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Dentro del marco del 23 Festival de Cine Alemán, llega la más reciente producción del infaltable Fatih Akin, Rheingold, donde con todo su estilo, aborda la vida y obra de uno de sus artistas favoritos, demostrando su gran mirada y sensibilidad para mezclar drama, humor y, cómo no, un sentido musical que hace especial a su filmografía y lo pone como uno de los mejores al lado de sus coterráneos, Wim Wenders y Christian Petzold, por mencionar algunos.
De que trata Rheingold
Giwar Hajabi tiene una primer memoria en su vida: la prisión. A través de una interesante biopic, somos testigos de la historia del famoso emprendedor y rapero Xatar (nombre artístico de Hajabi), que va del infierno de una prisión iraquí hasta la Alemania de mediados de los 80, donde veremos su ascenso de ser un delincuente común en su gueto hasta el ascenso como un gran traficante y un exitoso artista, todo esto a través de rimas, mafia y un drama basado en las propias memorias del artista de raíces kurdas.
Después de llevarse el Globo de Oro como Mejor Película de Habla no Inglesa con la trágica En la Penumbra (2017), Akin demuestra que funciona de la mejor forma cuando habla de lo que le apasiona sin dejar de lado esa vena de crítica social que le caracteriza. Como hijo de padres turcos inmigrantes que encontraron un hogar en Alemania, su filmografía esta llena de potentes referencias que reflejan su postura política a través del drama, la comedia, el musical o, como en este caso, el biopic de un migrante kurdo cuya vida ha sido una locura.
Rheingold muestra las diferentes etapas en la vida de este rapero, desde que nace en medio de un panorama de guerra con sus padres como miembros de la resistencia iraní kurda, hasta su éxodo europeo y su adolescencia, aquella donde comienza a perfilarse como un prominente criminal hecho en las calles. Pero Akin logra equilibrar la fórmula habitual de este tipo de cintas para incluir secuencias que, inevitablemente, muestran cómo una persona se va forjando por lo que vive.
Xatar es interpretado por varios actores que muestran ese crecimiento de la niñez a la adolescencia y a la adultez obligada. Es en este último punto donde el realizador se enfoca más, tomando un poco las bases del cine de mafia de Martin Scorsese, en específico Buenos Muchachos (1990), al mostrar el crecimiento que nuestro protagonista va teniendo, pero sin dejar de lado las consecuencias mismas de cada uno de sus actos y cómo esto lo va alienando de su propia familia.
Aquí, Emilio Sakraya es quien se lleva las palmas pues la rudeza pero empatía con la que encarna a Hajabi crea un vinculo directo con la audiencia. Su construcción y desarrollo como alguien rudo que parece querer tener una vida mejor constantemente, ya sea por las buenas o las malas, resulta bastante interesante. Es su búsqueda constante por sobresalir y romper esa idea del refugiado para convertirse en alguien el arco que Akin maneja de buena forma hasta un desenlace que, como buen cuento, deja una moraleja interesante reforzada por un simbolismo que rodea al eventual rapero y emprendedor.
Esa idea que persigue constantemente a nuestro protagonista es el oro visto desde diferentes perspectivas. Rheingold, en alemán, remite a una ópera de un acto llamada El Oro del Rin, de Richard Wagner, primera del ciclo conocido como El Anillo del Nibelungo, que trata sobre las tres ninfas del agua que tienen la misión de proteger el oro del río, mismo que, al momento de obtenerlo, conlleva cierta maldición. Xatar siempre va en busca de ello y su presencia está en el ‘oro blanco’ de las drogas, el oro puro de una misión absurda, y la riqueza percibida por él de diferentes formas, dependiendo del momento de su vida.
Es ese juego que enriquece la narrativa de Akin, pues al final el Rheingold se convierte no sólo en su carrera, sino en lo que logra obtener y que, por mucho tiempo, nunca tuvo al ser marcado por la persecución, la discriminación y la ilegalidad, dándole sentido a ese poético final del filme. Aunado a ello, la edición de la cinta y sus transiciones son excelentes, pues a través de tomas de manos o cerradas, vemos los cambios físicos y el crecimiento de nuestro protagonista. Eso sumado al buen ritmo del proyecto que fluye como una gran rima hacen de esta biopic algo bastante destacado.
Otro de los temas que abarca es la música, objeto de interés de Akin que aquí poco a poco va adquiriendo su respectiva importancia. La forma en que se incluye en la vida de Xatar resulta orgánica hasta que se convierte en uno de los motores por los cuales entra en un conflicto terrible que lo lleva a enfrentar su destino y cambiar por completo. Este elemento en Rheingold además, sirve para encontrar la voz de un artista que prueba que de una vida dura se puede llegar a algo más.
Así, este filme sigue paso a paso las convenciones del género al que pertenece pero es enriquecido no sólo por la particular visión y narrativa de su director, sino por la fuerza con la que Xatar enfrentó su primer recuerdo, mostrando que siempre hay caminos para salir de la prisión de uno mismo, a veces por la fuerza o algunas otras cantando, todo a través de una historia memorable sobre un emprendedor que encontró la vía para tener la más grande riqueza de todos… y unos cuantos billetes más.
