El nu metal llegó como un tornado a finales de los 90, barriendo las reglas del metal tradicional y mezclándolo todo con rap, electrónica y una dosis cruda de emociones adolescentes. Pero mientras los focos siempre apuntaron a nombres como Korn o Limp Bizkit, otros discos quedaron atrapados en las sombras, acumulando polvo en estanterías o playlists olvidadas. No son reliquias intocables ni cápsulas del tiempo; son trabajos que todavía rugen con fuerza y ofrecen algo que los titanes más conocidos a veces dejaron pasar: texturas inesperadas, riesgos sonoros y un hambre que no se diluyó en la fama. Aquí van cinco álbumes que no solo resisten el paso del tiempo, sino que piden a gritos que los saques del archivo y los hagas sonar.
1. Coal Chamber – Coal Chamber (1997)
Cuando Coal Chamber lanzó su debut, el nu metal apenas estaba encontrando su forma. Este disco no es un experimento tímido: es un mazazo directo, con riffs que suenan como si alguien hubiera electrificado un pantano y una atmósfera que mezcla lo gótico con lo industrial. «Loco», el tema que abre, no te pide permiso; te arrastra con la voz rasposa de Dez Fafara y un groove que se pega como alquitrán. No tuvo el brillo comercial de otros, pero su crudeza lo mantiene vivo. Según datos de Roadrunner Records, el sello que lo lanzó, vendió más de 200,000 copias en EE.UU., un número sólido para un debut que nunca buscó complacer a las masas.
2. Snot – Get Some (1997)
Snot no tuvo tiempo de crecer: la muerte de Lynn Strait en 1998 cortó su camino de golpe. Pero Get Some es un testimonio de lo que pudieron haber sido. Aquí no hay poses ni artificios; es punk acelerado chocando contra metal con groove, todo envuelto en una actitud que escupe en la cara de lo establecido. «Snot» y «Stoopid» son pura gasolina, con líneas de bajo que retumban y una energía que influyó en bandas como System of a Down años después. Publicado por Geffen Records, el disco apenas rozó las 100,000 copias antes de que la tragedia lo silenciara, pero su culto sigue creciendo en foros y plataformas como Bandcamp.
3. Mudvayne – The End of All Things to Come (2002)
Mudvayne ya había sorprendido con L.D. 50, pero este segundo disco los llevó más lejos. No se conformaron con repetir la fórmula: aquí metieron capas de progresivo y melodías oscuras que cortan como vidrio. «Not Falling» tiene un peso que te aplasta, mientras «World So Cold» juega con silencios y estallidos que muestran a una banda estirando los bordes del nu metal. Lanzado bajo Epic Records, llegó al puesto 17 en el Billboard 200, un salto notable frente a su debut, según datos de la revista Billboard. Es un disco que respira ambición y recompensa a quien le presta atención.
4. Static-X – Shadow Zone (2003)
Static-X siempre tuvo ese sonido industrial que parecía sacado de una fábrica abandonada, pero Shadow Zone lo pulió sin perder los colmillos. «The Only» es el gancho perfecto, con un coro que se te mete en la cabeza y riffs que no sueltan. Wayne Static y compañía bajaron un poco la distorsión salvaje de Wisconsin Death Trip para dejar espacio a algo más melódico, y el resultado es un disco que fluye sin tropezar. Publicado por Warner Bros., alcanzó el puesto 20 en el Billboard 200, un eco de su capacidad para adaptarse sin venderse. Es un capítulo que los fans casuales suelen saltarse, y eso es un error.
5. Ill Niño – Revolution Revolución (2001)
Ill Niño entró al juego con un ángulo que nadie más tenía: percusiones tribales y letras que saltan entre inglés y español, todo sobre una base de riffs gordos. Revolution Revolución no es solo nu metal con sabor latino; es una declaración de identidad. «What Comes Around» tiene un filo que corta, y «God Save Us» te envuelve con su mezcla de furia y súplica. Publicado por Roadrunner Records, el disco vendió unas 150,000 copias en EE.UU., según reportes de la época, y aunque no llegó a los charts más altos, su vibra única lo hace destacar en un género lleno de clones.
Estos cinco discos no son trofeos para colgar en la pared ni cáscaras vacías de una era pasada. Son máquinas vivas, construidas con cables expuestos y combustible puro, listas para que las enchufes y las hagas sonar. El nu metal no murió; solo se escondió en rincones como estos, esperando a que alguien gire el volumen. ¿Qué estás esperando?