Candelabrum Metal Fest: Desde las catacumbas del alma

Antes del festival, comenzamos con el pie izquierdo. Pero la vergonzosa actitud de un simio parlante en un hotel no opaca lo realmente importante. Como alguien que ha vivido de cerca el nacimiento y crecimiento del Candelabrum Metal Fest no queda más que rendirse a sus pies. ¿Por qué usar una figura así? Porque llega un momento en la vida en el que buscas ciertas cosas muy básicas en un fest, básicas pero imprescindibles, de esas que hacen la diferencia. No se trata de si había 75 mil personas o menos de 10 mil, 30 bandas o 120, 3 o cinco escenarios. Lo importante es que es un festival que promueve y crea comunidad.

Los que habían ido antes sabían, y los que debutaron lo descubrieron: un lugar muy cómodo, espacioso, con baños limpios, con techo pero sin paredes, con una distribución sin zona preferente; solo general y VIP, con la particularidad de que ambas permiten al público estar en la barricada justo frente al escenario. La diferencia es que el VIP es más espacioso y tiene una zona con mesas y bancos para beber más a gusto con vista perfecta al escenario. El escenario, claro. No hay zonas en las que no veas lo que sucede pero aún así tiene dos pantallas laterales que ayudan.

Primer día: Un brutal embrujo

Sencillo pero bien equipado y es solo uno, en el Candelabrum Metal Fest no tienes que desplazarte cientos de metros para ver más bandas. No es que sea mejor o peor que otros formatos, es que ese es el suyo y funciona porque está bien planeado y porque la producción es impresionante a la hora de los horarios. Sin retrasos (3-4 minutos en algún momento), sin bandas que extiendan su tiempo en el escenario más allá de lo anunciado, como debe ser. Además, al fondo, en la zona de comida, hay un espacio amplio con mesas y sillas para descansar y escuchar perfectamente bien lo que pasa en el escenario, a pesar de que hay unos 70 metros de distancia,

Después, claro, está la curaduría, porque al final del día todo lo anterior es importante pero no más que el motivo en sí del festival, que es la música. Algunos se han quejado por ejemplo de los precios de la comida o la bebida, pero no recuerdo haber leído en tres años a nadie que haya ido al festival y se queje de las bandas. Así lo vivimos. Nota: las bandas que no aparezcan reseñadas es porque por una u otra razón, que para el caso no es relevante, no las vi actuar.

Lo primero fue una banda queretana llamada Devil’s Whiskey que, como la bebida, se disfruta como tragos lentos y pesados. Es una buena banda que mezcla voces limpias con guturales y que lleva en el concepto un teclado que adereza el Stoner que tocan con toques psicodélicos, un sonido reminiscente de los años 70.

Devil´s Wiskey

Después llegó el turno para las canadienses Spell. Tienen una visión sónica del Heavy Metal bastante particular, son más los momentos que parecen Hard Rock o Rock psicodélico aunque los solos, casi todos, eran de banda de Heavy clásico. Lo cierto es que la gente captó el embrujo pachecón que querían transmitir y les regalaron ovaciones bastante sonoras.

Después, la primera sorpresa del día cuando las puertas de Ishtar, cerradas por décadas para México se abrieron de par en par en la Velaria. En #SangreDeMetal los habíamos entrevistado antes y se les notaba una genuina emoción por venir a tocar (mismo caso con Spell) y nos regalaron una brutal exposición de Death Metal Melódico que confirmó nuevamente, por lo menos a título personal, que Candelabrum es un festival en el que tarde o temprano alguien te va a sorprender para bien. Lo de Gates of Ishtar resultó impresionante, la respuesta de la audiencia correspondió al mismo nivel y más porque se notaba que estaban felices sobre el escenario.

Gates of Ishtar

Festival al fin y al cabo habría algo para todos y antes de que llegara una de las mejores presentaciones en la historia de Candelabrum hubo espacio para el veterano Black Metal de Archgoat, finlandeses que mostraron con maestría como dominar el caos feroz sin dejar de lado los momentos melódicos.

