Nadie te enseña a ser padre. Ese es un hecho. Existen padres terribles, distantes y punitivos que han marcado las personalidades más antisociales de la historia: Jeffrey Dahmer, Edmund Kepler o Charles Manson. Sin embargo, la serie británica Adolescence, escrita por Jack Thorne y Stephen Graham, desafía esa tesis, ya que el entorno, el temperamento y la personalidad de un sujeto pueden ser factores adicionales que se salen de las manos de sus tutores. A pesar de que los padres estén sujetos a las reglas y la bondad, existen detonantes sociales estresantes que son incontrolables en las mentes frágiles e inmaduras de los adolescentes.
TXT:: Mariana González
Adolescence es una miniserie de televisión de drama criminal británica de 2025, dirigida por Philip Barantini, también conocido por elevar la tensión en películas como Boiling point. Su ejecución de cámara reconoce que lo mundano puede llevarnos a puntos de quiebre, como en una mañana en el condado de Dorchester, Inglaterra, donde la familia Miller, de clase media, es arrebatada de su tranquilidad en un plano secuencia que captura minuto a minuto el arresto de Jamie Miller (Owen Cooper), un joven de 13 años acusado de asesinar a una compañera de clase.
La actuación de Cooper nos recuerda lo difícil que es procesar a un adolescente en un crimen tan grave; sus reacciones, como orinarse en los pantalones debido al impacto, nos recuerdan a un niño. Por otro lado, el entorno al que está expuesto, como las redes sociales, los influencers como Andrew Tate y las relaciones sexuales, lo impulsan a comportarse como adulto. Los espectadores comparten las emociones y la incomodidad de su padre Eddie, interpretado magistralmente por Stephen Graham, quien transita por la negación como primera reacción lógica.

Eddie piensa que conoce a su hijo, quien ha crecido en un ambiente estable. Es tímido y retraído y tiene lo indispensable: un techo, comida y educación. ¿Por qué mataría a una de sus compañeras? ¿Por qué permitir que su hijo pase por las humillaciones y el acoso del sistema judicial? Eddie cree conocer a su hijo perfectamente bien, es el niño que procreó y vio crecer; hasta que aparece un video que confirma las acusaciones. Al final del primer capítulo, el misterio se revela y comienza el infierno.
A lo largo de los episodios, la serie va atando los cabos que llevaron a Jamie a cometer el crimen, para dictaminar su sentencia. Pero, paralelamente y de manera más importante, podemos ver las relaciones actuales entre padres e hijos en la era del capitalismo y las redes sociales. La ausencia es recíproca en ambos bandos, desde las largas jornadas de trabajo hasta los gadgets que proponen un nuevo idioma generacional basado en emojis. La resolución de un caso se basa en los hechos, pero los motivos de éste están vinculados al contexto de una sociedad de patrones del deber ser, como la masculinidad que se hereda de generación en generación.

Es una serie que juega bien con sus elementos: guión, actuaciones y dirección. El elenco brilla emocionalmente, conmocionando al espectador en cada episodio. No se emplean recursos técnicos como flashbacks para ilustrar el machismo interiorizado y la falta de canalización emocional en los discursos de odio de Jamie. Solo se reconocen sus palabras y subtextos psicológicos en una cámara que no lo deja quieto. El lenguaje corporal de los personajes en el episodio 3, en una simple terapia de preguntas y respuestas bien conducida por la actriz Erin Doherty, nos muestra los arrebatos de ira de ambas personalidades, que podrían dibujar las características de cualquier asesino.

Esta narrativa no busca señalar culpables en la crianza ni en los adolescentes rebeldes, sino amplificar perspectivas en plano secuencia de un mundo en expansión que se desinforma a la par que produce contenido. Los padres, superados por la tecnología, el funcionamiento de los algoritmos y los nuevos “idiomas”, se enfrentan a un desafío crucial. Aunque parezca simple, es fundamental encontrar nuevas formas de comunicación para luchar contra la desinformación en esta población adolescente, basada en la autopercepción.
Es un aprendizaje constante poder guiar a las generaciones más jóvenes para que no se dejen influenciar por falsa propaganda en la ausencia de sus padres. Vale la pena disfrutar cada segundo de esta miniserie. Los últimos minutos, donde el personaje de Stephen Graham se lamenta por sus errores, su ausencia o quizás su ignorancia, recuerdan la famosa cita del investigador Dr. Eliot Joslin: “Los genes cargan el arma, pero el estilo de vida tira del gatillo”.
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