El rock latinoamericano no sería lo que es hoy si no existieran las canciones de Los Prisioneros. Desde “¿Por qué no se van?” hasta “El baile de los que sobran”, los himnos creados por Jorge González, Miguel Tapia & Claudio Narea reflejaron el sentir político y social de los jóvenes de Latinoamérica cuando la represión no daban tregua. Tras diferentes circunstancias por las que ha atravesado el grupo chileno, es Claudio, su guitarrista, quien ha decidido darle voz de nueva cuenta a todo ese legado que se siente más urgente que nunca. Platicamos con el músico a propósito de su próxima visita a México, este 25 de Octubre en La Maraka.
¿Qué recuerdos tienes de México?
Recuerdo nuestra primera visita, a finales de los años 80. Nos hicieron presentarnos en un programa de televisión a las 3 de la mañana. Tuve la mala fortuna de enfermarme, así que toda esa visita me la pasé mal. Los conciertos los viví sentado en mi amplificador, a pesar de haber ido al médico. Tocamos en Rockotitlán, pero no fue una buena actuación, por mi condición. Visitamos Monterrey, pero nos tuvimos que regresar por mi enfermedad. Después la banda se separó y empezó otra historia de Los Prisioneros. Diez años más tarde nos volvimos a juntar para dar dos conciertos en El Estadio Nacional de Chile, 70 mil personas cada día. Shows inolvidables, históricos. Esa gira nos llevó de nuevo a México; tocamos en el Bulldog, en 2002.
¿Cómo decides retomar las canciones de Los Prisioneros?
Después de mi salida de la banda empecé a hacer canciones para mi nuevo proyecto, Profetas y Frenéticos, el cual fue muy bien recibido por el público chileno. También tuve la oportunidad de editar un libro, Mi vida como prisionero (2009). Entonces sólo tocaba un par de canciones de Los Prisioneros, pero empecé a percibir que la gente quería escuchar más canciones de esa etapa, así le di vuelta a la tortilla y ahora mis shows están basados principalmente en material de Los Prisioneros.
¿Qué ha cambiado de aquellos años a la actualidad, tanto en Chile como en Latinoamérica?
En los años 80 el mundo era más claro. En Chile teníamos la certeza de quién era el malo. Todos decíamos que Pinochet, había solidaridad en la gente, salías a la calle, mirabas a los otros a los ojos y decías, vamos todos juntos. Hoy en día hay un individualismo muy preocupante, siento que lo que ocurre hoy en Palestina nos debería de preocupar a todos, pero los medios están hablando de otras cosas. Eso determina que la gente esté condicionada a hablar de otros temas. La música de ahora no tiene discurso, se mira el ombligo y se toma selfies. Exceptuaría lo que acabo de ver este semana, el Tiny Desk Concert de Ca7riel & Paco Amoroso; quedé gratamente sorprendido, cantan las mismas burradas de todos, pero hay música y talento, una propuesta.
¿Cómo influyó a Los Prisioneros el new wave estadounidense y británico de principios de los años ochenta?
¡Mucho! Al principio fui muy fan de los Beatles, Queen y Supertramp. A los 15 años descubro a los Clash, increíble, tocaban una música que podíamos ejecutar, y lo mismo nos pasó con Devo y The Cars. En esos días en Chile sólo teníamos guitarras acústicas y una maleta que nos servía de batería, te puedo decir que jugábamos a tocar. Poco a poco empezaron a llegar los instrumentos, obviamente de muy mala calidad; llegamos a la situación de que Jorge González hizo su propio bajo.
Pronto apareció nuestro manager y nos compró instrumentos de verdad. De ahí surgió “La voz de los 80”. Debo decir que el disco que nos marcó el camino fue Sandinista, de los Clash, un disco que condensa muchos estilos pero al mismo tiempo mantiene una esencia. Por eso nosotros pasábamos de una canción punk a un ska y luego a un tema techno-pop. La lección de ese álbum fue la idea de mantenerse abierto a diferentes opciones. De ahí que nuestras canciones de corte electrónico tuvieran clara influencia de Kraftwerk.
¿Siempre tuvieron claro cantar en español?
Sí, por esos años escuchábamos mucho a The Specials y Madness, hacíamos versiones de ellos. Fueron una gran influencia pero siempre tuvimos muy claro que lo importante eran nuestros temas originales. Otra parte importante fue nuestro discurso, siempre nos interesó la parte social y política. De aquellos años, “Cuánto vale el show” se convirtió en nuestro primer tema de esa índole. El tema estaba fuertemente influenciado por la guerra de las Malvinas, donde nos dimos cuenta cómo las corporaciones utilizaban la guerra como gancho para meter su publicidad. En ese sentido los Clash fueron una gran influencia, porque ellos hablaban de cosas sociales y políticas también. Coincidentemente los Clash tienen un tema que se llama “The prisioner”, aunque no fue el origen de nuestro nombre.
¿Cómo vivieron la censura en los años de Pinochet?
En un principio no tuvimos censura, pero en la Teletón de 1985 nos cortaron en la televisión. Al llegar a mi casa mi padre me dijo, los cortaron a media canción. Ese fue el primer impacto de la censura. Nos cortaron porque la gente cantaba en “Quién mató a Marilyn”, ¡fueron los pacos!, haciendo clara alusión a los policías. Igual con “¿Por qué no se van?” todos coreaban el nombre de Pinochet. La gente fue haciendo suyas las canciones, así apareció “El baile de los que sobran”, que hasta la fecha es una composición muy combativa, muy usada tanto en Chile como en diferentes países de Latinoamérica.
¿Cómo resumirías la carrera de Los Prisioneros?
Me siento muy orgulloso de lo que logramos. En su primera etapa el grupo fue muy importante, y eso se debe a que éramos una banda muy unida, se nota en las canciones. Por otro lado, debo reconocer que los tres integrantes somos personas muy distintas, cada uno tiene su personalidad y carácter, pero aún así logramos construir un legado que, considero, va más allá de nuestras diferencias. Eso es lo valioso de la música de Los Prisioneros. Será un gusto llevar esas canciones una vez más al público mexicano.
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