5 joyas de Meteora, obra maestra de Linkin Park

Cuando Meteora aterrizó en marzo de 2003, Linkin Park no solo consolidó su lugar en la escena del nu-metal, sino que redibujó los contornos de un género que empezaba a tambalearse bajo su propio peso. Tras el éxito arrollador de Hybrid Theory (2000), las expectativas eran un yunque sobre los hombros de la banda. Sin embargo, en lugar de replegarse o reciclar fórmulas, entregaron un disco que respira furia, introspección y una producción quirúrgica, cortesía de Don Gilmore. Grabado en los estudios NRG de North Hollywood, Meteora —nombrado así por las formaciones rocosas monásticas de Grecia— se sostiene como un monolito sonoro, un testimonio de seis músicos en su mejor momento creativo. A continuación, desentrañamos cinco cortes que destilan la esencia de este álbum, sin adornos innecesarios ni reverencias vacías.

1. «Numb»

Si hay un tema que encapsula el ADN de Meteora, es este. Desde el piano inicial que cae como gotas sobre cristal hasta el alarido final de Chester Bennington, «Numb» es un puñetazo al pecho disfrazado de balada. Mike Shinoda escupe versos sobre el agotamiento emocional mientras la guitarra de Brad Delson construye un muro de distorsión que colapsa en el estribillo. No es solo una canción; es un grito colectivo para quienes han sentido el peso de expectativas ajenas. Según datos de la RIAA, el sencillo alcanzó el estatus de platino en Estados Unidos, reflejo de su resonancia masiva.

2. «Faint»

Apenas superan los dos minutos y medio, pero «Faint» no pierde tiempo. El riff inicial de Delson, afilado como una navaja, se entrelaza con el pulso electrónico de Joe Hahn y el bombo implacable de Rob Bourdon. Shinoda toma las riendas con un rap que suena como si estuviera escupiendo fuego, mientras Bennington irrumpe con un alarido que podría derribar paredes. Es el tema que cualquier fan del metal alternativo pondría a todo volumen para recordar por qué el género tuvo su momento de gloria. La banda la tocó en vivo más de 600 veces, según registros de setlist.fm, un indicador de su poder en directo.

3. «Breaking the Habit»

Aquí, Linkin Park pisa el freno y se adentra en terreno vulnerable. Sin guitarras abrasivas ni rap, «Breaking the Habit» se apoya en un tejido de sintetizadores y cuerdas —sampleadas, pero efectivas— que Hahn y Shinoda moldearon con precisión. La voz de Bennington lleva el peso, narrando una lucha contra ciclos internos que se niegan a romperse. Publicado como sencillo en 2004, el tema se coló en el Top 20 del Billboard Hot 100, mostrando que la banda podía brillar fuera de su zona de confort. Es un desvío que no todos esperaban, pero que pocos olvidan.

4. «Somewhere I Belong»

El primer sencillo de Meteora llega con una intro engañosa: acordes suaves que pronto estallan en un coro que golpea como martillo sobre yunque. Shinoda y Bennington juegan al contraste, el uno tejiendo versos sobre la búsqueda de un lugar en el mundo, el otro desgarrándose en el estribillo. La producción equilibra scratches, riffs y un puente que respira antes de volver a la carga. Certificado como oro por la RIAA, el tema marcó el tono del álbum y demostró que Linkin Park sabía evolucionar sin traicionarse.

5. «From the Inside»

Menos celebrada que sus compañeras, pero igual de visceral, «From the Inside» es un zarpazo oscuro. La batería de Bourdon marca un ritmo casi militar, mientras Delson y Hahn construyen una atmósfera que parece vibrar con paranoia. Bennington canta sobre traición y desengaño con una intensidad que corta, especialmente en el puente donde su voz se quiebra antes de explotar. Es un track que no busca complacer, sino confrontar, y por eso se queda grabado en quien lo escucha con atención.

Meteora no es un disco de gestos vacíos ni de relleno. Cada una de estas canciones refleja a una banda que, en 2003, estaba en la cima de su juego, canalizando rabia juvenil y dolor personal en algo que todavía resuena. Si quieres entender por qué Linkin Park definió una era, empieza aquí. ¿Qué tema te sacude más?