5 canciones de Slipknot que no conoces pero son una joya

Slipknot no es solo una máquina de caos que escupe éxitos como «Duality» o «Before I Forget». Más allá de los cortes que saturan playlists y sacuden festivales, la banda de Iowa guarda en su discografía tracks que rara vez ven la luz en las conversaciones de los fans o las reseñas rápidas. Son piezas que no buscan el reflector, pero que destilan la esencia visceral y mutante del grupo: una mezcla de furia, experimentación y un filo emocional que corta hondo.

Este artículo desentierra cinco de esas canciones, joyas que esquivan el radar mainstream pero que sostienen el peso de la identidad de Slipknot. No esperes obviedades ni temas de relleno; aquí hay sustancia pura, verificada y lista para que la explores.

1. «Skin Ticket» (Iowa, 2001)

Cuando Iowa aterrizó en 2001, la crítica y los fans se obsesionaron con «Left Behind» y «The Heretic Anthem», pero «Skin Ticket» se deslizó entre las sombras como un depredador silencioso. Este track, séptima pieza del álbum, arranca con un riff pantanoso que te arrastra a un pozo de ansiedad, cortesía de Mick Thomson y Jim Root. La percusión de Joey Jordison golpea como un martillo ritual, mientras Corey Taylor juega entre susurros que raspan el alma y alaridos que parecen arrancados de una pesadilla. No es un single para radio; es un descenso a la psique fracturada de Slipknot en su etapa más cruda. Producido por Ross Robinson, este corte refleja el momento en que la banda estaba al borde del colapso físico y mental durante las grabaciones (detalle confirmado en entrevistas de la época, como las recopiladas en el libro Slipknot: Inside the Sickness, Behind the Masks de Jason Arnopp).

2. «Gehenna» (All Hope Is Gone, 2008)

All Hope Is Gone suele ser recordado por «Psychosocial» o «Snuff», pero «Gehenna» se cuela como un experimento que no pide permiso. Novena en el tracklist, esta canción pivota entre un teclado inquietante y una guitarra que suena como si estuvieran desollando el aire. Taylor entrega versos que reptan, casi hipnóticos, antes de que el tema estalle en un coro que no te suelta. Producida por Dave Fortman, es un ejemplo de Slipknot explorando texturas fuera de su zona de confort, un giro que algunos fans pasaron por alto cuando el álbum salió el 26 de agosto de 2008. No es el típico golpe en la cara; es un zumbido que se te mete bajo la piel y se queda ahí.

3. «Nomadic» (.5: The Gray Chapter, 2014)

Después de la muerte de Paul Gray en 2010 y la salida de Joey Jordison en 2013, Slipknot regresó con .5: The Gray Chapter, un disco que equilibraba duelo y reinvención. «Nomadic», pista 11, no acaparó titulares como «The Devil in I», pero su groove te pisa el pecho con autoridad. Las guitapea un riff que podría derribar paredes, mientras Taylor escupe letras sobre vagar sin rumbo, un eco del caos interno de la banda en ese momento. Greg Fidelman, al mando de la producción, le dio un pulso limpio pero salvaje, haciendo de este track una cápsula del Slipknot post-Gray: herido, pero aún pateando. Lanzado el 21 de octubre de 2014, el álbum marcó una transición, y «Nomadic» es su latido oculto.

4. «The Virus of Life» (Vol. 3: (The Subliminal Verses), 2004)

Vol. 3 trajo a Slipknot a un terreno más accesible con tracks como «Vermilion», pero «The Virus of Life» se esconde en el final del disco como un secreto sucio. Pista 12, este corte tiene un ADN industrial que recuerda los días de Mate. Feed. Kill. Repeat., mezclado con la producción pulida de Rick Rubin. Los samples de Clown y las percusiones te envuelven como un enjambre, mientras Taylor susurra y grita como si estuviera exorcizando algo. Lanzado el 25 de mayo de 2004, el álbum mostró a la banda expandiendo su sonido, y este track es la prueba de que no habían perdido su filo retorcido. Es raro verlo en vivo o en listas de favoritas, pero merece que lo desempolves.

5. «Spiders» (We Are Not Your Kind, 2019)

We Are Not Your Kind llegó el 9 de agosto de 2019 con bombos como «Unsainted», pero «Spiders» se escabulle como un bicho raro en la pista 5. Un teclado que suena como si arañara las paredes abre el tema, cortesía de Craig Jones, mientras el ritmo trota con una cadencia casi marcial. Taylor canta sobre paranoia y control con una calma que da escalofríos, antes de que el coro te sacuda como un latigazo. Producido por Greg Fidelman, este track es Slipknot en su versión más extraña y magnética, un recordatorio de que, incluso en su sexta entrega, todavía saben cómo meterse en tu cabeza. No es un himno de estadio; es una telaraña que te atrapa despacio.

Estas cinco canciones no van a sonar en la próxima gira masiva ni a encabezar rankings, pero son el tipo de material que define a Slipknot más allá de los máscaras y los breakdowns. Si no las conocías, dale play. Si ya las tenías en el radar, vuelve a ellas. Hay más en esta banda de lo que los focos iluminan.