Mucho se ha hablado de las SICAV como la estructura que usan los megaricos para ahorrar impuestos. Como la cosa se ha complicado para formar estos fondos de inversión personalizados y controlados por una sola persona ahora la moda son las Sociedades de Inversión Libre (SIL).
La idea detrás de todo esto es poder comprar y vender acciones sin pagar impuestos por ello, siempre que todo se reinvierta y no se gaste. Es lo mismo que hacen los fondos de inversión a los que pueden acceder todo el mundo pero los ultrarricos quieren controlar a dónde va su patrimonio.
En otros países existen estructuras financieras que permiten hacer este tipo de inversiones sin capital mínimo disponibles para todo el que quiera montarse su propio «fondo de inversión» personalizado sin pagar impuestos hasta que se saque dinero del mismo. En España la gente de mucho patrimonio ha usado tradicionalmente las SICAVs con «mariachis» (gente que figuraba en las mismas como partícipes pero que realmente apenas aportaban dinero) y ahora con las SIL.
La idea de no pagar impuestos en la reinversión es buena
Al final lo que quieren estos grandes inversores es no pagar impuestos cuando venden participaciones de una empresa para comprar las de otra. O cuando simplemente quieren estar en liquidez porque el mercado no está muy claro. Y sinceramente, siempre que no toquen el dinero para gastos personales es una buena idea. De hecho una idea que se podría extender a todo el mundo.
Las empresas financieras podría ofrecer un producto cerrado, donde los particulares pueden hacer sus inversiones, y solo se pagaría impuestos si se retira dinero de dicha estructura. Es bastante justo y por eso los fondos de inversión no pagan impuestos, solo los paga el partícipe cuando retira el dinero.
De hecho si se cierran las puertas de todos los trucos que usan para lograr este tipo de estructuras siempre podrían montar un fondo de inversión abierto, aunque la regulación exige ciertas cosas (como diversificación) que quizá no les encajen totalmente.
Más que limitar las posibilidades de lo que pueden hacer las personas ricas que siempre encontrarán trucos o escapes fuera de España, lo ideal sería extenderlo a toda la población para que quien quiera estructure su patrimonio de la forma que quiera, sin penalizaciones fiscales.
El ahorro fiscal no viene por ahí, sino de la «plusvalía del muerto»
Como hemos explicado antes, estas estructuras, SICAVs en el pasado, SIL ahora o incluso fondos de inversión tradicionales, permiten no pagar impuestos hasta retirar el dinero para su uso personal. Por tanto no hay una evasión fiscal como tal, sino que permite que el patrimonio crezca sin fiscalidad hasta que se quiera usar dicho dinero para un gasto.
Donde sí que hay un ahorro fiscal importante es si hay fallecimiento del titular. Existe una figura en el impuesto de la renta llamada comúnmente la «plusvalía del muerto» de la que hemos hablado en el pasado. La legislación dice que una vez fallecido el titular, el impuesto por la plusvalía no existe.
Es decir, todas esas plusvalías latentes que tendrían que haber pagado impuestos al ser retiradas estarían exentas. Eso sí, los herederos pagarían el impuesto de sucesiones (que está fuertemente bonificado en algunas Comunidades Autónomas).
Por tanto el verdadero ahorro de impuestos que usan las grandes fortunas es meter todo su dinero en una estructura que no tenga tributación hasta su retirada (SICAV, SIL, fondos de inversión), hacer crecer el dinero y no retirarlo nunca, y a la muerte dichas plusvalías no pagan impuestos; los herederos tampoco pagan apenas impuesto de sucesiones por vivir en una Comunidad donde está bonificado.
Claro que en este caso el megarico no puede usar su patrimonio, solo acumularlo para transferirlo a su muerte. En la época de los tipos bajos el truco solía estar en pedir préstamos a bajo tipos para los gastos y que luego la deuda también se herede. Con los tipos más altos esta estrategia puede ser costosa.
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La noticia
El gran truco de los megaricos para ahorrar impuestos no son las SICAVs, es «la plusvalía del muerto»
fue publicada originalmente en
El Blog Salmón
por
Alejandro Nieto González
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