Dicen que para gustos están los colores y para mí, Sorcerer ofreció una clase magistral de hechicería consagrada desde la trinchera del Epic Heavy Doom. Impresionante dominio de la paleta de colores del espectro depresivo del metal, una belleza de presentación de una banda sueca, para no variar, que dejó boquiabiertos a propios y extraños. Mucho tiene que ver que no es una banda típica o de esas que en modo burla la gente refiere como “una de las que ya paga predial en México”. Probablemente el Candelabrum y la elección de bandas de cada año hasta ahora han convertido a más personas al Doom y sus derivados que nadie más, y esa es una gran noticia. 

Sorcerer

Lo mejor es que a partir de Sorcerer el nivel musical fue de calibre impensable. Los siguientes sobre el escenario fueron quizás los más veteranos de todo el cartel. Picture viajó desde Holanda para mostrar el bagaje que han acumulado desde 1979 a la fecha. Lo suyo resultó ser una de las mejores fotografías de la vieja escuela que podría alguien imaginar. La mercadotecnia, la mala suerte o una combinación de diversos factores hicieron que esta banda nunca se colocara en las grandes ligas, lo cual es una pena monumental, pero con 11 canciones en 45 minutos hicieron las paces con una audiencia que los conocía y los esperaba. Dicen los españoles de Lujuria en “Viejo rockero” que ahora que ya algunas canas dan prestigio a tu melena, sigues con las mismas ganas y con el metal por bandera. Y sí, cuatro de los seis músicos superan las seis décadas de vida pero ofrecieron un set lleno de energía que será recordado por cientos de personas que los vieron en vivo esa noche del siete de septiembre en el corazón de León, Guanajuato.

Saturnus

Y faltaban tres cañonazos más. Por eso, antes de que alguien se enoje, es importante recordar la imagen de que para gustos, los colores, porque al viejo Chico Migraña, una de las más grandes atracciones de todo el cartel eran los daneses Saturnus, una de las más grandes glorias del Melodic Death Doom, por lo menos en estudio. ¿Sería posible que la enorme calidad que proyectan en los discos fuera llevada al escenario? La respuesta es sí, y no solo eso, sino que lo hicieron de manera espectacular. Regalaron también 45 minutos de una invasión saturnina cargada con densidad sonora, lenta y brumosa que mostró por varios momentos que es posible encontrar belleza sublime en contextos de duelo, pérdida y angustia. Y una vez más, he ahí lo que hace que Candelabrum brille en el cielo nocturno aunque puede estar nublado, abre la puerta para todas estas bandas que existen en el reino del metal al igual que “las de siempre”, pero casi nunca tienen opción de mostrarse en nuestro país. Probablemente este texto lleva más adjetivos que los últimos 15 aparecidos bajo el rubro #SangreDeMetal, pero cada uno de ellos merece el lugar que ocupa en estas líneas.

Archgoat

Llega un momento en que el cuerpo traiciona y es necesario sentarse un rato porque de otra manera los dolores de pies engañan a la mente y no permiten pensar con claridad o disfrutar cabalmente. Mátenme por haberlo hecho pero sacrifiqué casi todo el set de Terrorizer para ver a Dismember. Desde la carpa de prensa, a unos 20 metros detrás del escenario se escuchaba la brutalidad del Grindcore y la respuesta de la gente. Muchísimos en la audiencia crecieron con el disco World Downfall como estandarte así que la falta de reseña en este texto puede ser fácilmente sustituida con muchas más que hay en la red.

