La nostalgia en el ámbito tecnológico tiene un amplio peso particular en los sistemas operativos más icónicos dentro de Microsoft. Y una de las grandes joyas de Microsoft es, sin duda, Windows XP. De ahí que muchos usuarios se hagan una pregunta que ronda en la mente de los mayores aficionados con cada año que llega: ¿Por qué Microsoft no libera Windows XP como software de código abierto?
Mucho más allá de la imagen de la empresa, esta decisión implicaría cuestiones legales de por medio, e incluso técnicas, que explican que casi en 2026, siga bajo el dominio de las oficinas de Redmond. En un primer escalón encontramos los riesgos que podría acarrear para millones de dispositivos. Incluso secretos industriales que sustentan el «core» de los Windows actuales. A ello hemos de sumar derechos internacionales, patentes e incluso el riesgo de que se cree una comunidad que pueda competir contra sus propios productos.
Por ello, vamos a dar cinco sólidos argumentos que justifican por qué el sueño de muchos usuarios de ver a XP como software libre sigue siendo inviable.

Herencia de código y secretos industriales
Windows XP no es un producto totalmente aislado y obsoleto del entorno de Windows. Comparte tanto la arquitectura como módulos con las versiones más nuevas de Windows. Por lo que abrir su código fuente expondría todo tipo de algoritmos, APIs y tecnologías que todavía funcionan en Windows 10, 11 y Server. Lo que lo pondría en una clara desventaja frente a competidores e incluso afectaría a la seguridad de las plataformas actuales de Microsoft.
Ciberseguridad y malware
Muchos dispositivos bancarios, infraestructuras industriales e incluso equipos médicos aún funcionan sobre el sistema de Windows XP. Por lo que liberar su código sería facilitar a los ciberdelincuentes que encuentren vulnerabilidades y se desarrollen exploits para atacar a estos dispositivos. Incluso podrían utilizarlo para entrar en el código de los sistemas nuevos gracias a las similitudes en microprocesadores.
Cuestiones legales
XP incluye componentes que están protegidos por derechos y patentes de terceras empresas: sistemas DRM, criptografía de exportación, módulos multisistema, fuentes y controladores con licencia. Es decir, que publicar el código sería confrontar con los acuerdos internacionales, leyes de importación y contratos con empresas externas. El coste y el riesgo legal de liberar la tecnología de Windows XP es prácticamente inasumible incluso para un titán como lo es Microsoft.
Imposibilidad de soporte y control
Convertir Windows XP en un modelo open source crearía una comunidad paralela que daría pie a usar el sistema en entornos importantes como en gobiernos, industria o entidades bancarias sin soporte oficial. Esto conlleva el riesgo de que cualquier incidente grave, como fallos, fugas de datos o sabotajes pueda dañar la reputación de los sistemas de Windows y de Microsoft en particular. Y dada la falta de control que supondrían estas versiones, Microsoft no tendría capacidad de respuesta.
Modelo de negocio y competencia de mercado
Pese a la obsolescencia en varios ámbitos de Windows XP, a día de hoy todavía existe dependencia de él por parte del software empresarial. El mero hecho de que existiese una versión libre y mantenida por la comunidad echaría el freno a cualquier migración a Windows 11 y futurible Windows 12. Además, también podría bloquear la venta de nuevas licencias y servicios en la nube. Por lo que habría creado una nueva competencia para sí misma por el mero hecho de liberar el sistema operativo y pondría una piedra en su zapato a la hora de recibir ingresos por sus propias suscripciones y productos.
