Saturday Night: la histórica noche que revolucionó a la comedia en TV

Saturday Night


4.5
Reviewer

Calificación

Saturday Night Live es una piedra angular en mi vida. No solo alegró durante años mis fines de semana cuando era transmitido en Sony Channel (me niego a pagar un servicio de streaming más solo para verlo), la cantidad de actos musicales presentados ahí influyó demasiado mi gusto musical durante la universidad al grado de conocer a mi artista favorita gracias al show, St. Vincent. Entre las bandas y rostros como Tina Fey, Amy Poehler, Fred Armisen, Kenan Thompson o la genial Leslie Jones, el estima que tengo hacia el programa es considerable.

Por ello, la expectativa hacia Saturday Night, dirigida por Jason Reitman, autor que heredó de primera mano todo el conocimiento necesario desde sus primeros años, además de trabajar en conjunto a los sobrevivientes del reparto original para narrar la historia detrás de uno de los hitos televisivos más grandes de la historia y que en 2025, cumple 50 años de historia, era enorme.

Con un reparto en su mayoría joven encabezado por Gabrielle LaBelle (Los Fabelman), Rachel Sennott (Shiva Baby, Bottoms) y Cory Michael Smith (el Acertijo en Gotham), acompañados por las siempre infalibles participaciones de Willem Dafoe y JK Simmons, el filme es un entretenido caos y el encanto que ello emana, una obra de la importancia de aferrarse a los ideales y atreverse a salirse de las convenciones.

“¿Has sentido nostalgia por un momento que estás viviendo?”: de qué va Saturday Night

11 de octubre de 1975. Son las 9 pm en la ciudad de Nueva York y el joven productor Lorne Michaels tiene la oportunidad de demostrar un nuevo concepto para la televisión. El problema: todo, absolutamente todo. Conflictos entre su casting, un set cayéndose a pedazos, un asistente totalmente drogado y el ojo vigilante de todos los ejecutivos de la cadena que esperan ver un fracaso. Lorne tiene hora y media para resolver todo o lo perderá todo. Digo, todos sabemos como acaba, ¿no? Lo importante, es ver como lo logró. Siempre lo de en medio es lo importante, querido temeroso del spoiler.

Sin duda alguna y con experiencia de respaldo, este es uno de los retratos más realistas que haya visto sobre la producción en TV. Desde los conchudos utileros que no mueven un solo dedo por ti a pesar de la presión, los caprichos de excéntricos invitados, las fallas técnicas, el estrés vivido, este es un trabajo que se adentra a la perfección en las entrañas de un set televisivo. Principalmente, es gracias a la gran comunión entre su montaje y los plano secuencia en la fotografía que esta sensación de desorden y tensión funcione también. Basta con ver los primeros minutos, una simple salida de elevador y el recorrido a una oficina con cada uno de los escenarios que deben resolverse para contagiarse de esta desesperación.

Reseña de Saturday Night
Rachel Sennott es una de las mejores actrices jóvenes actualmente en la industria. Además, es una talentosa guionista como lo demostró en Bottoms. Imagen: Sony Pictures.

Pero de nada valdría todo este sufrimiento si no hubiera un buen propósito. El corazón de Saturday Night recae en este esfuerzo por mostrar el acto revolucionario de comedia que simbolizó y sigue hasta nuestros días enfadando a la nueva camada de conservadores amantes de Trump (lástima que Alec Baldwin acabó envuelto en cierta polémica porque parodiaba al hombre naranja de maravilla).

Al ver a esta tropa de donnadies veinteañeros, futuras estrellas de la comedia como Chevy Chase, Dan Aykroyd, Jane Curtin, Gilda Radner y el difunto John Belushi, vemos a un grupo dirigido por un Michaels ansioso de llevar la contracultura estadounidense a las señales nacionales, alejado del tono tan formal que presentaban otros grandes como Milton Berle o Johnny Carlson y elevando las bromas a tintes sexuales fuertes que si antes espantaban señoras, ahora seguro espantaría a los más jóvenes.

Además de luchar contra la censura del canal, debían evolucionar el humor y en la cinta, no hay ejemplo más sobresaliente de ello que el sketch donde las chicas, interpretan a los clásicos obreros de construcción. Aykroyd, quien se las daba de todas mías, un prostituto profesional autonombrado que coqueteaba con toda mujer a su paso, debía actuar de un transeúnte vestido en unos shorts cortos y apretados, objeto de los improperios de ellas. Hacer hincapié en este acto es una excelente forma de exaltar pase de estafeta entre el humor de antaño y lo nuevo.

Nada de ellos funcionaría sin la elección de un buen cast donde LaBelle en el papel de Michaels (muy similar a lo que vimos en Los Fabelman en realidad) y Smith como Chase, son las estrellas de la noche junto a JK Simmons de Milton Berle (con todo y sus legendarios genitales). Sin embargo, el detalle ganador fue la idea de incluir a Nicholas Braun con dos papeles, de Jim Henson y Andy Kaufman, tal como el famoso comediante hubiese querido ser retratado con tanta versatilidad.

Reseña de Saturday Night
¡Carajo no solo Jon Batiste, uno de los mejores cantantes de jazz de nuestros tiempos, compuso el soundtrack sino que interpreta al legendario Billy Preston en Saturday Night! Imagen: Sony Pictures.

Sin embargo, en su cast también se encuentra su gran debilidad. Uno de los rostros principales del programa (y de la comedia en general hasta su trágico fallecimiento por una sobredosis en el ’82) era justo Belushi y lo presentado aquí, resulta increiblemente caricaturizado a partir de una actuación bastante limitada de Matt Wood. Sus intervenciones son las que desatan el conflicto más tenso al ni siquiera haber firmado su contrato pero al verlo en pantalla, son los momentos más da los momentos más bajos de la obra. Hasta parece que aprovecharon que es el difunto para retratarlo así.

Finalmente debo decirlo: para todo el público de poca retención, esta es una película muy exigente, no puedes omitir un solo detalle del caótico paraje del 30 Rockefeller Plaza o quedarás perdido. La película se narra en tiempo real, es vital acompañarlos en sus devenires en el set. Advertidos quedan.

Saturday Night es hilarante, un viaje inolvidable de 90 minutos donde el azar está a la vuelta de cada pasillo. Cuando todo parece no tener sentido y con rumbo al fracaso, Michaels defiende mejor que nadie su intención y el significado que buscó darle al show, en un discurso fuerte donde la revolución de la generación boomer, debía encontrar su propia voz. Imperdible y contagiosa en su ritmo y argumento, aún cuando no seas fan del programa.