5 discos de nu metal que arrasaron en los 2000

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El nu-metal no fue solo un género; fue una estampida sónica que reventó los parlantes y las expectativas a principios del siglo XXI. En los 2000, mientras el mundo digería el cambio de milenio y las guitarras distorsionadas buscaban un nuevo propósito tras el grunge, este híbrido de metal, rap y rabia juvenil tomó el control. Bandas con máscaras, dreadlocks y camisetas holgadas canalizaron la frustración de una generación que no encajaba en los moldes del rock tradicional. Los discos que definieron esa era no solo vendieron millones, sino que moldearon una escena visceral y cruda, conectando con adolescentes que gritaban en sus cuartos y llenaban estadios. Aquí van cinco que no solo sobrevivieron a la década, sino que la gobernaron.

1. Linkin Park – Hybrid Theory (2000)

Cuando Hybrid Theory aterrizó en octubre del 2000, no pidió permiso para entrar: derribó la puerta. Con 10 millones de copias vendidas solo en Estados Unidos (según la RIAA), este debut juntó riffs pesados, rimas cortantes de Mike Shinoda y los alaridos de Chester Bennington en una fórmula que no sonaba a nada previo. “One Step Closer” era un puñetazo al aire; “In the End” un lamento que se pegaba al cerebro. La banda, recién salida de California, mezcló electrónica y metal con una precisión quirúrgica que los llevó a dominar MTV y las listas de Billboard. No era solo música: era un cable directo a las entrañas de quien lo escuchaba.

2. Slipknot – Iowa (2001)

Si el nu-metal tenía un lado oscuro, Slipknot lo pintó de negro y le prendió fuego. Iowa, lanzado en agosto de 2001, era un caos organizado: nueve tipos enmascarados descargando furia en tracks como “Disasterpiece” y “The Heretic Anthem”. Producido por Ross Robinson, el disco alcanzó el número 3 en el Billboard 200 y vendió más de un millón de copias en Estados Unidos (RIAA). No había sutileza aquí, solo una pared de sonido que aplastaba todo a su paso. Grabado en un ambiente de tensión —Corey Taylor ha dicho que apenas dormían—, Iowa capturó la esencia de una banda al borde del colapso, y los fans lo devoraron.

3. Korn – Untouchables (2002)

Para cuando Untouchables salió en junio de 2002, Korn ya llevaba años liderando el pelotón del nu-metal. Este disco, sin embargo, los mostró puliendo su fórmula sin perder el filo. Con un presupuesto de 4 millones de dólares y meses en el estudio, según reportes de la época confirmados por la banda, el resultado fue una bestia de texturas densas y grooves que retumbaban. “Here to Stay” ganó un Grammy a Mejor Interpretación de Metal, mientras “Thoughtless” destilaba esa mezcla de vulnerabilidad y violencia que Jonathan Davis manejaba como nadie. Debutó en el número 2 de Billboard y movió más de 434 mil copias en su primera semana. Era Korn en su forma más afilada.

4. Disturbed – Believe (2002)

Disturbed no inventó el nu-metal, pero con Believe lo llevaron a un terreno propio. Publicado en septiembre de 2002, este segundo disco llegó tras el éxito de “Down with the Sickness” y demostró que David Draiman y compañía podían ir más allá de los gritos primal. “Prayer” era un cañonazo melódico; “Liberate” un llamado a romper cadenas con riffs que cortaban como navajas. El álbum trepó al número 1 del Billboard 200, vendiendo 284 mil copias en su debut (Nielsen SoundScan), y su enfoque más estructurado lo hizo un favorito tanto en radios como en arenas. Era pesado, sí, pero también sabía cuándo respirar.

5. Papa Roach – Infest (2000)

Abril del 2000 trajo Infest, y con él, “Last Resort” se convirtió en el grito de guerra de cualquier adolescente con un walkman y un mal día. Papa Roach, liderados por Jacoby Shaddix, tomó el nu-metal y le inyectó una dosis de punk y actitud callejera. El disco vendió más de 3 millones de copias en Estados Unidos (RIAA) y escaló al número 5 en Billboard. Canciones como “Broken Home” mostraban un lado más crudo y personal, mientras el ritmo machacante de “Blood Brothers” mantenía la energía alta. Era un sonido que no se tomaba en serio a sí mismo, pero que pegaba duro donde importaba.

Estos cinco discos no solo fueron pilares del nu-metal; fueron detonadores de una escena que, para bien o para mal, definió cómo sonaba la rebelión en los 2000. Desde estudios multimillonarios hasta sótanos sudorosos, cada uno trajo algo distinto a la mesa y dejó a las disqueras contando billetes. Si el género sigue dando vueltas en playlists y debates, es porque estas bestias lo pusieron en marcha.