Dismemeber

Y el cierre llegó exactamente como estaba programado, a las 11:40. Dirían algunos, Dismember es una banda que ya se la sabe. No es gratuito el que Suecia sea cuna de varias bandas extremas consideradas entre las mejores de la historia, y en ese sentido, esta banda es considerada pionera y parte del Big Four del Death Metal de ese país junto con Entombed, Grave y Unleashed. Cierre espectacular, a tambor batiente y aunque en su caso esta fue la cuarta vez que tocaron en México, eso no impidió que miles de metaleros estoicos que estuvieron de pie en algunos caso por más de 10 horas sacaran energía de las catacumbas de sus almas para rendirse a los pies de la banda, hacer circle pits y festejar cada canción como si fueran las dos de la tarde. Tal como se prometió fue un set totalmente cargado hacia la vieja escuela con nueve de 12 canciones repartidas entre sus primeros tres discos: Like an ever flowing stream (5), Indecent and obscene (2) y Massive killing capacity (2).

Picture

Segundo día: Mágica apocalipsis

Áreas de oportunidad. Es la manera moderna de llamarle a los problemas. No acostumbro leer o escuchar muchas reseñas antes de escribir las propias porque no quiero que mi opinión esté contagiada por la de otras personas. Es meramente una cuestión de honestidad que no pasa por el desinterés. Aún así he visto que una queja más o menos constante es en torno a los precios de la comida y sobre todo, la poca variedad de la misma. En el caso de #SangreDeMetal (Kelpy Interesante y Chico Migraña) si fue un tema, pero al final resultó ser algo con lo que puedes vivir. La clave en todo caso es saber que Candelabrum y cualquier otro festival en México o en el mundo tiene una oferta de comida rápida que normalmente será cara para las porciones que sirven, y no es pretexto, es meramente la realidad. Nosotros llegábamos bien desayunados y eso nos ayudó bastante.

Hubo un Papa de nefasta memoria, protector de pederastas al que a pesar de ello millones de personas adoran. Juan Pablo Segundo (al cual falsamente la porra saludaba con un “te quiere todo el mundo”) acuñó la frase “México siempre fiel”. En el Candelabrum, con Ash Nazg Burz el concepto sería “México siempre extremo”. El nuestro ha sido tradicionalmente un país entregado con más fervor a los sonidos más crudos en el espectro metalero, y eso quedo establecido desde muy temprano con estos capitalinos que tocan Black Metal y que narran historias del mundo de Tolkien. Brutal despertar que marcó de buena manera lo que sería lo jornada del festival.

Después nos tocó vivir en carne propia lo que es una banda de Funeral Doom, un concepto prácticamente inédito en cuanto a conciertos en México con una banda que lo hace de manera muy singular- El dueto estadounidense Bell Witch le puso música tenebrosa al apocalipsis de la tragedia y la desesperanza, justo en la tierra donde la vida no vale nada. La reacción del público fue de asombro y aceptación en general, aunque también hubo quienes de plano no lo disfrutaron nada. Para mí, excedió totalmente la expectativa y quedará como uno de los momentos mágicos y definitorios de Candelabrum como el festival en el cual encontrarás este tipo de bandas y hará total sentido que así sea.

Bell Witch

Pungent Stench sacó a orear la peste vieja escuela de su Death Metal corrosivo y penetrante pero de alta costura. Más allá del pleito legal que acompaña a esta versión de la banda cuyo nombre completo es Shirenc Plays Pungent Stench, musicalmente fue una de las bandas que más esperaba la gente. Metal extremo surgido en Austria desde finales de los 80, el sonido machacante y crudo pero con detalles técnicos propios de la versión Europa del Death que recibió una sonora ovación al final de cada canción.

Pungent Stench

Después llegó el turno de Pagan Altar, sin duda una de las más esperadas en el festival. Monumental actuación de una banda que nació en los años del New Wave Of British Heavy Metal pero que poco a poco incorporó elementos Doom y terminó por forjar un sonido propio. Montaron un altar pagano de exquisita calidad sonora aunque eso sí, llegaron con un guitarrista menos. Desde el escenario, Brendan Radigan, que tiene la complicadísima tarea de sustituir a Terry Jones, fallecido en 2015, comentó que el otro guitarrista no pudo tomar el vuelo que lo traería a México. Es una banda con músicos repartidos en distintas partes del mundo y a pesar de ello estaban perfectamente bien compenetrados, como relojitos. La calidad fue su bandera y aunque tuvieron que pasar más de cuatro décadas para verlos en México, cada minuto que estuvieron sobre el entarimado fue de placer sonoro y reconciliación con el concepto Old School.

