & Mariam cruzó las fronteras africanas. Su importancia se puede leer un poco en el tipo de participaciones que tuvieron, por ejemplo, en la ceremonia del Premio Nobel de la Paz en 2009, cuando se lo otorgaron a Barack Obama; o en la inauguración de la Copa Mundial de la FIFA en 2010, la de Sudáfrica, la primera copa del mundo organizada por un país africano. Ese mismo año, actuaron como embajadores del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, visitando Haití tras el devastador terremoto. Su presencia no se limita a los escenarios, su música ha llevado también mensajes de solidaridad y esperanza. ​ 

Amadou Bagayoko deja un legado trascendente que incluye, además de su música, un testimonio de resiliencia, pasión y compromiso con su cultura y su gente. Su partida hereda un vacío inmenso para generaciones de músicos malienses y para quienes gustan de su música desde el tiempo de Les Ambassadeurs. Su ejemplo insta a conocer y valorar la riqueza musical de Mali y del continente africano, y también obliga a repensarnos desde los prejuicios instaurados por el capacitismo.​ Para aquellos que deseen profundizar en su vida y obra, recomiendo su autobiografía Away from the light of day (2010), donde narra sus primeros años, la aceptación de su ceguera y cómo la música lo ayudó a adaptarse y a encontrar la felicidad y un sentido de vida. Además, cuenta sus experiencias tocando junto a algunos de los músicos más destacados de su país y de su época y, claro, su historia de amor y música con Mariam Doumbia

El mismo día de su muerte estaba programando en la radio su disco más reciente, La vie est belle, sin saber que era la última vez que lo escuchábamos con Amadou en vida. 

Oh mes amis, 

oh mes frères 

Le monde est difficile 

La vie est invivable  

Personalmente me consterna de verdad cuando muere un músico cuya obra ha operado como soundtrack en momentos importantes en la vida. Es curioso, pero ahora que pienso en Amadou et Mariam no puedo dejar de pensar con ironía en el hecho de que dos personas ciegas, de una ciudad lejana, cantando en lenguas extranjeras, nos ayuden a ver mejor. Gracias y larga vida, Amadou, Mariam, y por favor…

Chantez-chantez, jouez-jouez, dansez-dansez
Chantez-chantez, jouez-jouez, dansez-dansez

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