El thrash metal en España no es una postal de los 80 colgada en la pared polvorienta de un local de ensayo. Tampoco es un género momificado que vive de lo que fue. Aunque su época de mayor exposición mediática quedó atrás, hay una escena que no ha bajado los brazos y sigue afinando en Mi. No se trata de nostalgia: lo que ocurre actualmente en el underground del thrash hispano es más una relectura combativa que un homenaje sumiso. Estas bandas no están haciendo arqueología sonora, están ensuciándose las manos con riffs actuales que miran al pasado solo para empujarlo hacia adelante.
Desde ciudades donde los focos no siempre apuntan —como Lleida, Málaga o Eibar— surgen propuestas que mantienen el pulso acelerado del género, sin preocuparse por caer bien o sonar “actuales”. Lejos de intentar meterse en festivales de moda o playlist edulcoradas, estas agrupaciones entienden el thrash como un lenguaje que se habla en la sala de ensayo, en el foso, en los garitos de 50 personas donde todavía se sudan las guitarras.
Crisix: velocidad sin tregua desde Catalunya
Desde Igualada, Crisix se ha convertido en el referente más visible del thrash metal español del siglo XXI. Con una discografía sólida y giras por Europa, Japón y Latinoamérica, el grupo ha sabido moverse sin necesidad de disfrazar su estilo ni rendirse a fórmulas recicladas. Su álbum Full HD (2022) dejó claro que el grupo no ha perdido filo ni intención. Las letras, cargadas de crítica social y sarcasmo, y su directo agresivo, los han posicionado como una de las bandas más activas del circuito europeo, sin recurrir a poses prestadas de la Bay Area.
Angelus Apatrida: la consistencia como forma de vida
Lo suyo no es un caso aislado ni una moda pasajera. Desde Albacete, Angelus Apatrida ha mantenido una trayectoria inusualmente coherente desde principios de los 2000. Con siete discos de estudio y un contrato con Century Media que les ha abierto puertas internacionales, su thrash afilado y técnico no ha hecho concesiones. El álbum homónimo de 2021 debutó en el número 1 en ventas en España, algo casi impensable para una banda de metal extremo. Su presencia en festivales como Wacken o Hellfest no responde a un fenómeno viral, sino a dos décadas de trabajo de fondo.
Holycide: precisión quirúrgica desde Madrid
Capitaneados por Dave Rotten (más conocido por su papel en la escena death metal con Avulsed), Holycide ha ofrecido una versión más incisiva del thrash metal, con influencias claras de la escuela americana más técnica. Su segundo disco, Fist to Face (2020), es una muestra de riffs calculados y letras que no rehúyen el conflicto político o social. En lugar de irse por la vía fácil del estribillo coreable, Holycide apuesta por estructuras complejas y una actitud que parece más cercana al punk que a los clichés metaleros.
Trallery: desde Mallorca, sin etiquetas cómodas
Lo que empezó como una banda de thrash al uso en Palma ha evolucionado hacia una propuesta mucho más matizada. Trallery no se queda atrapado en la fórmula de la velocidad por la velocidad; sus últimos trabajos —como Isolation (2019)— incorporan elementos progresivos y cambios de dinámica que abren nuevas rutas dentro del género. No intentan sonar “como antes”, sino como ellos quieren sonar ahora. Y eso los aleja de la caricatura retro en la que a veces cae el revival del thrash.
Legion y los ecos persistentes del pasado
Mención obligada merece Legion, una de las bandas pioneras del thrash en España que, tras más de tres décadas, volvió con nuevo material en 2023. Su regreso no apela al sentimentalismo: Legionized no busca repetir éxitos, sino ofrecer un sonido actual sin renunciar a su esencia. No todas las bandas veteranas saben regresar sin parecer su propia copia. Legion lo logró sin necesidad de reinventarse, solo ajustando las piezas para hablar en presente.
Una escena que no pide permiso
El thrash metal español de hoy no es una mercancía exportable envasada al vacío. Se mantiene a base de autogestión, redes entre bandas, sellos independientes y una audiencia que no necesita validación externa para seguir yendo a conciertos. Hay vida más allá de los grandes nombres, con grupos como Inverted Cross, Injector o Exessus construyendo su camino con recursos limitados pero ideas claras.
Mientras el algoritmo no los incluya en sus recomendaciones y los medios generalistas los ignoren, estas bandas seguirán tocando donde haya energía eléctrica, espacio para una batería y alguien dispuesto a sacudirse el cuello. Y quizás eso sea exactamente lo que necesita el thrash metal para seguir vivo: no ser parte del decorado, sino del ruido real.