Tulus

Después vimos a Tulus, una banda que presentó un Black Metal más lento que el estándar común del género con tres músicos que habían dicho en entrevista para Sangre de Metal que estaban emocionados de venir a México, y así lo mostraron en el escenario. Con ese nombre corto y fácil, la gente, que estaba prendidísima con ellos coreaba constantemente la palabra que por cierto no tiene ningún significado. En la citada entrevista, Sarke, baterista del trío decía que es una banda que viene desde la década de los 90 así que esperaba que alguien los conociera, y vaya que así fue. Probablemente en la zona de comida faltó variedad pero en el escenario esa fue la norma, y el trío noruego es un excelente botón de prueba. 

Hellripper

Los noruegos tocaron ya para una muy buena cantidad de gente, y en parte fue porque después de ellos venía una de las bandas más esperadas, sobre todo por el público más joven, Hellripper. Los videos y reseñas en torno a la banda sugerían que en el escenario son demonios llenos de energía, pero vaya que se quedan cortos. Nada igualará jamás el sentir en la entraña y ver en persona la energía de una banda en vivo, y estos veinteañeros simplemente la rompieron. Guiados por James McBain, el único miembro oficial de la banda, compositor, multiinstrumentalista y en el formato en vivo guitarrista y cantante, los 45 minutos que tuvieron sobre el escenario fueron de lo más brutal de ambos días. Mezcla de Black y Speed Metal, no hubo un solo momento en el que la energía estuviera en menos de 10 puntos, al contrario, parecía que cada canción era más frenética y contundente que la anterior, y eso obviamente se transmitió hacia el público que armó por lo menos dos pits que estuvieron activos durante casi toda la presentación. Esta es una banda que seguramente regresará en el futuro inmediato pues el efecto que logró entre la gente fue similar al conseguido por Midnight en la primera edición del Fest. En ese momento, el Candelabrum llevaba aura de excelencia, variedad y grandes momentos, pero Hellripper llevó la intensidad a otro nivel y de ahí en adelante, el público no aceptaría menos.

Solstafir

Nuevamente es buen momento para aclarar que las bandas no reseñadas responden al hecho de que no las vimos. Las razones no importan pero hay que establecerlo porque lo más fácil es buscar lo que otros dijeron ellas y hacer un resumen. Sería práctico pero deshonesto, y es mejor la sinceridad. Por eso, aunque siguió Pyschonaut 4, no hay mucho que decir. A veces, el cansancio y la edad se agarran de la mano y conviven dentro del cuerpo de algunos que por edad ya estamos más cerca de ver a mamá Coco que el útero materno (saludos a la prensa digna), y llega un momento en el que es preciso brincarse una banda para no perderse nada de otra a la que uno le trae más ganas.

