De la extracción de gemas al diseño de joyas, te presentamos al diseñador francés de joyas contemporáneas, Emmanuel Tarpin. Su aprecio por las materias primas le distingue de otros diseñadores y hace que sus joyas sean únicas.
Según la leyenda, las esmeraldas tienen un efecto calmante, por lo que no es de extrañar que sean las piedras favoritas de este diseñador amante de la naturaleza, cuya pasión por el mundo natural desempeña un papel importante en su trabajo. En una colección reciente, Emmanuel presentó una serie de siete piezas esculpidas con maestría para captar la complejidad y la intriga de la flor de la orquídea.
Emmanuel creció en los Alpes franceses con una familia muy unida, por lo que desarrolló un amor natural por el mundo exterior. A menudo paseaba por los alrededores de su casa con su padre, en busca de distintos tipos de piedras. Este fue el comienzo de su búsqueda del tesoro de toda la vida. «Solía hacer muchas excursiones con mi padre en busca de cuarzo en los Alpes: amatista, cuarzo blanco, cuarzo rosa. Así empezó todo. Acabé formando una gran colección de piedras preciosas en bruto. Se lo debo a mi familia; son increíbles, y compartimos una profunda conexión». Y añade: «Cuando era niño, veía gemas y tenía estrellas en los ojos. Siempre sentía curiosidad por el joyero de la abuela. Recuerdo un anillo de serpiente, con un rubí y un zafiro».
Unas décadas más tarde, Emmanuel ha conseguido combinar las pasiones heredadas de su familia -la gemología, la naturaleza y los viajes- y llevarlas al siguiente nivel. «Viajar es una de mis grandes pasiones. Quería fusionarlo con mi amor por las piedras preciosas, así que hablé con un muy buen amigo que tiene acceso a las minas. Ahora, por suerte, al menos una vez al año me embarco en un viaje a distintos lugares del mundo, cada uno de los cuales ofrece una piedra única.»
Así, el año pasado, Emmanuel cambió los Alpes franceses por los Andes colombianos en busca de algunas de las piedras más codiciadas del mundo. Aventurándose en las minas sudamericanas, experimentó la minería en Muzo, situada en una zona remota de Boyacá, al noroeste de Bogotá, en las altas montañas de los Andes. «Hay que ir a minas diferentes para piedras diferentes, como en el caso de los distintos tipos de esmeralda. En Muzo se encuentran piedras de un verde intenso». Emmanuel también exploró la mina colombiana de Chivor, conocida por sus esmeraldas de color verde azulado. Y añadió bromeando: «Es la mejor manera de parecer muy pretencioso en una cena cuando puedes decir “Oh, eso es una esmeralda de Muzo”». Además de su riqueza cromática -soy muy sensible a los colores-, las esmeraldas son bellas por sus cristales. La mayoría de las veces hay inclusiones en las gemas (cristales minerales o cavidades llenas de líquido o gas que se producen en una piedra preciosa huésped). En francés las llamamos poéticamente «le jardin de l’emeraude», el jardín de la esmeralda. Es decir, «una gema con alma».
Buscar tesoros puede parecer el trabajo más exótico del mundo, pero para Emmanuel es mucho más que llevarse a casa un brillante recuerdo. «Es minería, pero no para comprar gemas», explica. «Para mí, se trata de amor por la joyería, la minería forma parte del proceso, desde la primera inspiración hasta la pieza final. Cada paso es increíble para mí». Como diseñador, subraya que «todo está relacionado» en el viaje creativo.
Más allá de las gemas, Emmanuel destaca la importancia de conocer y comprender la vida de los mineros, para reconocer el trabajo que realizan. «Conocer a los mineros es muy valioso, son la base de todo. La minería es bastante peligrosa y ellos no tienen las medidas de seguridad que tenemos nosotros. Para mí se trata de respetar su trabajo. Nos alojamos con una familia de mineros, vamos a las minas todos los días, seguimos sus rutinas, cenamos con ellos y nos adentramos en su cultura. Comprender y respetar su trabajo es esencial para ampliar mis conocimientos».
Está claro que, para Emmanuel, crear joyas es mucho más que diseñar piezas llamativas para la alfombra roja; está profundamente relacionado con las personas y sus historias. Destaca la importancia del viaje de la gema -desde que se desentierra la piedra hasta que se entrega la pieza final al cliente- y dónde encuentra finalmente su nuevo hogar. «Me encanta compartir historias a través de mis diseños», explica. «La historia de la joya se convierte en parte de la historia compartida con el cliente». Y añade: «La joyería consiste en crear recuerdos con mis clientes. En el momento en que presentas la pieza al cliente, puedes ver la conexión en sus caras; se trata de esa chispa instantánea, ese momento de ‘flechazo’».
Cuando se le pregunta por su propia pieza, Emmanuel menciona su anillo de boda. Muestra lo que parece un sencillo anillo clásico en su dedo. «Quería algo muy sencillo y masculino. Lo que no se ve es que el interior tiene diamantes incrustados, pero el exterior es discreto. Creo que las cosas más preciosas no tienen por qué mostrarse a todo el mundo. Es algo muy íntimo que decides compartir o no. Lo más precioso está contra tu piel».
Descríbete en tres palabras.
«Soñador, apasionado y espontáneo».
¿Qué o quién te inspira?
«La naturaleza y las flores, los viajes, la pintura, la moda, el art nouveau».
¿Qué famosos llevan tus piezas?
«Sharon Stone, Rhianna, Jonny Depp. Gente a la que quiero y que me inspira. No soy un gran diseñador de alfombra roja. Prefiero que venga gente interesada. La pieza tiene que hablar al cliente, no quiero forzar a la gente a llevar mis joyas, no parece natural de esa manera».
¿Con qué joyas viajas?
«Sólo mi anillo de boda y un collar ‘sencillo’ de diamantes. Hago mucho senderismo y escalada, así que se supone que no debo llevar muchas joyas».
Y si no diseñaras joyas…
«Podría ser artista floral. Me encantan las flores. O pastelero. En la Escuela de Arte y Diseño de Ginebra pensaba crear una colección hecha enteramente de chocolate».
Descubre las piezas únicas de Emmanuel en emmanuel-tarpin.com, y sigue sus aventuras en busca de gemas en @emmanuel_tarpin.