Hay discos que son como una hoguera mágica que poseen cualidades para no extinguirse jamás y seguir esparciendo su brillo; uno de ellos es Deseo carnal, la segunda obra de Alaska y Dinarama, que ahora cumbre 40 años de haber aparecido y que motiva una edición especial.
Al regresar a esas 10 canciones confeccionadas entre Carlos Berlanga, Ignacio Canut y la mexicana Olvido Gara (nombre de pila de Alaska) reitero una convicción que me ha acompañado durante esas cuatro décadas: que la mejor canción que contiene no es “Ni tú ni nadie”, sino que la gran joya es “Falsas costumbres” y para reforzar esa idea viene bien citar una estrofa: Falsas costumbres que traen/ sonambulismo mortal / todos subimos / de las flores del mal / no volver a pecar / sin comulgar / con las flores del mal.
Y entonces suena una balada de ese pop barroco que tanto se empapó del techno-pop y el new romantic… melodías de miel y oropel que les permitieron invocar a Charles Baudelaire al mismo tiempo que retorcer la tradición judeocristiana y exponer una posibilidad tentadora del pecado.
Editado en 1984, para ese entonces la capacidad para escribir letras de Carlos Berlanga estaba en lo más alto y ello se hace patente no sólo en “Falsas costumbres”, sino también, y con mucho sentido narrativo, en “Cómo pudiste hacerme esto a mí”: La calle desierta, la noche ideal / un coche sin luces no pudo esquivar / un golpe certero y todo terminó entre ellos de repente.
Dicha canción bien puede funcionar como un cuento corto o la secuencia de una película en la que ocurre un crimen. Ese sentido del drama pasional, muy trágico, acompañaría al trío en muchas de sus piezas que resignificaban la manera de abordar lo amoroso. Musicalmente, arranca con un pasaje cercano a la música clásica y termina entre bombo y percusiones discotequeras.
Y también se puede citar a la funkytera “Un hombre de verdad” entre las canciones de lustre de un álbum muy cohesionado, antes de tener siquiera que acordarse de “Ni tú ni nadie”, que trasladaba al techno pop toda la estética y el pulso almodovariano y que se convirtió en un asunto de masas en ambas orillas del Atlántico.
Siendo el relevo de su debut, Canciones profanas (1983), su segunda obra no padeció ese mal que aqueja a tantos artistas; Ahí están “Sólo por hoy” (Sólo por hoy pediré perdón / pediré compasión / ejercitare mi alma) y “La decisión” (Por qué tuviste que mentir / yo nunca te obligue a venir / enséñame las manos / has vuelto a herirte sin querer) para reforzar su grandeza y esa manera de insertar un toque noir a tal manera de encarar al pop electrónico.
Aunque en 2006 ya existió una edición de deluxe para conmemorar las 4 décadas de su aparición, han decidido preparar una versión completamente potenciada. La versión XL incluirá dos vinilos, uno color rosa con el álbum original remasterizado, y otro, azul, con remezclas, nuevas versiones e inéditos. Por si con ello no bastara, contiene además un cuadernillo de 24 páginas con fotografías y textos de Rafa Cervera, Juan Puchades, Pedro Munster y Darío Vico. Todo un festín alrededor de las grabaciones hechas por el productor inglés Nick Patrick en los estudios de Hispavox de Madrid, y quien también escribe.
Dejemos para los nostálgicos recalcitrantes aquello de dónde está nuestro error sin solución / ¿Fuiste tú el culpable o lo fui yo? / Ni tú ni nadie, nadie puede cambiarme… en su lugar podemos retomar la canción que cierra el disco, una “Carne, huesos y tú” incombustible: Te he visto hacer una genuflexión / No me gusta nada la contradicción / Es ya de noche vamos a salir / Ya sabes donde tenemos que ir.
El Deseo carnal nos sigue esperando.
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