Llegamos entonces al que tranquilamente fue uno de los momentos más espectaculares que ha vivido este cuerpo decadente al que los antiguos espíritus del mal no logran transformar, la presentación de Solstafir. Vinieron en 2017 pero solo tocaron en Guadalajara como teloneros de Kreator, el 19 de septiembre. Debían tocar en la CDMX el 20 pero el terremoto del día anterior impidió que sucediera. Las reseñas del show en Guadalajara hablaban de una buena banda, pero vaya que se quedaron cortos. Un concepto musical que pasea libremente entre partes extremas, otras ambientales, lentas, rápidas pero todo creado de manera tal que sientes que estás envuelto en una manta de tristeza y melancolía que al mismo tiempo guarda detalles de luz que no permite que esos sentimientos se esfumen o se diluyan. Fueron 45 minutos de gloria pura que durante buena parte del tiempo navegó sin interacción con la gente, hasta que el cantante, guitarrista fundador y lider Aðalbjörn Tryggvason (suerte con la pronunciación) comenzó poco a poco a salir del letargo emocional que provoca su música. Pasó de saludar y agradecer a bajarse del escenario, caminar en el pasillo que forman las barricadas que dividen general y VIP, subirse al barandal de lado general y caminar sobre él, apoyado de decenas de manos que no le permitían perder el equilibrio, mientras cantaba. Como es un festival y no un concurso no hay necesidad de buscar un ganador, y al final del día eso depende del gusto de cada quien, pero a título personal, Solstafir por si sola valió cada minuto invertido en asistir al Candelabrum. Para ponerlo en términos más coloquiales, el festival era hasta ese momento una experiencia maravillosa, pero Solstafir llevó todo a un nivel superior y se colocó como la joya definitiva de un cartel que ofreció en total a 26 bandas. Sublime.

Gorgoroth

¿Cómo superas algo así? Bueno, con inteligencia, y después de los tonos melancólicos y melódicos de los islandeses había espacio para un par de ganchos al hígado que doblarían a más de uno que creía que ya se había agotado toda la gasolina del tanque. Primero Gorgoroth que escondió su presencia en medio de una espesa neblina de hielo seco por cerca de seis o siete minutos que solo gracias a que el escenario es al aire libre pudo disiparse. Black Metal curado en las planicies embrujadas de Mordor surgido en 1992 y creado por músicos que saben muy bien como llevar ese sonido a un montaje en vivo que cautivó a miles de personas en la Velaria.

Exodus

Y el final llegó con Exodus, una de esas bandas que suelen ser referidas con el mal chiste de que ya pagan predial en México. ¿Realmente es malo que bandas de ese calibre toquen más o menos seguido en nuestro país? Habrá quien diga que sí pero esa noche fueron el plato ideal para cerrar actividades. Zetro Souza, Gary Holt y Tom Hunting tienen tanta energía que es imposible no contagiarse, y para establecer de qué demonios trata su música arrancaron nada más con “Bonded by blood”. Fiereza sónica de principio a fin, la banda incluso se permitió la licencia de tocar “Deathamphetamine”, una rola de la etapa con Rob Dukes que no le quedó nada mal a Zetro. Como se había hecho costumbre a lo largo del día y la noche hubo dos circle pits, uno en general y otro en VIP. También, como sucedió antes, esto no pasó desapercibido para la banda y Zetro Souza arengó constantemente al púbico para que lo mantuvieran activo, destacando que en general “saben muy bien de qué se trata esto, porque a ustedes (los de la zona VIP) les falta un poco de intensidad”. El volumen desde las bocinas fue notablemente más alto que el resto de la jornada y si bien eso suele ensuciar u poco el audio, tiene como punto a favor que revigoriza a la gente. Los de general, que recordemos, gracias a la distribución de espacios y la ausencia de una sección preferente también están frente al escenario, se llevaron la noche en cuanto al mosh, pero en el VIP hubo quien agarró un bote de basura, lo levantó por encima de la cabeza y recorrió con él el pit en algo parecido a una cerrera de relevos en la que el bote pasó por varios manos antes de que la seguridad le salvara la vida.

Así concluyó Candelabrum Metal Fest III, con un zumbido de oídos que duró dos días y con la promesa escrita sobre la salida de la Velaria: nos vemos en 2025. De acuerdo con uno de los promotores, la asistencia creció 30 por ciento en relación al año anterior, y era evidente. Además hubo muchas personas de otros países lo cual indica que el Festival va en ascenso y que con pasos cortos pero muy firmes ha dejado de ser promesa y se ha convertido en realidad. La mejor manera de conocerlo es ir y vivirlo. Si de algo sirve el consejo, vayan, no se van a arrepentir.

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